Hay novias que llegan al atelier del diseñador que les va a hacer el vestido con una idea más o menos clara de lo que buscan y luego acaban con una prenda que poco (o nada) tiene que ver. Algo parecido le sucedió a Blanca. Esta novia sevillana nos explica que buscaba un diseño que fuera muy ella, que le encanta el estilo sesentero y que se veía enseñando los tobillos. "Me encantaba el vestido de Keira Knightley en Expiación, pero Alejandra me puso los pies en la tierra aconsejándome que fuera de novia novia". La diseñadora a la que se refiere es Alejandra Valero, una artista que ha encontrado en los tejidos naturales, los encajes victorianos y los bordados artesanos una forma de expresarse.
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Un vestido de novia a medida
Blanca nos explica que, desde el primer momento, tuvo claro que Alejandra Valero sería la encargada de diseñar su vestido. No se puso en contacto con nadie más. "Ya le seguía la pista con Intropia, desde que vi un diseño suyo para una novia sevillana, fue amor a primera vista. Alejandra y Concha, su madre, son unas diseñadoras alucinantes. Te captan desde el minuto uno. Todas sus novias son el resultado de un trabajo bien hecho, detallista, con mucho cariño, tiempo, y se ve por cómo son sus novias: naturales, radiantes, elegantes, femeninas, cómodas y distintas".
La sevillana nos explica que a lo largo de cuatro pruebas dieron con el vestido perfecto. "Ella te pregunta sobre tu gusto e ideas, y como es una artista, luego sobre eso diseña obras de arte". Blanca llevó un vestido confeccionado en organdí, un tejido muy fino y ligeramente transparente, con esos bordados sencillos y sutiles (en este caso pequeñas flores), pero muy especiales, que suelen estar presentes en sus prendas. El vestido, además de contar con una imponente cola desmontable que la novia se quitó para bailar con mayor comodidad, tenía varios elementos que le daban un aire mucho más romántico: las mangas, cortadas a la altura del codo; un favorecedor escote corazón con un fruncido en el centro; la espalda, un guiño al vestido de Keira Knightley que Blanca nombró antes; y la pequeña tira bordada que recorre parte del escote, la espalda y el borde de las mangas.
"Cada prueba era especial. Sabía que no eran muchas y lo disfrutaba por dos y salía como una niña pequeña pegando botes. Mi hermana, mi madre y mi tía Lourdes trataban de acompañarme a cada una y siempre era una buena excusa para tomarnos un café juntas. Quiero aprovechar para agradecer a todo el equipo de Alejandra su magnífico trabajo que hicieron conmigo, son unas profesionales asombrosas", asegura Blanca.
Un tocado lleno de historia
Uno de los detalles más especiales de su look nupcial fue su tocado, una coronita floral con dos bonitas vaídas que le quedaba de maravilla. La novia nos explica que era una pieza antigua que perteneció a su abuela paterna y estaba hecha a mano con cera con la que se daba forma a varias flores de azahar. Blanca nos cuenta que fue necesario recomponerla y, para eso, confió en Mati Romero, de Pétalo, que la restauró uniéndola con otro tocado, también antiguo, de cera y con flores de azahar, que la novia encontró en un anticuario de Barcelona.
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Blanca completó su look nupcial con joyas muy especiales. Nos explica que siente debilidad por las esmeraldas y que Alejandro, su actual marido, le regaló dos piezas vintage que llevó en la boda: dos sortijas (una de oro blanco y otra de oro amarillo, con esmeraldas engarzadas) una por el compromiso y otra por la pedida. "También lleve un solitario de esmeralda que me regaló mi hermana Marta. Los pendientes fueron el resultado de unir dos pendientes, unos de mi tía Lourdes y otros de mi madre. Los pendientes fueron algo que me costó mucho decidir y agradezco mucho a las mujeres de mi casa el sorpresón".
Además de restaurar su tocado, Mati también se encargó de crear su ramo. "Soy muy nerviosa y pensaba en casarme con un abanico sin más, pero al fin y al cabo, era La novia. Me diseñó un ramo romántico, continuando el diseño de la tela de Alejandra que eran flores bordadas en organdí. También le hizo los ramitos a mis damitas, que fueron vestidas de Ochuss Moda", nos cuenta la novia.
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Moño de bailarina, el peinado que conquista a las novias del sur
El año pasado, después de analizar infinidad de bodas virales celebradas en Andalucía, llegamos a la conclusión de que el moño de bailarina, un recogido sencillo y muy favorecedor, era el preferido de las novias del sur. Una afirmación que hoy parece seguir siendo acertada y Blanca no es una excepción. Tanto su peinado como su maquillaje fueron obra de Julia Hidalgo. "Soy muy especial de piel y la escogí porque supo dar con el tono exacto y sacarme luz. Es una crack y te hace sentir muy a gusto en todo el proceso. En el vídeo de la boda hecho por los mejores que hay, Emotion Films, se aprecia lo bien que trabaja Julia. El moño fue uno sencillo tipo bailarina, ni un pelo suelto tuve y cero dolor de horquillas".
Su historia de amor
Blanca y Alejandro se conocieron en el trabajo, pero no fue hasta que a ella la cambiaron de destino cuando empezaron a intimar. "Empezó lo que parecía una amistad. Venía a verme ida y vuelta Huelva-Sevilla para cenar juntos (merienda que acaban en cenas) casi todos los días de la semana. Pasamos un invierno intenso de turismo andaluz y logré aficionar a un catalán al fino. En resumen, comenzamos seriamente en el otoño 2018".
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Cuatro años después decidieron que había llegado el momento de dar el paso. "Desde que empezamos juntos, los dos sabíamos que íbamos a 'caer en capilla'. Al año y poco de relación lo hablamos tras la boda de mi hermana y porque nos habían ofrecido ir juntos a Turquía para trabajar, pero vino el Covid y todo se torció. Alejandro volvió a Barcelona con sus padres y yo con los míos en Sevilla. Agradecemos mucho esa etapa, no sólo porque pudimos estar con nuestros padres, ya que por trabajo no estábamos tanto en casa (él estaba en Casablanca antes del covid y yo en Madrid), sino porque volvimos al noviazgo adolescente y al hablar y conversar. Hoy en día la gente no dedica calidad de tiempo a las relaciones, todo es veloz. Nosotros ganamos tiempo y nos enriquecimos. Luego, postcovid, esquiando en Baqueria, me hizo La pregunta. Es curioso, sueñas desde siempre con ese momento y sabes la respuesta, pero mi cara habló más que las palabras (dije que sí claro, pero él estaba atacado y sólo decía 'sí o no o qué'). Todavía se me suben los colores recordando la gente aplaudiendo desde el telesilla. Sin duda, Dios tiene siempre planazos para todos que ni imaginábamos y Él sabe los tiempos de cada uno".
Y llegó el gran día. El pasado 13 de mayo, día de Nuestra Señora de Fátima, Blanca y Alejandro se dieron el 'sí, quiero' en la iglesia de San Buenaventura, un monasterio Franciscano con mucha historia de Sevilla. "La ceremonia la presidió el Padre Borja MacCrohon de mi colegio, Highlands, en Sevilla y la misa nos ayudó a prepararla la hermana Teresa, de las Hermanas Capuchinas de la Madre del Divino Pastor, en Madrid, junto con mi madre. El coro fue del Colegio Entreolivos, ¡maravilloso! Mi padre eligió el repertorio, él es un crack de la música y acertó con todo".
Después se trasladaron a Majaloba, una finca a unos quince minutos de Sevilla. "Necesitábamos un sitio cómodo para tanta gente de fuera y que acompañase todos los climas posibles. Con Majaloba teníamos plan A, B y C, mucha tranquilidad cuando preparas la boda desde Madrid. La semana previa a la boda, daban máximas de 41 grados… contratamos unas velas de Siluka que atravesaban los árboles donde comíamos y el resultado fue un jardín del ensueño", nos explica la novia.
Blanca nos cuenta que como tanto ella como Alejandro vienen del mundo de la hostelería se encargaron de todos los detalles de la organización con el apoyo de sus familias. "Lo más complicado fue el elegir las copas y el vino. Era como un amistoso: Ribera o Rioja. Llegamos a un acuerdo, familia de Barcelona elegía el cava y el blanco, familia de Sevilla el tinto y la cerveza. También, tuve la grandísima suerte de tener a mi amiga Macarena entregadísima a la causa ya que trabaja en el catering que escogimos: Alda y Terry, el mejor de Sevilla. El broche de oro se lo llevó Lía, de Tabackuba, repartió los puros que hacía a mano durante el aperitivo bailando al ritmo cubano en el momento de los cafés. Fue una sorpresa y un empuje para que los invitados fueran pasando hacia la pista de baile".
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"De la decoración floral se encargó Flowers by Clara, ¡asombrosa! Colgaron claveles de los árboles. Llevé maletas antiguas que teníamos para ponerlas abiertas rebosando con flores como decoración. El seating era un carrito de maletas de hotel, que nos lo prestó el hotel Occidental Viapol, también llena de flores. Al ser el mismo proveedor el de las flores y el catering, me ofrecieron un mantel ideal para seguir con la línea de los centros de mesa y los meseros, hechos a mano por mi grandísima amiga Macarena, de Macsand. Eran carteles de Don't disturb con los hoteles donde habíamos trabajado y deseamos ir. También me hizo las invitaciones pintando a mano dentro del sobre nuestro rincón favorito, una playa de Portugal, nuestro rincón favorito en el mundo", recuerda con mucha emoción la novia.
Una de las anécdotas que más recuerda la novia sucedió a eso de las tres de la madrugada, cuando la boda ya había acabado. La pareja llegó al hotel y Blanca quiso comprobar si el tren en el que viajaban al día siguiente temprano de vuelta a Madrid tenía o no el desayuno incluído, pero los billetes no estaban y tampoco encontraba el localizador de la reserva. "No había trenes, todo estaba agotado, y el vuelo a Omán salía a las 15h desde Madrid. Alejandro fue avispado y compró un avión Sevilla Madrid a las 8:30, pero se confundió de domingo, la emoción del momento. Tuvo que comprar el vuelo correcto para ese día. El estrés aumentaba, pero al final salió redondo porque disfrutamos del desayuno en el hotel tranquilamente (bajamos vestidos de novios para hacer la gracia), nos devolvieron la compra del vuelo erróneo y llegamos a Omán".
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Elegir lo más especial del día de la boda no siempre es fácil, pero Blanca lo tiene muy claro: "Saber que habíamos pulsado el botón de start y que estaba empezando la mejor etapa de nuestras vidas y poder compartirlo con toda la gente que queríamos. Marta de Ópalo, nos hizo las fotos, y creo que son las fotos más puras que he visto jamás. Captó cada momento, lo necesario para que podamos revivir siempre ese día. Hubo un momento que me dijo que le daba cosa porque no estábamos haciendo las fotos protocolarias, ¡ni nos acordábamos! Estábamos disfrutando tanto de todos y de cada momento, que no hizo falta y ella supo captarlo. Gracias Marta y una vez más a Emotion Films, gracias a ellos tengo captado el día más espectacular de nuestras vidas".
Tampoco lo duda cuando le pedimos un consejo para otros novios que, dentro de poco, se van a casar. "Que eviten batallas que no se pueden ganar, no perderse en superficialidades por pensar que es 'guay y distinto' y evitar estar focus sólo en agradar a los invitados. Confiar en proveedores con experiencia y con referencia, no hace falta hacer un estudio de mercado, no es la compra de una casa, es recibir el sacramento del matrimonio y luego, por supuesto, bailar hasta reventarte los pies con un buen gin tonic con la gente que quieres y con mejor música del mundo. Recuerda, nadie se acordará que copa de vino escogiste, pero sí cuál bebieron, lo más importante es la actitud de los novios".
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Blanca quiere agradecer especialmente su trabajo a los proveedores que estuvieron junto a ellos el día de la boda.
- Vestido: Alejandra Valero.
- Maquillaje y peinado: Julia Hidalgo.
- Zapatos: &Other stories.
- Pendientes: familiar.
- Anillos: joyas vintage y jocafra.
- Damitas: Ochus.
- Bata: de mi bisabuela Carmen.
- Iglesia: San Buenaventura.
- Coro: Entreolivos.
- Catering: Alda y Terry.
- Flores: Flores by Clara.
- Video: Emotion Films.
- Fotos: Ópalo.
- Dj: Staff and Sound Juan Rojas.
- Grupo: Third Floor Rock.
- Puros: Tabackuba.
- Sitio: Majaloba.
- Coche: un tío de mi amiga Fernanda Medina.