Tras una década de relación, el príncipe de origen francés Louis Nicolas Crépy de Orleans, nieto de la princesa Beatriz de Orleans, y Carolina Torio Ballester se han casado en la Catedral de Valencia. Un 'sí, quiero' en el que han estado acompañados por amigos y familiares, entre los que, por supuesto, se encontraba la abuela materna del novio. Hacia las cuatro de la tarde, Carolina llegaba a la Catedral acompañada por su padre Antonio Torio Martínez, desvelando así el secreto mejor guardado: su vestido.
Aunque no se conocían muchos detalles sobre el enlace, sí había trascendido que sería Marcos Luengo el encargado de crear el traje de la novia y también el de su madre, Maite Ballester Fornés. Para Carolina, el diseñador asturiano ha ideado un vestido confeccionado en crepe de seda pesante, un tejido especial que se adapta con suavidad a la figura, aportando cuerpo y movimiento. El diseño, como se puede apreciar en las imágenes, presenta cortes longitudinales a lo largo de la falda que, partiendo del bajo desaparecen debajo del pecho para adaptar ligeramente la silueta.
Bordados naturales
Muy especial es el escote en V del diseño, un acabado enmarcado por maravillosos bordados realizados de forma totalmente artesanal sobre la prenda. "Se han utilizado alambre francés, tupís de cristal, nervios con cadeneta de lurex de plata, strass y bolas de pasamanería; materiales con los que se representan racimos, hojas de parra, flor de azahar y flor de lis; todo ello con la finalidad de obtener un bordado rico, original, con textura, elegante y contemporáneo", explica a HOLA.com el creativo. Este trabajo, también está presente en el bajo de la manga francesa, consiguiendo así acentuar ligeramente la inclinación que alarga la manga hacia el interior.
Una joya de princesa
La espalda del vestido muestra un canesú, que también está bordado y que oculta el nacimiento de la cola. Se trata de un diseño desmontable, del que poder prescindir en el momento de la celebración para mayor comodidad de la novia. Está realizada en crepe, forrada con satén de seda, y tiene una dimensión de tres metros; una longitud mucho menor al gran velo vaporoso que coronaba el estilismos y ocultaba en parte la gran joya escogida para la ocasión: una tiara con brillantes que coronaba este look nupcial clásico y digno de una princesa.