La historia de Rocío, la novia madrileña del vestido con escote Bardot y la diadema familiar

Para muchas novias, el punto de partida de la creación de su vestido es incierto, pues definir exactamente qué es lo que se desea o lo que se cree más favorecedor para una misma no es tarea fácil. Sin embargo, en el proceso de diseño de un traje a medida, la confianza es el factor más importante y dar con la firma que dé forma a ese look es, sin duda, un gran paso. Es lo que sucedió con Rocío, una recién casada con un estilismo con personalidad, que en sus inicios no sabía lo que buscaba. “No tenía claro el diseño como tal pero sí que tenía bastantes ideas. Quería llevar algo de organza o tul transparente y, finalmente, opté por la organza”, nos cuenta ella misma. Para su boda en Madrid, se puso en manos de Sofía Delgado, quien diseñó para ella una pieza con marcados tintes medievales y el popular escote Bardot.

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Un vestido ‘made in Madrid’

“El vestido me lo diseñó Sofía Delgado, y no puedo estar más contenta de habérmelo hecho con ella. El primer día que fui a verla, me pidió que le enseñara fotos de mí arreglada, para ella hacerse una idea de lo que yo solía llevar. En base a ver mis fotos y los comentarios que yo le había hecho, me hizo varios bocetos y uno de ellos me encantó, que fue el que finalmente llevé”, explica Rocío. Y es que nuestra protagonista tenía un objetivo claro: no sentirse disfrazada y dar con una pieza que representara su estilo, con algún toque especial. Y la firma madrileña lo comprendió desde el primer momento.

Echando la vista atrás, Rocío reconoce que acertó con sus decisiones para un diseño tan importante. “En la elección del vestido, fui a ver a varios diseñadores, y quién más me gustó fue Sofía Delgado. Desde el principio captó lo que quería y congenié mucho con ella. Creo que es importante llevarte bien y sentirte cómodo con quién va a ser parte del proceso tan importante que supone la elección del vestido de novia”, apunta. La prenda partió de un boceto que la diseñadora ideó para ella y que fueron modificando en diferentes pruebas. “Era de un estilo medieval, pero a la vez, moderno. La verdad es que nunca me imaginé que fuera a ir así vestida, ¡pero el resultado no me pudo gustar más!”, señala.

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Ramo de novia silvestre

A un vestido de inspiración romántica solo se le podía añadir un ramo de estilo similar. Nuestra protagonista se decantó por una opción silvestre y atemporal, en color blanco, que también ha cautivado a otras novias virales. “Llevé un ramo de margaritas. Fue un ramo sencillo, pero que me encantó. Me gustan muchísimo las margaritas y me pareció que iba a quedar muy bien con el vestido”, confiesa.

Además del ramo, otros accesorios con historia completaron el look de Rocío. El primero de ellos era el anillo con el que Luis (su ya marido) le pidió matrimonio. También unos pendientes de estilo art deco de su familia y la estrella del estilismo: “una pulsera de mi abuela colocada a modo de diadema. Es una joya de la familia que se pusieron mi madre y todas mis tías, y también mi hermana y mis primas. Cuando supe que me casaba, tenía clarísimo que me la iba a poner, y no me podía hacer más ilusión”.

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En clave ‘beauty’

Lejos de los maquillajes de fiesta más populares de la red, la novia quiso recurrir al mismo look de belleza que la acompaña a diario. “Por eso, el maquillaje fue muy natural, y me maquilló David Francés, que me captó a la perfección. Para el peinado, me apetecía llevar el pelo recogido pero no con moño, por eso decidí hacerme una coleta con ondas que me hizo Gema Ledesma. Fue una coleta sencilla pero muy bonita y que aguantó toda la noche intacta. ¡Gema es una artista!”.

Su historia de amor

Todos estos detalles sumaron para dar forma al estilismo del día más esperado. Una jornada para el recuerdo que llegó, para Rocío y Luis, después de años de amor y una infancia juntos. Una aventura preciosa que ella misma nos descubre. “Luis y yo nos conocemos desde que éramos pequeños. Fuimos al mismo colegio y a la misma universidad, pero en distintos cursos, y aunque nunca fuimos amigos, siempre habíamos estado presentes de alguna manera el uno en la vida del otro”, recuerda.

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El flechazo llegó hace tan solo cinco años, tal y como nos desvela nuestra protagonista. “Cuando yo seguía en la universidad y Luis ya estaba trabajando, empezamos a coincidir más y comenzamos a salir. Desde la primera vez que quedamos supe que era la persona con la que quería compartir el resto de mi vida. ¡Y no me equivocaba! Después de cuatro años, Luis me pidió matrimonio durante un viaje a Marruecos y no dudé en decirle que sí”.

El pasado sábado 6 de mayo se casaron en una bonita ceremonia que tuvo lugar en la Basílica del Monasterio de El Escorial y, posteriormente, lo celebraron en la Finca El Campillo. “Siempre nos habían gustado las bodas en primavera, con el comienzo del buen tiempo. Luis y yo hemos vivido siempre en Madrid y nos encanta. Nos parecía que El Escorial era algo muy representativo de Madrid, y por tanto, nuestro. Conocimos la Finca El Campillo hace un par de años y es tan bonita que siempre dijimos que cuando nos casáramos, lo haríamos ahí”, indica.

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Organizar una boda con wedding planner

Rocío describe los preparativos de la boda como una etapa muy ilusionante. Luis y ella se encargaron de la organización del gran día con ayuda de sus madres y hermanas. “A mí siempre me ha encantado celebrarlo todo, desde un cumpleaños hasta el aprobado de un examen… Y nuestra boda, por supuesto, no podía ser menos”, reconoce. La pareja se comprometió un año antes de pasar por el altar y confiaron en sus contactos para localizar proveedores. “¡Fueron todos buenísimos! El día de la boda, sí que contratamos a Ana Cano como wedding planner, y ¡fue una gozada! Unas semanas antes del enlace nos despreocupamos absolutamente de todo y Ana nos tomó el relevo. Al final salió todo perfecto, no podría poner ninguna pega y la volvería a elegir mil veces más”, señala.

En lo relativo a la decoración de los diferentes espacios de la boda, la pareja tuvo en cuenta el número de invitados, pues era una celebración muy numerosa y la época del año. Ambos buscaban un efecto despejado, que no resultara sobrecargado. “Pero, a la vez, sí que nos hacía ilusión que hubiera muchas flores (nos encantan). Para la decoración contamos con Aquilea flores, que decoró todo el salón con centros altos y bajos, de colores primaverales, y quedó todo muy bonito. En la zona de baile, combinamos flores colgando del techo con pequeñas velitas, y quedó ideal”, nos dice.

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Lo más especial del día

"Todo fue muy especial, desde que me levanté hasta que acabó el día. Comenzó el día con los preparativos de maquillaje y peinado, en los que me acompañaron mi madre y mi hermana. También llegaron varias amigas que me trajeron champán para brindar, y eso me hizo muchísima ilusión. En el momento de la comida, mi prima Leti, y Nacho, un amigo de Luis, nos hicieron un discurso cada uno, y no nos pudo emocionar más. Yo no me lo esperaba para nada, y fue precioso y muy emotivo.

El momento del baile también fue muy especial. Me emocionó mucho bailar con mi padre, con el que bailé un valls clásico (The Second Waltz), y también con Luis. Luis y yo nos habíamos preparado un baile con la canción de Can’t take my eyes of you y aunque no salió para nada como lo habíamos planeado, lo acabamos improvisando y creo que salió aún mejor. 

Si tuviera que quedarme con un sólo momento, lo más especial, sin duda, fue la entrada en la iglesia y el momento del 'sí quiero'". 

Anécdotas inolvidables

"A una semana de la boda daban un tiempo horrible, con mucha lluvia. Nosotros que habíamos esperado hasta primavera para tener buen tiempo y parecía que íbamos a estar en pleno enero. Siempre nos habían contado la tradición de llevar huevos a Santa Clara para que haga buen tiempo y Luis estuvo la semana previa a la boda llevándoles una caja de huevos todos los días. Al final, no sólo no llovió, sino que hizo un día de pleno verano", cuenta entre risas.

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"Como detalles de decoración, nos hicieron mucha ilusión los meseros. No teníamos muy claro qué queríamos poner y nuestro amigo Fernando Enríquez nos propuso dibujarnos los meseros de nuestra boda recreando nuestro viaje de novios. Nos fuimos de viaje a la India y a Sri Lanka, así que dibujó ilustraciones de ambos países, y quedaron preciosos".

"Otra cosa que me gustaría destacar fue el coche con el que salimos Luis y yo. Era un Mercedes antiguo de mi bisabuelo, con más de 70 años de historia y me hizo mucha ilusión poder llevar ese coche el día de nuestra boda".

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Una boda grande

La suya fue una boda natural, repleta de momentos cómplices y de frescura. “Tenemos familias muy grandes y la boda iba a ser muy grande inevitablemente, pero, a pesar de ello, queríamos que todo fuera muy cercano (y creo que lo conseguimos)”, reconoce. Contaban con una idea clásica de enlace, “como los de toda la vida”, y el concepto fue todo un éxito. 

Según nuestra protagonista, todos los novios avisan de lo rápido que pasan los preparativos y la boda y, sin embargo, los prometidos nunca tienden a darse cuenta. “A quienes se casan próximamente les diría que intenten disfrutar del día lo máximo posible”, avisa. Porque ella no pudo estar más feliz en el día ‘B’, incluso con esos contratiempos que apenas se aprecian. “Les diría que no se fijen en los pequeños errores o aquellas cosas que no salen exactamente como se planifican, porque la gente no se da ni cuenta. Yo volvería a repetir la boda todos los días y volvería a repetir esos pequeños fallos también”. Y eso es el señal de que el amor está, siempre, por encima de cualquier otra cosa.

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Para concluir, Rocío y Luis quieren agradecer el trabajo de todos los profesionales que dieron forma a su 'sí, quiero':

Fotografía: Retrato de un Instante.

Vídeo: 2brotherswedding.

Wedding Planner: Ana Cano Eventos.

Vestido: Sofía Delgado.

Zapatos: Jimmy Choo.

Maquillaje: David Francés.

Peinado: Gema Ledesma.

DJ: Diego Gilca, de Gilca Sounds.

Grupo de música: Cosa de Dos.

Invitaciones: Marta Gutiérrez.

Finca: Finca el Campillo.