El estilo de un diseñador suele estar creado por un sinfín de pequeños fragmentos. El de Paloma Reguillo, fundadora de Reguillo, una firma nupcial (y de invitadas) que nació hace un par de años, tiene un poco de Abba y sus llamativos estilismos, de Sorolla y su maestría para recrear una luz llena de matices, de Vetusta Morla y la melodía de Los días raros, de la época de John Galliano en Dior. Una mezcla curiosa y muy especial que ha convertido a la madrileña, a sus 28 años, en una de las diseñadoras nupciales más buscadas de Madrid.
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Sus vestidos, salpicados de volúmenes y detalles que los hacen diferentes, llenan las redes sociales y se viralizan con cierta facilidad. Pero ella prefiere vivir al día, consciente de que el éxito de una firma es el trabajo constante y la perseverancia. Paloma nos recibe en su atelier de la capital, un pequeño espacio ubicado en el madrileño barrio de Salamanca. Es acogedor y muy elegante. En un amplio perchero dorado cuelgan los vestidos de sus colecciones Nº1 y Campanera, propuestas nupciales con las que inspirar y mostrar su identidad. En una pequeña habitación contigua está su estudio, desde el que crea y da vida a sus diseños y en el que están dispuestos los bocetos de todas las novias que han confiado en ella y se casarán este año.
La diseñadora nos explica que su pasión por la moda viene desde que era niña. "Suena a cliché, pero es que es así. En mi familia ha habido mucha relación con el mundo de la artesanía: encaje de bolillos, bordados… Es algo que he visto desde muy pequeña". Y nos cuenta, entre risas, que en clase le reñían por dibujar figurines. Pero Paloma no se planteó estudiar diseño. No al menos hasta que un profesor se lo propuso. Primero cursó ADE, una opción con 'menos riesgo', luego se formó en moda y en su tercer año empezó unas prácticas en Redondo Brand, una firma que entonces acababa de despegar. "Enseguida conectamos superbien y estuve con ellos dos años y medio. ¡Fue una experiencia maravillosa!", nos cuenta.
En 2021 decidiste lanzar Reguillo. ¿Por qué sentiste que había llegado el momento?
Era algo que siempre había querido. Mi trabajo de fin de grado de ADE era lo que es ahora Reguillo, pero con otro nombre. Llevaba ya dos años en Redondo. Estaba muy contenta porque allí pasaban cosas alucinantes, pero yo sentía que me estaba estancando un poco. Quería evolucionar y quería crecer. Con la pandemia había tenido mucho tiempo para reflexionar y pensé: 'si no es ahora, ¿cuándo va a ser?'. Con el tiempo, empiezas a tener más obligaciones, más cargas… Era el momento de arriesgar.
Aunque tu pasión por el diseño viniera de lejos, ¿siempre habías soñado con dedicarte al mundo nupcial?
Siempre he sido una loca de las novias. He sido de estas niñas que tienen la carpeta de Pinterest con vestidos y cosas de inspiración de bodas desde que tenía quince años. También me encanta la alfombra roja, la alta costura… Y sentía que era una manera de acercarme a eso aquí en España. Ojalá llegue el día en el que pueda desfilar en la alta costura de París, pero hasta entonces me pareció que era la forma de aportar esa visión que tengo del diseño, pero en el mundo de las novias.
Cuando empezaste con Reguillo creaste una primera colección nupcial, Nº1, pero no para ponerla a la venta, sino para mostrar tu filosofía de marca.
Venía de cero, nadie me conocía, no había hecho ningún vestido de novia bajo mi nombre. Hice cinco diseños de novia que representaban, desde mi punto de vista, cinco mujeres diferentes. Eran muy diferentes entre sí, pero todas tenían ese punto un poco glamuroso, sofisticado… no eran la típica novia. Hicimos una sesión de fotos con la fotógrafa Inmaculada Mariscal y ese fue el inicio.
¿Cómo de difícil es emprender?
Dificilísimo. Es algo que está muy romantizado, pero hasta que no estás dentro, no ves lo difícil que es. Creo que hay que tener mucha pasión y que te guste muchísimo para no decaer. Yo empecé la marca con los pocos ahorros que tenía y un préstamo que pedí al banco. Cada paso es pensándolo mucho, con un poco de miedo e incertidumbre, pero cuando ves que todo va saliendo bien y que va fluyendo, dices, 'vale, no me estoy equivocando'. Es como una montaña rusa constante, pero al final compensa.
¿Qué tipo de chicas eligen Reguillo?
Suelen ser chicas muy interesadas en la moda, pero no insiders. Hay abogadas, médicos, periodistas… un poco de todo, pero que siempre han querido jugar con la moda, que les gusta, se comunican a través de ella. Quieren algo especial en su vestido de novia. Algunas son más atrevidas, otras son más clásicas, más sencillas, pero todas buscan ese toque. Son novias muy diferentes entre sí.
¿Suelen descubrirte en redes sociales o gracias al boca a boca?
Muchas en las redes sociales. Al principio me daba un poco de miedo porque hay un montón de diseñadores de novias y hay perfiles con miles y miles de seguidores. Pero es verdad que la que llega a mi Instagram, que es una cuenta pequeñita, siempre escribe. Lo que me dicen es que han visto un vestido muy diferente, alejado de lo que hay en otros sitios. Hay mucho boca a boca también, de novias del año pasado a novias que se casan este.
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Cuando las novias llegan a ti, ¿lo hacen con una idea muy clara de lo que buscan?
Hay de todo. Algunas sí que tienen súper claro lo que quieren, otras que no tienen ni idea y otras que tienen un batiburrillo de ideas. En la primera entrevista que hacemos les hago un montón de preguntas sobre la boda, sus gustos, hacemos un repaso de arriba a abajo sobre cómo se imaginan ellas… Con todo eso intentamos bajar a la tierra todas las ideas que tengan.
¿Cómo definirías a la novia de Reguillo?
Creo que es muy segura de sí misma, atrevida, pero elegante a la vez.
Además de propuestas para novias, ahora cuentas con una colección de invitadas.
Me acabo de lanzar con la colección de invitadas porque estoy en plena época de bodas -¡este año tengo diez!- y es un drama lo de los vestidos. Encontrar una marca que te guste, con la que te sientas reflejada y, claro, no puedes comprarte un vestidazo para cada una de las bodas… Me apetecía ofrecer una invitada diferente, muy en la línea de lo que contaba de las novias, pero no quería una colección de fast fashion.
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Por eso creáis los vestidos de invitada bajo demanda. También es una forma mucho más sostenible de trabajar.
Las marcas o son sostenibles o no van a ser. Más si empiezas desde cero. Yo entiendo que a una marca que lleve mucho tiempo le cueste adaptarse a esto, pero alguien que empieza desde cero como yo tiene que apostar por la sostenibilidad. Creo que es un pilar fundamental. Yo soy una marca muy pequeñita, pero creo que si cada una genera un pequeño impacto, el resultado sí se va a notar. Pero hay que reeducar al cliente. Lo veo en mí, lo veo en mis amigas... cuesta mucho gastar más y tener menos cantidad de ropa, pero creo que es un trabajo que poco a poco se puede hacer y llegar a una moda que sea sostenible.
Al hacer novias e invitadas, ¿ves que hay tendencias que confluyen en los dos tipos de vestidos?
Sí. Una tendencia que ahora es súper clara en las invitadas, las capitas de gasa, viene de la novia. Creo que cada vez hay más tendencias de novia que inspiran a las invitadas. Pero también creo que las tendencias tienen una vida cada vez más corta porque las ves, se hacen virales, lo lleva todo el mundo durante tres meses y ya al cuarto dices, ¡jo, si esto está más visto que el tebeo!
Y en ese mundo de tanto cambio, ¿cómo creas tus vestidos para que sean distintos?
Los vestidos de novia los alejo bastante (o lo intento) de las tendencias porque creo que tiene que ser una cosa que te guste con el paso del tiempo. Yo no sé si mis vestidos son el típico diseño clásico que ves dentro de 50 años y te encanta, porque tienen ese punto un poco especial, extravagante, que quizá en unos años no sea el que más te guste, pero sí creo que no están nada vistos. Además, siempre digo que la mayor fuente de inspiración para cada vestido de novia es la propia novia. Muchas veces ellas no están en la tendencia del momento, hay algo que les encanta, por ejemplo, los volantes, y no necesariamente tiene por qué haber volantes ahora.
Antes nos has dicho que siempre has sido una emocionada del mundo de las novias, que te encanta, ¿cómo te imaginas tu vestido?
Tengo clarísimo que voy a ser de esas novias que lleve 50 vestidos -bromea-. No 50, pero por lo menos dos porque voy a ser incapaz de elegir. Pero sí que sé que quiero un vestido grande, como le digo a mi novio, un vestido tarta. Creo que por culpa de mi madre y de las películas de Sissi Emperatriz, que me las he tragado de pequeña una y otra vez. Soy muy fan de todos esos vestidos de Dior de los años 50 con faldas grandes… Me gustaría llevar algo así porque creo que es la única vez en mi vida que me lo voy a poder poner.