Hay novias que tienen muy claro el tipo de diseño que quieren para su boda. Pero cuando llega el momento de hacer las primeras pruebas y se ponen ese vestido ideal que habían imaginado en su mente lo que sienten no es ese flechazo del que hablan los expertos. Ese fue el caso de Pilar. Ella nos explica que quería llevar una falda de tul, pero terminó luciendo una combinación de crepe y una preciosa muselina. "Es muy importante probarte varias opciones y varios estilos, hasta aquellos que crees que no te van a gustar. ¡Nunca se sabe! También dejarte aconsejar y buscar a alguien que pueda plasmar en un vestido lo que tengas en mente y que sepa ayudarte a encontrar tu 'vestido ideal". Para ella esa persona fue Beatriz Álvaro.
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Un vestido perfecto
Pilar y Beatriz se habían conocido ocho años antes, cuando las vistió a ella, a su madre y a su hermana para la boda de esta. "Siempre nos reíamos pensando en cómo sería mi vestido si algún día me casase. Recuerdo decirle: '¡Beatriz, cuando yo me case quiero una cola larguísima!'. Finalmente, no fue tan larga. Prioricé la comodidad y además, mi iglesia no era muy grande, por lo que tampoco había mucho espacio para ella. Cuando decidimos casarnos, fue a la primera a la que llamé. Probé vestidos de otras marcas para ver más estilos y tener más ideas, pero sabía que con Beatriz iba a sentirme como en casa, y así fue".
Beatriz nos explica que Pilar tenía muchas dudas. Sabía que quería un vestido blanco, romántico y con algún detalle que lo hiciera especial. "Me comentó el sitio donde se casaba, el Castillo de Tamarit, un lugar mágico a las orillas del Mediterráneo de estilo medieval y esa fue nuestra inspiración. Queríamos hacerle un vestido que se pudiese desmontar, jugar con los cambios de look, con los tejidos y darle ese toque romántico-medieval", nos cuenta la diseñadora.
Con esa inspiración Beatriz imaginó diferentes opciones para el vestido: un sobrevestido, una capa bordada, una capa, un chaleco con cola… Finalmente la diseñadora le propuso un vestido con una falda de muselina de seda natural llena de vuelo que enamoró a Pilar. "Le enseñé una variedad enorme de tejidos pero ella quería uno que no fuese encaje, quería algo realmente especial. Y lo encontramos. Se nos ocurrió hacerle un sobrevestido de un maravilloso tul italiano bordado en hilo de algodón con motivos florales y abrirlo por delante para que cuando caminase se pudiese apreciar el movimiento de la muselina junto a las flores bordadas. Ya teníamos el look perfecto". Una prenda que Pilar se retiró en el momento del baile, dejando al descubierto un vestido que parecía totalmente distinto.
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Pero el proceso de creación del vestido en realidad no fue tan sencillo como pueda parecer. La de Pilar fue una de esas múltiples bodas retrasadas por el covid. Su fecha inicial era en junio de 2020, pero terminaron dándose el 'sí, quiero' en septiembre de 2022. Y entre medias hubo otras opciones. "¡Fue una montaña rusa! Empecé como todas las novias, con muchísima ilusión y mil ideas, pero con los distintos cambios de fecha debido al covid, acabó habiendo bastantes cambios. Una de las fechas era en unos meses más fríos, por lo que le añadimos mangas que luego le quitamos… Tuve unos meses de casi desilusión, debido a tantas cancelaciones e incertidumbre. Y Beatriz supo cómo darme mi espacio, respetar mis tiempos y ayudarme a ilusionarme de nuevo. Tuvo una paciencia infinita", nos cuenta Pilar.
El poder de los accesorios
Para dar con un look nupcial redondo no solo es importante prestar atención al vestido, también a otros detalles que ayudan a conseguir ese efecto buscado por la novia. Generalmente los diseñadores aconsejan a quienes acuden a ellos para hacerse el vestido sobre el resto de accesorios. "A todas nuestras novias les asesoramos en todo el proceso acerca del outfit para crear estilismos realmente especiales. Desde los zapatos, el tocado, el velo, los pendientes o el peinado", nos explica Beatriz. Y el caso de Pilar no fue una excepción.
Beatriz nos explica que para completar el look romántico y medieval de Pilar le enseñaron una fabulosa tiara en tonos dorados con piedras en rosa pálido, pequeñas perlas y estrellas. "Una auténtica joya que ponía el broche final". La combinó con un delicado velo, un accesorio al que, aunque algunas novias prefieren renunciar, ella siempre tuvo claro que quería llevar. "El velo siempre fue un sí. Pero tenía claro que sólo durante la ceremonia, dado que no me sentía muy cómoda moviéndome con él. Me encantaba que saliese de la corona, inspiración Megan Markle".
Cuando hay un elemento tan especial como una tiara no siempre es fácil dar con el resto de joyas que acompañarán a la novia. Pilar lució unos pendientes de perlas australianas y brillantes dispuestos formando una pequeña cadena que su madre le regaló para ese día. Prescindió de pulseras y colgantes. En su lugar llevó dos anillos de pedida: un solitario de zafiro y brillantes, y un solitario de diamante con media alianza de diamantes más pequeños.
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El ramo también ayuda a completar el look. Aunque siempre hay tendencias que predominan sobre el resto, cada novia debe elegir la composición floral que mejor encaje con su vestido. En el caso de Pilar, el ramo no podía ser más sencillo: una mezcla de paniculata y ramas de olivo. Tal como nos explica la novia, tenía muy claro que no quería color. "En toda la decoración floral de la boda predominó el blanco y el verde. Además, dado que llevaba el sobrevestido de tul bordado, me parecía que un ramo de flores colorido o de flores grandes, podía ser demasiado recargado".
Un peinado desenfadado
Los moños de bailarina se han convertido en una constante dentro del mundo nupcial. Permiten llevar la melena recogida, pero de una forma sencilla, con la que es fácil que las novias se sientan cómodas. Pilar nos explica que su idea inicial era recoger el cabello, pero unas semanas antes de la boda cambió de opinión. "Decidí elegir el peinado con el que me siento más cómoda. En mi día a día, suelo llevar mucho el pelo semirecogido con un moño despeinado, así que quise seguir mi estilo y llevar un semirecogido desenfadado con ondas".
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Su historia de amor
Pilar tenía veinte años cuando conoció a Francesc, su marido. Fue en la Feria Alimentaria de Barcelona. "Yo estaba ayudando a mi padre en la empresa familiar, ocupándome de la parte de marketing, y él vino a nuestro stand a intentar vendernos una campaña de su agencia. No vendió nada, pero por lo menos consiguió mi número", nos cuenta.
Pilar nos explica que desde el principio tuvieron claro que querían casarse. "Cuando planteamos los objetivos y planes de futuro de cada uno, por suerte coincidimos. Siempre había querido casarme, pero nunca sabes si será posible ya que depende de si encuentras alguien que encaje contigo o no". Cuando se conocieron ella tenía 20, él 32, por eso esperaron para fijar una fecha hasta que ella terminó sus estudios.
Ahora Pilar tiene 27 años. Estudió Comunicación Digital, Publicidad y Relaciones Públicas y dirige una agencia de marketing que fundaron ella y Francesc hace casi tres años. Pero es inquieta y por eso acaba de empezar la carrera de Psicología algo que, nos explica, siempre le ha encantado.
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Aunque tuvieron que aplazar su boda algo más de dos años por la pandemia, el pasado septiembre llegó -¡al fin!-el esperado 'sí, quiero'. Ella es de Zaragoza y él de Barcelona, pero encontraron en Tarragona el espacio perfecto para su gran día. "Celebramos nuestra boda en el Castell de Tamarit, en Tarragona. Primero hicimos la ceremonia en la Capilla del propio Castillo y lo celebramos seguidamente en el mismo lugar. Es un lugar de ensueño. El mar fue para Francesc y para mí algo muy significativo en nuestros años de noviazgo, así que me hacía mucha ilusión poder celebrar la boda en un lugar cercano al mar", nos cuenta.
La ceremonia fue oficiada por 'el párroco de la familia'. Un apelativo cariñoso con el que Pilar se refiere al sacerdote que los acompañó en su gran día. Nos explica que ha sido el encargado de oficiar la boda de su hermana, las de algunos de sus primos, ha bautizado a sus sobrinos… "Nos conoce desde pequeños y eso hizo que fuera súper cercano y divertido. Era como una reunión familiar".
Una boda llena de anécdotas
De media las parejas suelen invertir un año en los preparativos de la boda. Pero hay veces que las cosas se complican y el tiempo empieza a dilatarse. Pilar y Francesc conocían la fecha de su boda desde 2018, pero hasta septiembre de 2022 no pudieron celebrarla. Un proceso en el que, como nos explica la novia, tuvieron la suerte de estar acompañados de una wedding planner. "Helena, de Mimah Studio, nos acompañó en todo el proceso, con una paciencia y cariño infinitos. Vivió conmigo las cancelaciones y las consecuentes gestiones de cambios. Me apoyó y me hizo las cosas muy fáciles de principio a fin. Después de tanto tiempo, ¡nos echamos de menos después de la boda!".
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Otra anécdota que Pilar ahora recuerda divertida, pero que en aquel momento fue muy estresante, está relacionada con el clima. Una semana antes del gran día la previsión era lluvia y ellos tenían pensado que el aperitivo fuera exterior, en una zona desde la que se veían las olas del mar romper, una imagen para el recuerdo. "Barajamos infinitas posibilidades. Carpas, jaimas, cambio de boda día a boda de tarde… ¡Menuda semana! Finalmente, después de comprar 50 paraguas de 3x3 metros cada uno, y gracias a los cientos de huevos que llevaron mis amigas y familiares a las Clarisas, nos hizo un sol espléndido con una brisita espectacular. Un día de diez. Consejo para futuras novias: si no depende de ti… que pase lo que tenga que pasar. Yo tuve una semana horrible preocupándome por algo que finalmente no pasó".
Cuando le preguntamos a Pilar qué fue lo más especial de aquel día, le cuesta quedarse con un solo recuerdo. Elige dos. Por un lado, su entrada a la iglesia. "Fue muy emocionante. Elegí la banda sonora de Memorias de África para mi entrada, una de las canciones favoritas de mi padre. Él no lo sabía y fue una bonita sorpresa". Por otro, una sorpresa que le había preparado su hermana. "Después de la misa, apareció de la nada un coro que cantó All you need is love, emulando a la famosa escena de la boda de Love Actually, una de mis películas favoritas. ¡Me encantó".
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