María tenía muy claro lo que quería para su look nupcial, o mejor dicho, lo que no quería. Sabía que no buscaba un diseño demasiado clásico y tampoco un vestido "muy princesa". "También tenía claro que no quería ir velada. El momento que esperaba con mayor ilusión era la entrada en la iglesia y el camino hacia el altar, por lo que quería ir con la cara totalmente despejada", nos cuenta. Antes de mudarse a Estados Unidos pasó mucho tiempo en Zaragoza, su tierra natal. Allí conoció a Ángel Lecumberri, un diseñador local que trabajó muchos años en París con grandes modistos, y que fue el encargado de dar forma al diseño de sus sueños.
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Tejidos especiales y juego de volúmenes
Tres cosas condicionaron la elección del vestido de María. Por un lado, todos los diseños de los que se enamoró en redes sociales. De uno le llama la atención el escote, de otro las mangas, el tejido… Por otro, las siluetas con las que se había sentido cómoda en otros momentos, al vestir de invitada, por ejemplo. Y, por último, el entorno en el que se iba a celebrar el enlace. "El casarme rodeada de montañas, en un entorno muy natural y espectacular, quizás me podía dar algunas licencias a la hora de pensar el vestido, como por ejemplo así fue la elección de la tela", nos cuenta.
Cuando María conoció a Ángel le contó más o menos lo que quería y ambos estuvieron de acuerdo en hacer un vestido de novia especial. "Lo que me hizo decantarme por él fue la primera tela que me enseñó. Una tela que le daba ese toque diferente al vestido que estaba buscando: una tela de guipur en forma de margaritas. Para darle ese toque más de novia, enseguida me enseñó la combinación con la organza que definitivamente me hizo decantarme por él".
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Partieron de un vestido recto, sin grandes volúmenes en la falda, en los que el escote y los hombros fueran los protagonistas. La novia nos explica que, después de tener claros los tejidos y la forma de la prenda, empezaron a trabajar en otros detalles. "Creo que en la segunda prueba ya tuve clarísimo que quería hacer una asimetría en forma de hombros caídos con la organza. Una vez que decidimos eso, fue muy natural hacer caer la cola desde el escote por detrás, también en organza. El contraste de la organza y el guipur me encantó. Mi hermana me aconsejó ser un poco más exagerada en la cola y la verdad que fue un acierto. El toque de la flor en el escote salió también de forma natural junto con mi abuela en una de las pruebas. La verdad que he disfrutado muchísimo el proceso con Ángel, Conchita y por supuesto, mi hermana, mi madre, mi abuela y mi prima pequeña que es como mi hermana", asegura la novia.
María no llevó un segundo vestido para el gran día, pero sí fue haciendo pequeñas transformaciones al suyo conforme fue avanzando la celebración. Para la cola se quitó la cola, antes del baile reemplazó sus tacones blancos de Aquazzura por unas alpargatas de Castañer más cómodas. También modificó el maquillaje al maquillar sus labios de rojo, se soltó la melena y se puso una flor en el pelo. "Era de Charo Agruña, la tenía fichada desde el tocado que le diseñó a Sofía Palazuelos en su boda, impresionante. Me encantó el look por darme ese aspecto como de años 50 muy divertido".
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Minimalismo en las joyas
Cuando el vestido es tan especial como el que llevó María, lo mejor suele ser optar por complementos sencillos. Nos explica que en su día a día no suele llevar muchas joyas, por eso el día de su boda no debía ser una excepción. Lució unos pendientes colgantes vintage de Urbieta, regalo de sus padres en la pedida de mano. "Aparte de los pendientes llevaba el anillo con el que Alfonso me pidió matrimonio, un modelo octogonal muy especial de Suarez y una alianza de diamantes de Rabat, regalo de mis suegros de pedida".
En la imagen aparece junto a su hermana pequeña, Elvira.
Muy sencilla y natural fue también su elección beauty. Cris Baigorri es amiga de María y tiene en Zaragoza una peluquería a la que tanto la novia como su familia habían ido toda la vida, por eso no dudó en confiar en ella para su gran día. "Queríamos un maquillaje muy natural, muy suave, con una piel muy limpia y natural y destacando los ojos. Para los labios y colorete, dos días antes me decidí por unos tonos rositas super favorecedores para darle más luz al look. Para el peinado también lo tuve claro. Como el vestido destacaba los hombros y el escote, quise que fuese un recogido sencillo, un moño de bailarina y bajo, a la altura de la nuca”.
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Si María tuvo muy claro desde el primer momento cómo sería su vestido, con el ramo tuvo más de una duda. Al principio pensó en un diseño sencillo y sobrio, de calas blancas, con un gran significado para ella —era la flor que su abuelo le regalaba a su abuela—. Sin embargo, dos meses antes de la boda cambió de opinión. "Las flores que estábamos pensando para la boda estaban llenas de color, eran divertidas y a juego con lo espectacular del sitio. Por eso, hablé directamente con Sandra de Ferini, le dije que quería color y que confiaba en ella. No vi el ramo hasta que me lo trajeron antes de la boda. ¡No podía ser más perfecto! La cinta del ramo fue el detalle que llevé en honor a mis dos abuelos que no nos podían acompañar ese día (fallecieron hace unos años). Llevaba una cinta de seda en color beige con sus nombres, nuestras iniciales y el día de la boda. Era un bonito recuerdo que quería mantener de ese día".
Su historia de amor
María y Alfonso se conocieron hace seis años, cuando empezaron a trabajar juntos en el departamento de Banca de Inversión de un banco español. "Formamos parte del mismo equipo siendo amigos durante más de un año. Un invierno, después de un viaje de esquí a Formigal, empezamos a vernos de otra manera y en abril nos hicimos una escapada a Lisboa y Cascais en secreto por la que ya empezamos a salir", nos cuenta la novia.
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Después de tres años de relación y tras estar dos de ellos viviendo juntos en Madrid, empezaron a pensar en sus planes de boda. Tenían previsto irse a vivir a Estados Unidos y sentían que había llegado el momento de dar el paso. "Yo he tenido la suerte de que he visto siempre en casa ejemplos de matrimonios muy sanos, unidos y construyendo siempre desde el amor a la familia. Por supuesto, primero mis padres han sido mi referente. Llevan casados más de 32 años, más los 7 de novios antes, toda una vida juntos… Siempre les he admirado cómo funcionan como un equipo dentro y fuera de casa, pasando por todo tipo de circunstancias; y por supuesto también mis abuelos", nos cuenta María.
Se comprometieron en México, en abril de 2022. "En la primera noche en la terraza de nuestro hotel tomándonos un champán después de cenar me lo pidió. El momento fue sorpresa total, pero la decisión estaba ya tomada por parte de los dos desde hacía unos meses; lo teníamos clarísimo".
Y llegó el gran día. El 26 de agosto, coincidiendo con el día que se casaron sus abuelos, María y Alfonso se dieron el 'sí, quiero' en el Monasterio de Nuestra Señora del Carmen en Boltaña, a unos veinte minutos de Ligüerre de Cinca, en el Pirineo aragonés. La suya fue una ceremonia llena de momentos emotivos, oficiada por un sacerdote amigo de la familia y en la que participaron personas importantes de la vida de los novios.
Muy especial fue también la música. "Hicimos una misa baturra (es decir, cantada por un grupo tradicional aragonés) compuesta por jotas especiales de mi familia y también haciendo un guiño a la familia de Alfonso. La jota más especial fue la de mi entrada S’ha feito de nuey; es una jota en fabla preciosa que habla de lo que significa el amor y un matrimonio. Es la jota de mi familia y es ya una tradición que cuando nos casamos es la jota que acompaña la entrada de la novia. El otro momento muy especial fue al final de la misa cuando cantaron una versión de la Salve Rociera en honor a la abuela y la familia andaluza de Alfonso; muy muy emocionante".
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Para el cóctel y la cena volvieron a Ligüerre de Cinca. La idea era hacerlo todo al aire libre, en una de las plazas del pueblo, pero por suerte pudieron contar con una carpa fija de cristal que tienen en Ligüerre para la cena. Cayó una tormenta que llevaba todo el día amenazando, pero los invitados reaccionaron de maravilla.
En la organización contaron con la ayuda de la wedding planner Carla Carmona. "Nosotros vivimos desde hace un año en Houston (Texas). Se mudó primero Alfonso y luego 4 meses después fui yo. En esos meses antes de mudarme a Estados Unidos aproveché para cerrar todo lo importante y la ayuda de Carla fue muy importante. Superflexible a la hora de adaptarse a mi vida entre Zaragoza y Madrid y, sobre todo, con un gusto exquisito por los detalles, pero de una forma muy práctica, que encajó conmigo muy rápidamente".
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María nos cuenta que todo el fin de semana de su boda fue muy especial y estuvieron arropados en todo momento por los cerca de 160 invitados al enlace. Pero si tuviera que quedarse con algún momento concreto lo haría con dos: "Cuando terminaba de arreglarme con mis padres y mis hermanos y esa salida hacia la Iglesia con mi hermano conduciendo mientras ponía nuestras canciones favoritas para que nos relajásemos. Y la entrada con mi padre a la iglesia escuchando S’ha feito de nuey, la jota de mi familia y que le encantaba a mi abuelo, y el encuentro en el altar con Alfonso. Estábamos super tranquilos y muy felices, fue muy especial".
María quiere agradecer especialmente su trabajo a los proveedores que estuvieron junto a ellos el día de la boda.
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Wedding planner: Carla Carmona (@carlacarmonawp)
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Pueblo: Rosa y David de Ligüerre de Cinca (@liguerredecinca)
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Foto: Elisa de Música para Camaleones (@musicaparacamaleones)
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Flores: Sandra de Ferini (@ferini.es)
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Papelería: María de Emechaves (@emechaves)
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Banda del cocktail: Rosco (@soyrosco)
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DJ: Eloy de Gold Moon Events (@eloycarodj)
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Vestido: Angel Lecumberri (@lecumberriatelier)
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Pendientes: Urbieta (@urbieta.antique)
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