España puede presumir de tener algunas de las novias más originales y elegantes de la historia. Prometidas que eligen vestidos muy especiales, capaces de transmitir su personalidad sin necesidad de explicaciones. Carmen buscaba uno de esos looks y la diseñadora andaluza Carmen Maza fue la encargada de crearlo. Una propuesta sencilla, pero con detalles diferentes, que funcionaba perfectamente en Granada, la ciudad que la ha visto crecer y que se convirtió en el escenario de su enlace.
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Un vestido lleno de magia
Un sentimiento similar es el que debe tener una novia con quien se encarga de dar vida al vestido de sus sueños, porque recordamos, crear desde cero una pieza requiere tiempo, mimo, cariño, y gusto, pero sobre todo compresión y confianza mutua. "Cuando conocí al equipo de Camen Maza, sentí que conectamos al momento", nos cuenta. La modista sevillana, que lleva desde 1974 con la aguja en la mano, fue la artífice de uno de los diseños más bonitos y mágicos que hemos localizado estos últimos meses dentro de nuestras fronteras.
A la hora de ponerse manos a la obra mano a mano en el proceso de diseño, es importante conocer qué estructuras favorecen a tu silueta y el estilo e inspiración que encaja contigo, independientemente de las tendencias punteras que marquen la pasarela. "Buscaba un vestido que me representara, que me hiciera sentir yo misma. No considero nada importante seguir las modas, tienes que ser fiel a tu propio criterio y gustos" nos cuenta la granadina.
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A diferencia de otras novias con las que hemos hablado, Carmen sí sabía lo que quería llevar para su boda, que tuvo lugar el 23 de julio de 2022. "Tenía muy claro el tipo de diseño que quería para mi gran día, desde hacía mucho tiempo, ¡diría que años!", confiesa muy emocionada. Por eso no nos extraña que irradiara felicidad y seguridad a partes iguales, porque no hay nada más increíble que sentirte guapa.
Un detalle muy simbólico
No es ningún secreto que todas soñamos con ese momento de película, llegar al atelier acompañadas de nuestra madre, hermanas y amigas, para enfundarnos por primera vez en el look blanco más especial e importante que colgará de tu armario. "Hicimos cuatro pruebas del vestido y fueron muy divertidas y únicas. Lo que más me gustó del proceso de creación fue que mi madre confeccionó durante meses un precioso cinturón con cristales bordados de un ajuar antiguo familiar. Sin duda alguna es uno de los detalles más simbólicos del vestido. Me emocionó mucho cuando me lo dió en la penúltima prueba", explica.
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Como bien nos explica, "siempre he querido un vestido sencillo y cómodo para poder disfrutar", de ahí que el complemento cargado de sentimientos que afinaba su figura, cobrara gran protagonismo. ¡Pero no fue el único! Carmen dejó a un lado los clásicos zapatos de boda que solemos ver año tras año, para calzar uno de los diseños artesanales de la historia, un precioso guiño a la artesanía andaluza, unas alpargatas blancas de yute.
Joyas con historia
En cuanto a las joyas, Carmen llevó el anillo con el Jordi le pidió matrimonio. "Es un diamante solitario", nos confirma, y lo combinó junto a una vuelta catalana que le regalaron sus suegros en la pedida, una tradición en Cataluña. Los pendientes, nos explica, "son unos rubíes con diamantes que me regaló mi madre para ese día. Son los que siempre había querido, ¡un sueño!".
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La importancia del peinado
Para su cabello largo y castaño, apostó por la naturalidad. "No hice ninguna prueba de peinado porque tenía claro llevarlo como siempre lo llevo", nos cuenta. "Suelto y con ondas deshechas, aunque sí me hice dos pequeñas trenzas en los laterales para despejar el rostro". Una propuesta muy romántica y sencilla con la raya en el centro que encajaba a la perfección con la estética del día.
Flores sencillas para un gran día
Al igual que el vestido y el peinado, las flores seguían la misma esencia sencilla que tanto la caracteriza. "Mi ramo lo hice junto a Carolina Bouquet el día de antes. Ella es puro amor y me ayudó a que fuera tal cual lo quería, ¡lo hicimos tres veces! Tenía muy claro que quería flores blancas y mucho verde, así que lo definiría como silvestre y con mucho movimiento", explica. Además, destaca que llevaba anudada una cinta azul y una virgen bendecida que le regaló su padre la noche anterior.
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Un flechazo a primera vista
La historia de amor de Carmen y Jordi fue un flechazo a primera vista que surgió nada más ni menos que hace más de 11 años. Y como si fuera una escena de película, todo surgió cuando sus miradas se cruzaron, literalmente, ¡en una regata en Tavira! "Los dos navegábamos, compartimos esa pasión y fue lo que nos unió. En aquel momento yo tenía 16 años y él 17, comenzamos a salir el 11 de marzo de 2011 y desde entonces hemos estado juntos" nos cuenta emocionada la novia. Y esta actividad acuática que ha marcado su camino, ha llevado a su marido, el deportista Jordi Xammar, a ser medallista en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.
Carmen es ingeniera de la edificación y actualmente gestiona un hotel boutique familiar, La Corrala del Realejo, lugar en el que se preparó junto a sus padres y hermanos para el gran día. En cambio, su ahora marido es catalán y deportista olímpico. "Siempre hemos tenido claro que queríamos casarnos, pero era difícil por su ritmo de vida y la distancia. Antes de los Juegos Olímpicos me pidió matrimonio en el Tibidabo, y cuando terminaron empezamos a organizar la boda y mirar nuestro futuro hogar".
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Una boda mágica
Se casaron el 23 de julio de 2022 en la Abadía del Sacromonte de Granada. "Queríamos un sitio muy auténtico de Granada, porque muchos invitados eran de fuera. Sin duda fue lo que mejor hicimos. ¡Todo en el mismo sitio! La ceremonia, en la iglesia de la Abadía del Sacromonte, que es pequeña y tiene mucho encanto", explica Carmen.
Aunque organizaron todo sin contratar a nadie externo para el día de la boda, sí que querían algún profesional al lado para estar atenta a cualquier imprevisto. "Ese día contamos con tres wedding planner para que saliera todo perfecto. Ana Auri y su equipo, sin duda todo les salió de 10".
En cuanto a la música, una parte principal de la ceremonia, se pudo escuchar una de las obras favoritas de la novia y el padrino. "Tocaron con el piano y el violín una de canciones preciosas de la película de Master and Commander, a mi padre y a mí nos encanta, fue un momento emocionante".
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Como dos enamorados adolescentes, Carmen y Jordi vivieron uno de los momentos más importantes de su vida tras prometerse amor eterno. "Salimos de la iglesia con la canción Marry You (Bruno Mars) de fondo y mucho confeti blanco. Y la copa de bienvenida fue justo en la salida, los invitados lo agradecieron mucho ya que no perdimos tiempo en desplazarnos", asegura.
Una anécdota muy divertida
"Todo fue tan especial... Nunca imaginaría que fuera tan perfecto. Nos sentíamos como en un sueño y los invitados también lo decían!". Uno de los momentos más divertidos de la celebración tuvo lugar minutos después de dar el 'sí quiero'. "Yo fui a la Abadía del Sacromonte con un mehari naranja descapotable de mi padre, precioso lleno de flores. Jordi y yo quisimos cogerlo y entrar a la copa de bienvenida justo cuando sonaba la canción, ¡pero no le arrancaba! Fue gracioso, ¡no parábamos de reír! Finalmente consiguió arrancar el motor y entramos muy sonrientes".
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La gran celebración
El traslado de una iglesia al lugar del convite suele ser uno de los mayores inconvenientes para los invitados, por eso la pareja decidió que tuviera lugar en el mismo sitio. "La cena, ya de noche, fue en el claustro. El entorno lleno de columnas junto a las velas, la decoración floral, la fuente y el cielo estrellado... indescriptible", nos explica con emoción. "Estuvo muy animada, con muchas sorpresas y la que más destacó fue la que me hizo Jordi. Había una pantalla gigante y puso un video del resumen de todo lo que habíamos vivido, diciendo lo mucho que me quería, ¡yo no podía parar de llorar!".
La encargada de dar un giro mágico a este antiguo claustro fue Carolina Bouquet con sus arreglos florales. Para conseguir ese ambiente etéreo, añadió velas por todas las esquinas y alrededor de la fuente, creando un luz inolvidable que podemos apreciar en las imágenes.
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"Cuando queríamos abrir el baile ya estaba todo el mundo saltando, cantando y bailando. La fiesta acabó a las 7 de la mañana. Salimos del claustro y teníamos un típico puestecito de churros con chocolate viendo la Alhambra en el amanecer. Se acabó de la mejor manera posible", concluye.