Ayer fue un día muy especial para Encarna Salazar, vocalista, junto a su hermana, Toñi, del dúo Azúcar Moreno. Su única hija, Carolina -fruto de su matrimonio con el exfutbolista argentino Mauricio Trillo- ha dado el ‘sí, quiero’ a su novio, Javier Rojas, en la Iglesia de San Francisco de Borja, en Madrid; y ni la lluvia que amenazaba con caer en la capital logró empañar el mágico momento.
Carolina y Javier se conocieron hace tres años, en plena pandemia, y lo suyo, como ella misma nos cuenta, fue un auténtico flechazo: “Estaba esperando a una amiga que llegaba tarde -que todavía le agradezco el retraso-. Él se acercó a presentarse y, desde entonces, inseparables”.
Una pedida de mano sorpresa y con dos cómplices de excepción
A principios del 2022 y tras casi dos años de relación, Javier tenía claro que Carolina era la mujer de su vida y que quería casarse con ella. “Estuve unas semanas visitando joyerías buscando el anillo de sus sueños y, cuando por fin lo encontré, me fui a casa de Encarna asegurándome que Carol no estaría y que su padre, Mauricio, pudiese estar por videollamada para darles la gran noticia. Fue una conversación muy emotiva en la que les transmití todo lo que hace de nuestra relación la más única y especial y mi decisión de dar un paso tan importante con su hija. Soy muy tradicional y para mí era importante contar con el consentimiento de sus padres. Lo que no les especifiqué era sitio y día en que se lo pediría para guardarme un factor sorpresa”, detalla Javier.
La sorpresa llegó en mayo de 2022, durante el viaje que la pareja había organizado a Brujas. Tras recorrer toda la ciudad, llegaron a una zona cerca de uno de los canales con un paisaje precioso, de postal, y ahí Javier se arrodilló y declaró su amor a Carolina. “Fue bastante gracioso porque era una zona donde no se podía entrar y Carol al principio pensaba que le estaba diciendo que venía la policía a multarnos”.
Una novia elegante y atemporal
Carolina confió en Navascués la confección de su primer vestido de novia. “Quería un diseño atemporal, elegante y nada recargado, pero con un toque de elegancia como son las mangas abullonadas”.
Su propósito era claro: “Quería sentirme una novia clásica, ya que creo que es el único día de tu vida que puedes ir así, y era el estilo de traje con el que más identificada me siento”. Y la firma se encargó de crear el modelo perfecto, que acompañó de un tocado hecho por Carmen María Mayz; y un ramo, de Blooms, en el que predominaban los verdes y algún toque blanco. Aunque el detalle más especial fue la cinta azul que anudaba las flores, con el nombre de sus cuatro abuelos para que, de algún modo, también estuvieran presentes ese día.
En cuanto a las joyas, optó por la sencillez, luciendo tan sólo su anillo de pedida y unos pendientes que le había regalado su suegra, ambos de Suarez.
Un segundo vestido con escote asimétrico
Tras darse el ‘sí, quiero’, los novios celebraron su unión en un marco de excepción, el Castillo de Viñuelas, una fortaleza de origen medieval situada en el sur de la Sierra de Guadarrama.
Como nos adelantaba Carolina, tanto sus tíos como su madre y su tía cantaron varias canciones en un escenario que habían preparado. Y, como nos adelantaba la propia novia, ésta iba a ser una boda muy flamenca y divertida, así que, para poder disfrutarla al máximo, lució un segundo vestido de la firma Encinar -que también se encargó de vestir a Encarna tanto en el look que llevó a la Iglesia como el que lució en el cóctel-.
“Fabio es un buen amigo y sabía que me iba a entender a la perfección. Creo que es un diseño muy fiel a mi estilo porque me encantan los escotes asimétricos y, al mismo tiempo, quería algo cómodo para bailar y levantar los brazos”.
La radiante novia también sorprendió con un nuevo peinado. Se desprendió del tocado y soltó su melena, que onduló para la especial ocasión.