Hace unos días saltaba a los medios la inesperada noticia de que Tamara Falcó se había quedado sin vestido de novia a menos de dos meses de su boda con Íñigo Onieva. Para su gran día la marquesa de Griñón había confiado en Sophie et Voilà, una conocida firma bilbaína que presentó su última colección (G)EURIA en la pasada edición de Barcelona Bridal Fashion Week. Sin embargo, tal como informaban en un comunicado, Sofía Arribas y Saioa Goitia, directora creativa y CEO de la empresa, finalmente no la acompañarán en su enlace. Debido a este contratiempo Tamara tendrá que encontrar un vestido de novia en tiempo récord algo que, aunque no es lo habitual, pasa más de lo que imaginamos. Y es que, por motivos muy variados, hay novias que apenas cuentan con unas pocas semanas para dar con la prenda de sus sueños. Te contamos algunas de estas historias.
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Un vestido español para una boda en México
Ana, una de nuestras novias virales, nos explicaba su caso. Ella vivía en México pero tenía claro que quería un vestido español. Navegó en internet en busca de distintas opciones hasta que dio con su vestido. Ana voló a Madrid para probarse el diseño y acabó cautivada por el mismo que había visto en la web. "Pero había un problema: normalmente tardan en hacer un vestido seis meses, pero yo solo iba a estar en España dos semanas". Finalmente su madre, que se quedaba un mes completo, pudo recoger el diseño y llevarlo a su casa a tiempo. Combinó el vestido con un velo con detalles que recordaba a una mantilla, obra de Pronovias, unos pendientes que su abuela le regaló al fallecer y su anillo de compromiso. Y consiguió un look nupcial que no tardó en dar la vuelta al mundo.
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Cambios a contrarreloj
Crear un vestido de novia en apenas unas horas y hacerlo con mucho éxito. Esa es la gran anécdota que Merche Segarra, directora creativa de Jesús Peiró, recuerda cuando le preguntamos si, en alguna ocasión, han tenido que confeccionar un diseño con muy poco margen. Merche nos explica que un jueves por la mañana una de las franquicias de Sevilla llamó a la central (recordemos que está ubicada en Barcelona) para explicar que no conseguían adaptar un vestido a las medidas de una novia. El gran problema era que se casaba ese sábado.
Era un vestido con un abrigo de organza bordada, un tejido muy delicado que envejece cuando se hacen demasiadas pruebas. "Una patronista se puso en contacto con la novia y le hicieron tomar todas las medidas habidas y por haber. Inmediatamente se realizó el patrón, tres cortadores cortaron el vestido y el abrigo a la vez, tres modistas cosieron las dos prendas y se consiguió enviar al día siguiente, el viernes. La novia recibió el vestido y nos confirmaron que todo era correcto", nos explica Merche. Y añade que cuando el lunes se pusieron en contacto con la familia para preguntarles qué tal había ido todo, no pudieron hablar con la novia (sí con la madre) porque no dejaba de llorar de lo emocionada que estaba con el resultado. "Un caso que podría haber sido muy negativo se convirtió en algo tremendamente positivo", recuerda.
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Un vestido de novia en tres semanas
La diseñadora María Baraza, creadora de algunos de los vestidos transformables más virales, nos explica que aunque ellas trabajan con mucha antelación a veces ocurren cosas inesperadas. "¡Es la magia de la vida! Muchas de nuestras clientas se quedan embarazadas y paralizamos la toma de medidas y pruebas y lo programamos todo para ver exactamente cómo ha evolucionado su cuerpo tras el posparto para adaptar ese vestido a la perfección. En esos casos normalmente hacemos el vestido en tres semanas con dos pruebas semanales, lunes y viernes para que nos de tiempo en taller a tenerlo todo. ¡Es una de las experiencias más bonitas que tenemos con las novias porque es doble felicidad!", nos cuenta.
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Dudas y cambios de última hora
Teresa dio la vuelta a la red con un vestido desmontable con 'alas' obra de Valenzuela Atelier. En su primera cita con la firma, la diseñadora fue consciente de que eran muchos los detalles que gustaban a la novia y supo crear un diseño que lo aunaba todos. "Sabía que quería un vestido que tuviera un toque original, diferente, que no fuese 'la típica novia' y que implicase un cambio", nos explicaba Teresa. Sin embargo, después de unos meses trabajando en el diseño y poco antes de la boda decidió cambiar su elección. Aunque la primera propuesta fue muy especial no se sentía identificada del todo con esa estética: "me di cuenta de que quería algo más divertido". La novia depositó toda la confianza en Valenzuela Atelier y el resultado no pudo ser mejor.
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