carmen© Carmen. Foto: Miguel Márquez Fotografía

Carmen, la novia del vestido de princesa desmontable que se casó en El Puerto de Santa María

El diseño, que imaginó cuando era una niña, contaba con unas preciosas flores bordadas en 3D


24 de mayo de 2023 - 11:05 CEST
© Carmen. Foto: Miguel Márquez Fotografía

El vestido de su gran día es, para muchas novias, una oportunidad para dar rienda suelta a aquellos sueños casi majestuosos que tuvieron en su infancia. Esta resulta, sin duda, una ocasión perfecta para jugar en grande con una prenda irrepetible que puede tener mucho de ‘royal’ y de deslumbrante. Así lo hizo Carmen, una recién casada gaditana con un look muy especial que imaginó mucho tiempo antes. “Mi vestido había estado en mi cabeza desde que era niña y me hizo inmensamente feliz encontrar a una diseñadora que pudiera darle forma y hacerlo realidad. Un gran vestido inspirado en las princesas de los cuentos. Fue la sinfonía perfecta entre el diseño, el lugar y la preciosa melodía A time for us (de la primera película de Romeo y Julieta de 1968) sonando en mi entrada, lo que ayudó a crear la atmósfera romántica con la que yo siempre había soñado”, nos cuenta ella.

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© Carmen. Foto: Miguel Márquez Fotografía

Un look de cuento

Y fue Anhet Design la firma que ideó para ella una propuesta con volumen y corte princesa repleta de detalles joya. “Siempre había deseado un vestido de estilo princesa con una amplia falda que tuviera mucho volumen, pero sin que estuviera hecho de tul, ya que buscaba que tuviera un toque de brillo sin llegar a ser excesivo. Cuando Ana, la diseñadora de Anhet, me mostró el tejido base de satén de seda, me enamoré de inmediato”, apunta Carmen. Con esta tela dieron forma a un look desmontable, que se transformó con el transcurrir de las horas en una prenda de corte recto. Dos estilismos en uno con los que nuestra protagonista no tuvo que renunciar a uno de sus deseos: “le pedí si podíamos añadir un volante a la falda. Me encantaba la idea de que estuviera combinado con otro tejido que tuviese algo especial. Entonces me enseñó un tul fascinante bordado de flores en 3D. Me indicó que, además, estas flores serían bordadas a mano en el resto de la falda, logrando así un impresionante degradado”.

© Carmen. Foto: Miguel Márquez Fotografía

Carmen consiguió así lo que siempre había deseado para su gran día: sentirse cómoda y seguir siendo ella misma con un diseño que dejara a todos sin palabras. Con sus puños especiales, su falda con movimiento, su escote en la espalda, sus mangas abullonadas y su escote cuadrado estaba preciosa y tan solo necesitaba la intervención de unos bonitos y románticos complementos. “Para los zapatos elegí dos modelos de Menbur: uno en plata vieja (de 10,5 centímetros) y otros en rosa maquillaje (de 6,5 centímetros). Ambos con pedrería y un dibujo calado que hacía juego con mi diadema. Los pendientes del mismo tono que los zapatos, eran de oro blanco y topacio, de la firma Argyor. En su web te ofrecen la posibilidad de diseñarlos tú misma y eso me cautivó”.

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© Carmen. Foto: Miguel Márquez Fotografía

Un ramo clásico

Si algo tenía claro nuestra protagonista es que el ramo de novia debía estar en sintonía con la estética del look. Quizá por ello se decantó por la magia del rosa pastel a contraste con un tono muy sofisticado, para dar forma a un diseño floral clásico y atemporal. “Desde el principio, supe que quería un ramo de tipo bouquet en el que el color que llamara la atención fuera el burdeos, mi color favorito. También era importante que las flores fueran preservadas, ya que mi intención era conservarlo. Al igual que las réplicas que encargué para mis mejores amigas”, aclara.

© Carmen. Foto: Miguel Márquez Fotografía

Elegidos todos los accesorios, tan solo faltaba decidirse por un maquillaje favorecedor. Pero, ¿cuál sería el más adecuado para ella? Esta cuestión asustaba, en parte, a Carmen. “Normalmente no suelo maquillarme mucho, por lo que este aspecto me tenía bastante preocupada, porque no quería sentir que no era yo. Sin embargo, y tras hacer una pequeña búsqueda por Instagram, encontré a la persona que supo entender lo que quería y que me hizo sentir guapa y natural. Se trata de Alberto Pastrana, un gaditano que ama su trabajo y así me lo transmitió en las pruebas que tuvimos. Me hizo sentir cómoda desde el primer momento, por lo que convencí a mi madre para que nos arreglara a las dos ese día. Para el pelo, aunque en un principio pensé en llevar una tiara, en las pruebas no me veía muy identificada con ellas, por lo que finalmente me decanté por una diadema de piedrecitas y un semirecogido con ondas”, nos desvela.

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© Carmen. Foto: Miguel Márquez Fotografía

Un amor sin fronteras

Dejando a un lado los detalles de belleza, el trasfondo de esta boda es una bonita historia de amor por la que los novios incluso han vivido en el extranjero. Así lo relata la propia Carmen: “Lorenzo y yo nos conocimos en mayo de 2011 en Cádiz, nuestra ciudad natal. Tras terminar la Universidad nos mudamos a Edimburgo, donde compartimos casa por primera vez. Allí, adoptamos a nuestro perro Robbie, quien nos acompañó ese día. Tras cinco años de convivencia, en un viaje que hicimos por las islas escocesas, me pidió matrimonio y decidimos que era el momento de volver a España”.

© Carmen. Foto: Miguel Márquez Fotografía

La nueva etapa en España dio comienzo formalmente con su enlace el pasado mes de noviembre. Nuestra protagonista es una amante de las bodas de otoño e invierno, especialmente cuando tienen lugar en el sur, para evitar el calor. “Lo celebramos en el Castillo de San Marcos, en el Puerto de Santa María. Los dos somos de Cádiz capital y, aunque para la gente de nuestra ciudad lo habitual es elegir Jerez de la Frontera, desde el principio tuvimos claro que preferíamos un lugar cerca del mar. El Castillo, además, nos brindaba la oportunidad de celebrar tanto la ceremonia como el banquete allí, estableciendo diferentes puntos para cada momento: la ceremonia tuvo lugar en la mezquita, los aperitivos en uno de los patios y el almuerzo en la bodega. Otra de las razones por las que nos decantamos por este lugar fue el hecho de que nos brindara la oportunidad de traer a nuestros perritos, quienes estuvieron conmigo mientras me preparaba y nos acompañaron a ambos en la posterior sesión de fotos”, recuerda. Además, la elección de este tipo de espacio les recordaba a su querida Edimburgo y a todas las vivencias de su etapa allí.

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© Carmen. Foto: Miguel Márquez Fotografía

Organizar una boda junto al mar

La pareja decidió que ellos mismos serían los encargados de dar forma a toda la organización de su boda. “Es cierto que, al inicio, no éramos conscientes del estrés que esto nos supondría pero, a día de hoy, no nos arrepentimos de nuestra decisión”, reconoce Carmen. Desde el primer momento trataron de que cada detalle llevara el sello de los novios, empezando por las invitaciones. “Teníamos claro el tipo de invitación y, con la ayuda de una de mis amigas que es dibujante, conseguimos una ilustración preciosa del castillo con nuestros perros en él. Ella lo dibujó y, una vez impresas en papel de acuarela, nosotros nos encargamos de terminar de decorarlas. También nos encargamos de los recuerdos que, aunque decidimos donar el dinero a una buena causa, preparamos pequeñas bolsas explicando esta acción a nuestros invitados. Y, sin extenderme mucho más, también quisimos personalizar la fiesta, para la que preparamos carteles con frases cómplices que durante nuestra adolescencia se habían convertido en recuerdos que conservábamos con nuestros amigos. Esto les sacó a todos una sonrisa y, al fin y al cabo, esa era nuestra idea principal”, rememora. Para ellos, fue duro sacar tiempo después de trabajar para cada uno de los preparativos, pero admiten que el resultado mereció la pena.

© Carmen. Foto: Miguel Márquez Fotografía

Un detalle curioso

"Un tercio de los invitados venían de Escocia, por la etapa que ambos estuvimos allí trabajando como profesora de español y arquitecto. Para muchos, nuestra boda era la primera a la que asistían en otro país y otra cultura. Por eso, fue muy divertido ver cómo muchos copiaron nuestra tradición de agitar la servilleta cuando los novios entran al banquete o cómo se sorprendieron al ver que los aperitivos solo eran la primera parte del menú, manifestando que ¡estaban llenos y no podían comer más! También les emocionó vernos elegir para nuestro primer baile una canción que para ellos es un himno y que, para nosotros, evocaba un momento importante de nuestras vidas (500 miles, de The Proclaimers aunque versionada por Sleeping at last)".

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© Carmen. Foto: Miguel Márquez Fotografía

Decoración sutil

Cuando llegó el momento de seleccionar la decoración del espacio, los novios se dieron cuenta de que no debía recargarse, sino llevar lo justo y necesario. Por eso se centraron en los espacios que consideraron más destacados. “Los dos lugares en los que quisimos poner más mimo fueron la entrada y la mezquita. La primera se decoró con candelabros del propio castillo llenos de flores de temporada, mientras que para la mezquita me decanté por diferentes tipos de flores blancas entre las que intercalé otras en color rosa palo (haciendo un guiño a mis zapatos, pendientes y ramo)”, descubre.

© Carmen. Foto: Miguel Márquez Fotografía

Después de este viaje por los recuerdos que Carmen guarda en su corazón, ella tiene claro lo más especial de aquel día: “poder reunir a personas que habían sido importantes en nuestra vida aquí y en el extranjero, porque si estuvieron ese día fue porque significaban mucho para nosotros”. Y es que lo que hace verdaderamente inolvidable un enlace es toda la emoción e ilusión que tanto los novios como sus invitados vuelcan en la jornada. Por eso, si tuviera que aconsejar a futuros recién casados, nuestra protagonista se centra en este mensaje: “que pongan su sello en cada parte, que no hagan una boda más, sino su boda, que la personalicen sin seguir modas con las que no se sientan cómodos”. Y que lo hagan (aunque estén cansados) con los mejores deseos y con todo el cariño. Porque todo, después, se aprecia; la historia de Carmen lo demuestra.

© Carmen. Foto: Miguel Márquez Fotografía

Como broche final a su historia, Carmen quiere hacer una mención especial a esos proveedores que hicieron posible su boda soñada en Cádiz.

Vestido: ANHET design.

Fotografía: Miguel Márquez Fotografía.

Video: Xacon Producción Audiovisual.

Maquillaje y Peluquería: Alberto Pastrana.

Zapatos: Menbur.

Pendientes: Argyor.

Lugar: Castillo de San Marcos.

Catering: Catering Las Torres.

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