Cerca de la parada de metro de Antón Martín, a medio camino entre la estación de Atocha y la madrileña puerta del Sol, las calles son estrechas y sinuosas. Están plagadas de turistas y de edificios de techos altos y grandes ventanales. En uno de ellos se sitúa el atelier en el que Inés Lacasa recibe a sus novias cuando está en la capital, porque ella, como otros creativos, también tiene un espacio fuera, en su caso en Murcia. Pero la diseñadora no tiene el acento que caracteriza a los que viven en esta tierra sureña, ni tampoco a los de la capital. Ella es un poco de aquí y un poco de allí. Nació en Madrid, pasó su primer año de vida en Sevilla, el segundo en Cádiz; regresó a la capital, se mudó a Logroño… Y ha vivido en Argentina, Estados Unidos y Tailandia, pero si tiene que elegir un sitio se queda con Cádiz, sinónimo de los veranos de su niñez, el lugar al que siempre quiere volver.
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Inés empezó en el mundo nupcial un poco por casualidad. Su idea no era estudiar diseño de moda, si no diseño industrial de producto. Por suerte, cuando fue a ver la escuela -el IED- en una jornada de puertas abiertas, Isabel Berz, que en aquel momento era Founder y DirectorA de IED Moda Lab Madrid, fue la encargada de guiarle en la visista y terminó fascinada. Quería ser diseñadora. Una noticia que en su casa no sorprendió demasiado. "Cuando lo conté, mi hermana Rebeca, que es ilustradora, sacó un cuaderno de muñecas que ella había dibujado y yo le había dicho cómo vestir. Me dijo que todos esos diseños los había hecho yo", nos cuenta.
Hacia una moda nupcial más sostenible
Los primeros años de Inés en el mundo de la moda estuvieron muy ligados con grandes nombres del diseño español: Roberto Torretta, Javier Larraínzar, Purificación García, Marcela Mansergas... Después se fue a Tailandia. Era manager de un proyecto de costura en una ONG que hay en la frontera con Myanmar. "Trabajábamos con refugiados birmanos, teníamos un taller en el que obviamente se pagaba justo. Se les daban recursos, estudios... Eran todo mujeres que, normalmente, habían sido tratadas o refugiadas que habían tenido que escapar. Hacíamos uniformes y mochilas para los niños refugiados, hacíamos también algunos diseños para venderlos en Europa...", nos explica Inés y nos cuenta que aquella experiencia abrió ante ella un mundo distinto, el de la moda con un propósito. Por eso, empezó a trabajar con Kavita Parmar, creadora de IOU Project, una innovadora marca que presta especial atención al medio ambiente y a los derecho de los trabajadores. Y después aterrizó en Ecoalf, firma pionera en lo que a sostenibilidad se refiere.
Llegados a ese punto, ¿en qué momento decides lanzar tu firma de moda?
Por suerte o por desgracia todo fue por el COVID. Hubo un parón, todos tuvimos tiempo para pensar y yo quise poner todas las ideas que tenía en mi cabeza en orden. Ahí surgió finalmente Inés Lacasa Atelier. En los últimos años, sabía que quería dedicarme a las novias, lo veía claro a nivel de diseño y de sostenibilidad. Hasta entonces en el mundo nupcial no se hablaba tanto de ese tema cuando, en realidad, es un proceso muy artesanal.
Por eso añadió al nombre de su firma el claim Conscious Couture, porque trabajar de manera consciente es su máxima. Inés nos explica que en un vestido de novia creado a medida hay mucha dualidad. Por un lado se trata de una prenda única, creada de manera exclusiva, de forma artesanal, que no genera stock y cuyos sobrantes se pueden utilizar para otros proyectos. Por otro, es un diseño que, a priori, solo se va a utilizar un día. A priori porque cada vez más novias apuestan por reutiliza, al menos en parte, una pieza de su familia, y muchas diseñadoras, como Inés, eligen colchas antiguas, cortinas, puntillas vintage, etc. para confeccionar sus diseños y dar una segunda o tercera vida a esos tejidos.
¿Cuál es el mayor reto al que te enfrentas para conseguir que tus diseños sean eco-responsables?
Diría que el tema de los tejidos, pero no por la oferta -creo que ahora mismo hay muchas opciones de materiales innovadores, naturales…-, sino porque somos pequeños. Yo no puedo pedir más cantidad de tejido que el que voy a utilizar para hacer un diseño porque sino iría en contra de lo que soy. Por suerte tengo mis proveedores de confianza.
Una de las peculiaridades de tus diseños es que utilizas muchos tejidos naturales con los que puedes crear piezas de lo más especiales.
Intento buscar tejidos que tengan mucho carácter. Siempre tengo mis bases, pero me gusta meter una pincelada de un tejido diferente, y si no arriesgo con un punto. Desde mi primera propuesta empecé a meter el punto en mis novias, en Galicia es súper importante. El punto, el crochet o las artesanías me dan un plus estupendo porque además ahí sí que tienes más facilidad de encontrar fibras naturales y con certificado.
Cómo hacer vestidos virales
Cuando Inés lanzó su firma, las bodas se aplazaban de forma constante, las restricciones cambiaban semanalmente en cada comunidad autónoma y la incertidumbre que rodeaba al sector era muy grande. Sus primeros encargos eran de chicas conocidas: una amiga de una prima, alguien con quien tenía una amiga en común… "En el mundo nupcial, el poder del boca a boca es tremendo. Y luego también es verdad que yo siempre digo que conté con la suerte de tener muy buena acogida en medios. No sé si fue por mi discurso o por mi forma de diseñar, pero todos los medios os volcasteis mucho en mi firma y me disteis mucho apoyo", nos dice la creativa.
Por otro lado están las redes sociales. Aunque el grueso de sus clientas no llegan por ahí, sí le ha servido para darse a conocer y, sobre todo, para que algunas de sus novias se viralicen. Una de ellas fue María, una madrileña que eligió para su gran día un vestido de inspiración romántica, para el que la diseñadora utilizó un mantel antiguo bordado que había encontrado en un anticuario y que utilizó en el bajo y en la cola.
¿Dirías que tienes un perfil concreto de novia?
Yo creo que sí. Creo que son mujeres con carácter, casi todas mis clientas saben lo que quieren, deciden por sí mismas y tienen presencia. Casi todas son muy detallistas y diría que son creativas. Y lo que me parece muy curioso es que gran parte de mis clientas son del mundo sanitario. Tengo un montón de enfermeras, podólogas, ginecólogas… increíble.
Dices que vienen con las ideas claras, ¿pero se dejan guiar?
En general se dejan guiar, intento transmitirles que yo no voy a diseñar para mí, yo voy a diseñar para ellas. Creo que ahí es donde se hace muy especial la conexión, al final se ponen en mis manos porque yo creo que entienden que yo voy a hacer lo mejor para ellas y es supergratificante porque no confían en mí por mi nombre, soy Inés Lacasa, no Valentino, sino por mi trabajo.
¿Qué consejo darías a las novias que se van a hacer un vestido a medida?
Lo principal es que tengan confianza en la persona que se lo vaya a hacer, es importante que haya feeling, pero sobre todo confianza para decir lo que no te gusta; hay que elegir a la persona con conciencia. Por otro lado, llega un momento en que tienen que dejar de mirar, yo siempre digo a mis novias que cuando apuesten por un diseño vayan al 100% con él. Y que disfruten. Es un proceso súper bonito, que a veces es largo y a ellas les agobia, pero es muy bonito, te implicas muchísimo y cuando acaba yo creo que dices wow, es que hasta el botón lo he decidido. Creo que pocas mujeres se van a volver a hacer un vestido a medida. Por eso fluye, ve con el proceso, disfruta de la selección de los tejidos, disfruta de la selección de los detalles, disfruta de las pruebas, disfruta de los arreglos que te tienen que coger… luego es un recuerdo precioso.