Cuando preguntamos a los diseñadores qué consejo dan a las novias que van a emprender la búsqueda de su vestido, todos lo tienen claro: que sean ellas mismas. Una afirmación con la que coincide Sandra, que se casó hace unos meses con un vestido a medida de Sara Lage. "Que seas la novia no significa que tengas que ir disfrazada de princesa. Creo que ahí está el secreto, ser fiel a tu estilo es una apuesta segura. Además, creo que es muy importante no darle vueltas a preguntas como '¿les gustará?', ni tan siquiera planteárselo, lo importante es gustarte a ti misma. Si vas acorde con tu estilo te sentirás cómoda y defenderás a la perfección tu look".
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El vestido de la novia
Cuando a Sandra le llegó el momento de buscar su vestido de novia no sabía muy bien lo que buscaba, solo algo sencillo y que le permitiera reconocerse, pese a ir vestida de blanco. Aunque tenía bastante claro que quería un diseño a medida, nos explica que antes de acudir a su atelier visitó varias firmas nupciales. "Quería 'verme de novia' e ir perfilando la idea de mi estilo", apunta.
No dio con lo que buscaba y finalmente fue Sara Lage —o Sariña, como la llama Sandra de forma cariñosa— la encargada de crear su vestido de novia. "Es una auténtica artista. Conocía sus diseños y sabía que si algún día me casaba, ella sería la que me vistiese. No sabía ni cómo ni por qué pero sabía que tenía que ser ella. Y así fue", nos explica la novia.
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Un vestido a media
Sandra le explicó a Sara lo que tenía en mente. Buscaba un diseño sencillo, pero que causara un efecto wow. También quería que fuera una prenda en la que los tejidos tuvieran un protagonismo especial. "Además me apetecía llevar un vestido con pequeños detalles convertibles que fuesen cambiando la esencia del look a medida que avanzaba el día".
Con todas esas premisas Sara creó un vestido satinado, de color blanco, con escote halter, lleno de movimiento. Una prenda que la novia lució con una capa de seda de opacidad media. El detalle de la lazada al cuello, nos explica, lo incorporaron al final. "Faltaba algo, pero no sabía qué, y de repente Sara me anuda un trozo de tela al cuello. Era perfecto, ese simple detalle le daba más personalidad al vestido, ese toque sofisticado que lo hacía más especial si cabe".
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Tal como se puede apreciar en las fotos, y como explica Sandra, gracias a la capa y a las múltiples posiciones que admitía, el look resultó de lo más versátil. En el momento de la ceremonia, la novia llevó el vestido tal como estaba concebido originalmente, con la capa a la espalda y el lazo anudado al cuello.
"Durante los aperitivos en los jardines del Pazo fui colocando la capa en distintas posiciones, dejando un brazo al descubierto o recogiéndola al cuello, creando un efecto pañuelo. Finalmente, para el momento cena opté por la comodidad, luciendo solamente el vestido y colocando la lazada del cuello entre los tirantes del escote de la espalda consiguiendo un lazo que descendía por la espalda hasta el suelo y que le daba un toque chic al vestido", nos explica.
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El resto de detalles del look nupcial
El resto de accesorios que componían el look nupcial también guardaban esa esencia minimalista que Sandra quería para su vestido. La novia lució una sandalias de Jimmy Choo, el icónico modelo Azia de la firma. "Siempre había estado enamorada de estas sandalias, de hecho, en alguna ocasión le había dicho a Alexandre que yo no quería un anillo de pedida, que quería unas sandalias de pedida, y finalmente, tuve anillo y sandalias", nos cuenta divertida. En cuanto a las joyas solo lució el anillo de pedida de oro blanco y diamante y los pendientes en oro blanco, regalo de sus padrinos.
En cuanto a su look de belleza, Sandra lo tuvo claro. Confió en Sabela (de Sabela MakeUp) que le propuso un maquillaje efecto buena cara de lo más favorecedor y sombras de ojos en acabado mate para potenciar la mirada. Para el peinado, se decantó por una coleta baja con ondas. "Sin embargo, no quería renunciar a lucir melena, así que, en el momento de abrir el baile opté por soltar la melena luciendo las ondas glam que fueron la base de la coleta, y marcamos un pelín más el make up aplicando un labial en tonalidad berenjena". En cuanto a la manicura, nos explica que las llevó en color berenjena, su tono de esmalte preferido.
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Un ramo muy especial
El ramo es otro de los detalles a los que las novias suelen prestar una mayor atención. El de Sandra, en tonos blancos, fue totalmente sorpresa. La novia nos explica que confió en Lines, de Guirnalda Eventos. Ella habló con Sara Lage e ideó para Sandra una maravillosa composición floral anudada con un lazo en color negro con una chapita en la que se podía leer 'siempre juntas, mamá'. "Las flores que Lines eligió las reconocí al instante, me llevaron a mi niñez, a las tardes de verano jugando al escondite en la casa de mis padres. En definitiva, era el ramo perfecto".
Sandra tiene 32 años y es la pequeña de dos hermanos. Aunque nació en un pequeño pueblo de Lugo, con 17 años de trasladó a A Coruña para estudiar Derecho. "Actualmente trabajo en un despacho de abogados, y aunque nada tiene que ver con mi profesión, me encanta todo lo que rodea el mundo de las bodas, desde los looks nupciales hasta la decoración del evento. Por ello, tenía muy claro el tipo de boda que encajaba con mis ideas, incluso, sin saber si algún día me casaría, ya tenía en mi cabeza el listado de los profesionales con los que contaría, así como un listado de lo que sí quería y de lo que no", nos explica.
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Su historia de amor
Sandra y Alexandre habían nacido en pueblos limítrofes —Gomeán (O Corgo) y Puebla de San Julián (Láncara)— y, aunque habían escuchado hablar el uno del otro, se conocieron como tantas otras parejas, por una amiga en común. Aunque después de varios años junto el tema de la boda había surgido en alguna ocasión, no lo veían del todo viable. "La idea de boda que tenía Alexandre y la que tenía yo, muy dispares entre sí. Alexandre quería una boda con una gran fiesta y yo quería una boda muy íntima. Obviamente, ganó Alexandre, y a día de hoy agradezco que fuese tan perseverante con su idea ya que fue, hasta el momento, el día más feliz de nuestras vidas".
Sandra nos explica que Alexander le pidió matrimonio el día de su aniversario. "Es un romántico empedernido, de esos que sólo se ven en las películas. En alguna ocasión le había dicho, entre bromas, que si algún día me pedía que me casara con él lo hiciera en la intimidad, y así fue. Cuando llegué a casa después del trabajo me encontré todas las estancias de la casa llenas de velas, pétalos de rosa y fotos con frases de canciones significativas para ambos. Sin embargo, la verdadera sorpresa llegaría antes de salir hacia el restaurante donde había reservado mesa para cenar cuando, bajando las escaleras de casa, me encontré a Alexandre hincando rodilla mientras sujetaba una cajita con un precioso anillo. Ahí me hizo la pregunta. Me emocioné muchísimo y en la primera persona que pensé en ese momento fue en mi madre".
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Tras la ceremonia, se sirvió un cóctel en los jardines del Pazo, al que siguió una cena con productos típicos de la gastronomía gallega. Los novios querían que sus invitados se sintieran muy especiales, por eso los sorprendieron con una pequeña caricatura de cada uno, en cuyo reverso escribieron una frase de agradecimiento. "Fue un detalle que gustó muchísimo, de hecho, después de la boda comprobamos que muchos de ellos las lucieron como fotos de perfil en sus redes sociales".
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"Otro detalle que fue muy aplaudido por nuestros invitados fue el homenaje que quisimos hacer a nuestros padres fallecidos. Montamos un puesto de saquitos de lavanda en forma de estrella y luna, hechos a mano por mí. El puesto rezaba: 'Nuestros dos pedacitos de cielo que hoy también nos acompañan'", nos explica la novia emociona.
La boda de Sandra y Alexandre estuvo llena de anécdotas y momentos inolvidables. Uno de lo más memorables lo recuerda divertida la novia. "Alexandre me sorprendió vestido de charro y acompañado de mariachis. Fue un momento muy especial para mí, sin duda una sorpresa preciosa por su parte. Las rancheras forman parte de mi vida, era un género que a mis padres les gustaba mucho y nos acompañaban en todos los viajes en coche durante mi infancia. Así que también fue un momento especial para mi padre, que lo disfrutó muchísimo".
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Aunque aquel día todos los momentos fueron especiales y a Sandra le cuesta mucho quedarse solo con uno, nos cuenta que hay uno que podría calificar como "especialmente especial". "En los previos a la ceremonia cuando le entregué a mi padre un pañuelo con una frase bordada y a mi hermano una chapita de oro con su inicial, detalles para que llevasen ese día. Fue un momento muy especial. No nos dijimos nada, solo nos miramos y nos fundimos los tres en un emotivo abrazo".