Suele haber dos tipos de novias: las que tienen claro el vestido que quieren para el día de su boda y las que, ante tantas información es inspiración, se sienten abrumadas y llenas de dudas. María pertenece al primer grupo, a las que tienen una idea más o menos definida en su cabeza. "Tenía varias capturas de inspiración en el móvil. Buscaba un vestido especial, con toques sofisticados que lo hicieran diferente, pero sin ser recargado. Sentirme elegante y jugar con detalles en el cuello o los puños me parecía clave para hacerlo mío. También tenía en mente la posibilidad de ir transformando el vestido conforme pasara el día y así lo hicimos. Al final hubo tres cambios que parecían tres vestidos totalmente diferentes", nos explica.
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También sabía que buscaba un vestido a medida, creado exclusivamente para ella. Y es que, tal como nos explica, los diseños de colección que había visto no encajaban con su personalidad ni con la idea que tenía en mente. "Nunca me ha gustado el típico vestido de novia por lo que los patrones básicos como faldas con vuelo o cuerpos de encaje quedaban descartados. No quería sentirme disfrazada. Conocía los trabajos de From Lista With Love y cada traje es único, lo cual me atraía enormemente, pues buscaba algo diferente".
Un vestido lleno de magia
Aseguran los diseñadores que uno de los requisitos para que, cuando la novia elige un vestido a medida, el resultado sea perfecto, debe haber buen feeling entre ella y el diseñador. Es clave para que la conversación fluya, logren entenderse y el diseño se convierta en un reflejo de la personalidad de la chica. María nos explica que cuando conoció a Javier Zumárraga, uno de los creativos detrás de From Lista with Love, no tuvo dudas.
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"Me impresionó la facilidad con la que captó mi estilo y la idea que tenía en la cabeza. Prácticamente el vestido final fue fiel al diseño original de la primera visita. Tanto Macarena como Javier me han hecho sentir muy cómoda y tranquila desde el principio. Recuerdo con especial cariño cada prueba, donde hemos reído e incluso emocionado. Forman un equipo y una familia entrañable. Juntos soñábamos con telas maravillosas que trajeron de París, mezclar diversas texturas y volúmenes para crear mi traje me pareció tan increíble que repetiría mil veces".
Esta novia cordobesa se decantó por un vestido sencillo y minimalista. Se trataba de una prenda con cuello perkins, manga larga y un pequeño corte en la cintura del que nacía la falda, larga y ligeramente entallada en la zona de las caderas. Como se casaba en los Jerónimos, una iglesia imponente y llena de historia, decidieron añadir un toque llamativo al vestido apostando por una maravillosa capa, con mangas llenas de volumen, que funcionaba también como cola. "Llevaba una espectacular cola que hasta la penúltima prueba no la vi terminada, pero confiaba plenamente en sus manos".
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Pero sin duda, uno de los detalles más especiales que guardaba el vestido de María no fue tan llamativo como su capa. Llevaba escrita la palabra 'mamá' en el puño, junto a los botones joya que culminaban sus mangas. "Mi madre falleció cuando tenía 17 años y me hacía mucha ilusión llevarla conmigo reflejada en el vestido de alguna manera".
El poder de los complementos
Para completar su look nupcial, la mayoría de novias suelen recurrir a unos zapatos especiales -los de María eran un modelo de Aquazzura adornados por una pequeña lazada en la parte posterior- y unas joyas que, en muchos casos, tienen historia. Ella llevó unos pendientes de su madre de diamantes, con una perla al final. Una elección clásica y elegante que encajaba fenomenal con su vestido. "Llevaba el anillo con el que me pidió matrimonio Fernando, un zafiro rodeado de diamantes que me enamoró desde que lo vi y que no me quito. Y también el anillo que me regalaron los padres de Fernando en la pedida con la fecha de la misma grabada, al que también le tengo mucho cariño".
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Igual de importante que estos accesorios es el ramo. Debe guardar consonancia con el vestido y el tipo de boda para no desentonar. María nos explica que el suyo estaba compuesto por anémonas, una flor muy particular que solo crece en invierno. "De hecho me las trajeron desde Holanda y al final quedó mágico", nos cuenta. Y agradece a Mónica y las chicas de Botanyco todo el esfuerzo para que el resultado fuera tan especial.
Moño de bailarina, el peinado que siempre triunfa
Igual de importante que elegir un vestido que encaje con la personalidad de la novia es aportar por un peinado y un maquillaje que vayan con su estilo. No es momento de innovar, más bien de sentirse cómoda. María tenía claro que quería llevar su melena recogida y aportó por uno de los peinados que nunca falla: el moño de bailarina. "El hecho de que fuese trenzado me parecía más juvenil y divertido. No llevé ningún accesorio porque no encontré ninguno que encajara con el traje completo. Al tener tanta presencia el vestido, no necesitaba llevar más accesorios".
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Un segundo look nupcial
Cada vez es más frecuente que las novias elijan un segundo look para su gran día. O más bien un diseño que se transforme quitando (o poniendo) algunos elementos. Llegado el momento de la fiesta, María prescindió de la capa y quitó las mangas de su vestido base. El resultado fue un favorecedor vestido sin mangas que combinó con unos pendientes de flores.
Una gran historia de amor
María y Fernando se conocieron en el verano de 2011, durante la visita del papa a la Jornada Mundial de la Juventud en Madrid. "Es el primo de una de mis mejores amigas y desde el momento que nos presentaron hubo una conexión especial. Nos pasamos la semana entera sin parar de hablar, éramos dos desconocidos, pero nos sentíamos como en casa el uno con el otro".
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Ella es de Granada, él de Valladolid. Pero la distancia no pudo con aquella historia que empezaba a forjarse entre llamadas de teléfonos, castas y numerosos viajes de reencuentro los fines de semana. "Decidí venirme a Madrid a estudiar Medicina y Fernando se marchó a Zaragoza a la Academia Militar, estábamos más cerca en cuanto a kilómetros y eso facilitaba mucho seguir adelante. Por fin, se pudo venir a trabajar a Madrid después de 8 años a distancia. Tras una misión militar al extranjero de Fernando y mi examen MIR, encontramos el mejor momento para casarnos". Ya llevaban diez años juntos.
Durante esos años, María, que es la menor de tres hermanas a las que admira, se ha convertido en Ginecóloga y Obstetra. Nos cuenta que adora su trabajo. "Elegí esta especialidad porque creo que permite poder acompañar, ayudar y ser cómplice de la mujer en todas sus etapas vitales para mi es un regalo que me llena enormemente. Debemos sentirnos orgullosas por nuestra fortaleza como mujeres desde el momento del parto hasta la edad adulta. Acabo de empezar una aventura en instagram (@dra.montorocano) donde espero llegar a más mujeres y ayudarlas en todo lo que necesiten".
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"La relación que tenemos Fernando y yo la hemos construido con mimo, juntos, durante muchos años. No ha sido fácil estar lejos tanto tiempo, pero para mí es un pilar fundamental. Hemos vivido momentos vitales muy duros y también, muy felices juntos por lo que siempre vi claro que formamos un gran equipo", nos explica María.
El día de la boda
Y por fin llegó el gran día. El 15 de octubre María y Fernando se daban el 'sí, quiero' en la Iglesia San Jerónimo El Real de Madrid, una iglesia que había elegido porque estuvo muy presente en los primeros años que vivió en la capital. "Aquí iba a rezar cada vez que tenía exámenes y me dio suerte. Fue una ceremonia muy emotiva con un sacerdote que es amigo nuestro por lo que fue aún más especial".
La fecha, nos explica, la encontraron por casualidad. "Cuando estábamos comprometidos y aún no se lo habíamos contado a nadie fuimos a preguntar disponibilidad. Justo habían cancelado su fecha una pareja esa mañana. Diez meses después de aquel día, nos casamos allí".
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María nos explica que uno de los momentos que recuerda con especial cariño y emoción fue ver a su futuro marido esperándola en el altar. "Además, el ir del brazo de mi padre al que adoro para mi significa mucho. Desde pequeña imaginas ese momento, pero ha superado todas mis expectativas. Cuando vi a mi futuro marido no podíamos dejar de llorar y nos dimos un abrazo lleno de amor. Tenía la sensación de estar solo los dos en aquel instante".
Fernando y ella fueron los encargados de organizar cada detalle de la boda. "Nos gustaba la idea de organizarlo a nuestro modo y con nuestro gusto. Ambos habíamos hablado mucho de este día y teníamos las cosas muy claras. Nos ayudaron nuestras familias en todo lo que pudieron y se lo agradeceremos enormemente", nos cuenta.
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La cena fue en la Finca El Gasco. María nos explica que buscaban un espacio en el que poder celebrar la cena al aire libre. "Jugamos con la iluminación con lámparas de ratán para que le diesen ese aire elegante y acogedor. Menos mal que el tiempo nos respetó y tuvimos una noche de otoño muy agradable. El catering fue Lhardy, un emblemático de Madrid, donde no podía faltar su famoso caldo o los carabineros a la plancha. Nos parecía muy importante la comida y confiamos en los mejores para hacer la fiesta más importante de nuestra vida".
En todas las bodas siempre hay anécdotas que después los novios (y muchos invitados) recuerdan con especial cariño durante mucho tiempo. María nos cuenta dos de ellas: "Al finalizar la ceremonia, como la mayoría de los invitados eran andaluces pensamos que sería buena idea cantar la Salve Rociera, fue algo sin ensayar y realmente fue muy divertido ver a castellanos de pies a cabeza cantar el Olé. No fue perfecto, pero sí una gran anécdota. Otra anécdota muy divertida fue que la iglesia tanto al principio con mi llegada como al final estaba llena de turistas. San Jerónimo El Real está situada al lado del museo de El Prado por lo que lo más natural es esto. Incluso fueron a comulgar algún turista en chanclas y bermudas entre los invitados en chaqué". Imágenes para el recuerdo que, entre muchas otras, enmarcan su gran día.
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