Pasar por el altar para muchas novias es un paso prioritario como parte de su relación, para otras, sin embargo, el ‘sí, quiero’ llega después de muchos años de amor, como broche a una larga etapa y una sólida unión. Este fue el caso de Beatriz Lillo, que se casó el 23 de junio en Madrid con Manuel Gazapo, tras 15 años juntos, desde que se conocieran en el colegio. “Después de tantos años, lo teníamos claro… Cuando empezamos a salir, a los pocos meses, siendo enanos, me dijo que se quería casar conmigo en medio de la playa, en un viaje a Mallorca de fin de curso, pero yo no me lo tomé muy en serio. Y aunque alguna vez habíamos hablado sobre cómo lo organizaríamos, no fue nada de peso”, nos desvela ella misma.
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Aunque la pareja se había planteado celebrar el gran día anteriormente, no se atrevían a dar el paso. Pero, con algo de espontaneidad, Beatriz lo decidió de repente: “una tarde después de hablar con mi hermana, le llamé mientras estaba de viaje de trabajo en Latinoamérica, y le dije que teníamos que hablar (parece un poco dramático, pero fue bastante gracioso, no me tomó nada en serio). Cuando llegó, con la maleta en la mano, en mitad de la cocina, le dije que ya lo había decidido y que nos casábamos. Y le pareció estupendo”.
Un look de novia con pantalón
Comenzaron entonces los preparativos de su boda, celebrada por lo civil y con una bonita ceremonia íntima y cercana, para la que nuestra protagonista optó por un look digno de las mejores estilistas. Frente a los vestidos de novia más tradicionales, ella optó por un diseño con pantalón firmado por el sevillano afincado en Madrid Luis Infantes. “Era algo que tenía clarísimo desde el principio y además lo hizo muy fácil desde el primer email. He seguido los vestidos de novia de algunos diseñadores en los últimos años y, aunque todos me encantaban, nunca tuve un clic como tuve con Luis, cuando vi un par de sus vestidos en Instagram. Rápidamente me di cuenta de los puntos en común, y me sentía identificada. Me pondría sus diseños. Le escribí, fui a verle a su atelier y me dejó alucinada cómo me había entendido mandándole sólo fotos y sin conocerme”, revela.
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Beatriz apostaba por la comodidad del pantalón, pues con vestidos no se sentía identificada. Desde el primer momento tenía muy claro que llevaría un sombrero y que dejaría a un lado el velo, un accesorio que no le convencía. Buscó inspiración en la redes y se imaginó a lo Saint Laurent, en su etapa más disruptiva (esa en la que triunfaba su esmoquin femenino). Fue así como el diseñador ideó para ella diferentes bocetos, pero se decantó por el primero que este le presentó: “recuerdo haberle dicho: ‘si Manu viera este diseño sé que lo elegiría’. Encajaba muy bien con el entorno del la celebración”. No visitó más firmas, ni tampoco quiso ir acompañada, para ser consciente, disfrutar y elegir ella misma. “En las siguientes pruebas, vinieron mi madre y mi hermana, y si dudé durante un momento en la primera prueba. Pero en seguida lo ves más montado”, reconoce.
Para el diseñador Luis Infantes, este proceso también fue una bonita aventura, como él mismo nos explica: “Beatriz vino a mí con la convicción de ser ella misma el día de su boda. Desde el momento en que nos conocimos hubo una conexión especial, de esas que se dan entre creativo y una verdadera amante del arte. Tenía una sensibilidad especial y se notaba en su forma de hablar y sus movimientos. Era una chica que entendía perfectamente la cabeza de un creativo y no se perdía en términos conceptuales. Beatriz estudió Historia del arte y se notaba su capacidad de apreciar y el respeto por la moda. Cuando vino por primera vez, estaba decidiendo aún entre dos localizaciones para el día de su boda. Una de ellas era el Museo del Traje y por cómo describía querer sentirse ese día, la animé a que fuera allí. Cual fue mi sorpresa cuando además me contó que sus suegros, Gazapo Lapayese arquitectos, fueron los encargados de la remodelación del museo. No había duda en elegir ese escenario para el día más importante de su vida”.
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El dúo de éxito para su look lo formaron un chaleco amplio y un pantalón estilo culotte, de silueta limpia y con una punto escultórico. “Lo principal era jugar con las líneas a diferentes niveles y el juego de bloques todo realizado en crepe, con detalles de bambula de seda. Debía ser fuerte y delicado al mismo tiempo, una verdadera chica Luis Infantes que tenía la naturalidad de llevar una pieza con tanta personalidad como ella”, recuerda el diseñador.
Un tocado espectacular
Si bien cada vez más novias se apuntan a la tendencia de lucir un segundo vestido nupcial o un look transformable en su gran día, nuestra protagonista no se imaginaba cambiando de estilismo, porque estaba verdaderamente enamorada de él. “Pero sí lo hicimos con la pamela. Esta se apoya en una base, que al quitarla queda muy bonita e Isabel, de Balel, la moldeó para que quedase como segundo tocado”, apunta. Porque Beatriz apostó por llevar una pieza especial en la cabeza reallizada por esta reputada sombrerera. “Encontré a la firma, por casualidad andando por la calle y vi el cartel. Llame a Luis para comentarle que había ido a verla y que podíamos ver opciones con ella. También venía a las pruebas y era muy divertido probar varios diseños de sombreros hasta que dimos con el que más se parecía al boceto”, revela. Así nació su espectacular tocado desmontable.
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Para la creación de su ramo de novia se puso en manos de Marta y Paola, de Marta Azpeitia Flores, en quienes confió para diseñar una propuesta de estilo minimalista. “El ramo son flores de hyppeastrum. Luis me planteó algunas opciones románticas, minimal, etcétera. Yo prefería más minimal y con volumen, para acompañar la pamela. Marta y Paola tuvieron la paciencia de enseñarme fotos el día anterior para ver cuantos tallos montaban”, recuerda.
Accesorios especiales
“Llevaba un colgante de Sansoeurs que me regalaron mis amigas por casarme. El anillo de pedida que también es de ellas, Sansoeurs. No es ni solitario, ni joya antigua, ni estilo Lady Di, etcétera, es algo que puedo llevar todos los días y no quitarme. Además, fue todo un acierto porque sigue la línea de la pamela. Cris y su marca me encantan y no sé elegir una pieza de joyería que no sea suya. Inicialmente pensamos en unos pendientes de porcelana blancos con mucho volumen, pero no encontramos unos adecuados. Después de mucha búsqueda encontré unos de la marca Monies, de hueso, que podían encajar y los tenían en Fahoma”.
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Maquillaje y peluquería
Para Beatriz, la cuestión del look de belleza parecía un reto difícil de solucionar, pues nuestra protagonista no utiliza, en su vida diaria, ni una gota de maquillaje. Aquello le parecía muy difícil, pero dio con una solución que fue clave en su éxito. “Había visto a Regina Capdevila hacía tiempo y me gustaba mucho, pero como no estoy acostumbrada, no me decidía. Y en una de las pruebas Luis me dijo que la llamase 100% y fue un acierto total. Cuando la conocí, Regina en seguida me tranquilizó y fuimos a algo súper sencillo”, dice.
Más allá de las tendencias nupciales
"Creo que lo mejor es verte tú misma y atemporal. Quizás en unos años se lleven otro tipo de estilos o detalles, pero lo importante es que te veas tú".
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Y esa misma esencia también se respiró en otros aspectos de su gran día, de la organización a las anécdotas. Una boda que llegó tras una bonita historia de amor: “somos los dos de Madrid y es bastante curioso porque siempre hemos estado en las mismas zonas, pero nunca nos habíamos cruzado. Manu y yo vivíamos en la misma calle de pequeños”. Con él comparte, no solo el gusto por el arte (o la pasión que ella siente por la moda), también su forma de entender la vida, en la que la familia y los amigos de siempre son verdaderamente importantes.
Boda en Madrid
La pareja organizó todos los detalles de su boda, sin dejar nada al azar. “En un principio, íbamos a celebrarlo en septiembre, pero finalmente ha sido en junio y tuvimos que darnos más prisa. A pesar de todo, algunas cosas se quedaron para el final o íbamos con prisas; pero todo el mundo ayuda para que las ideas salgan adelante”. Para las invitaciones de su gran día, por ejemplo, apostaron por Verónica, de Taller Silvestre, que hizo cada una de ellas con un diseño floral diferente. "Pusimos fotomatón y llamamos a Carol de The Milkshake Room, para que nos ayudase a decorarlo. Confiamos en Whatever Jazz Band para el cóctel. También en Laia, de Ohlalalaia Fotografia, que además de hacerme sentir cómoda, (a mí no me gusta salir en las fotos, me da vergüenza) fue mi sombrerera particular, ella me colocaba siempre con una sonrisa”, reconoce. Y todo salió redondo, sin wedding planner, pero con la inestimable ayuda del catering.
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Celebraron una ceremonia civil con un marcado estilo personal. El novio preparó todo con un amigo, que haría de maestro de ceremonias. “Y los invitados cercanos salían a hablar sobre cómo nos habían visto evolucionar, algunos en pareja y otros solos”, describe Beatriz. Se decantaron por el Museo del Traje y utilizaron algunos de sus espacios por la vinculación que tenían hacia esta pinacoteca, pues: “los padres de Manu realizaron la remodelación del Museo del Traje en el año 99 y su paisajismo”.
Lo más especial del día
"Darle la mano a Manu, ver a mi hermana y mi madre, reírme con mi padrino y mi cuñado en el coche, bailar con nuestra familia y amigos hasta el final. En definitiva, como dijo mi hermana en su discurso, pasar el rato, juntos", confiesa Beatriz.
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Anécdotas divertidas
"Por mucho que lo tengas todo previsto, siempre hay algo que se te olvida. Cuando terminamos la fiesta, mi madre se llevó mi móvil, nos dimos cuenta en la puerta de casa, que no teníamos llaves y yo perdí un zapato. Así que nos sentamos en la puerta del portal con un amigo, a que la madre del novio viniera a las 6 de la mañana a traernos las llaves y reírnos".
Beatriz no se considera una chica de tradiciones, aunque entiende que hay algunas que conviene llevar a cabo en un día tan especial. “Creo que en nuestro caso, nos saltamos algunas porque somos una familia muy pequeña y no hubo tanta pompa. Por ejemplo, para el baile juntos elegimos una canción que Manu me ponía cuando éramos más pequeños, Armaggedon. Yo me quite los zapatos y baile descalza apoyada en él. Sin practicar vals, ni bailes con padrinos. Aunque, sí llevé conmigo una cinta azul de la Virgen del Pilar que me trajeron unos amigos".
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Con la experiencia vivida muy fresca en la mente, el cuerpo y el alma, Beatriz recomienda a las parejas que se casan próximamente que se impliquen las dos partes y que se sorprendan mutuamente. “Yo creo que, como me dijo Luis Infantes, hay que tomarse un momento para respirar, ser consciente y disfrutarlo, al entrar en la ceremonia y en el resto del proceso. Que siempre vayan de la mano”, concluye.