Sucede en algunas ocasiones que la mayor inspiración para un look de novia no surge de la red, tampoco del diseño de otra celebrity o de las tendencias de la temporada. A veces se encuentra en propuestas del pasado, recuerdos que pertenecen a un álbum familiar y que marcan la diferencia. Es lo que le sucedió a Cristina, una novia con un marcado sello personal, que encontró lo que buscaba en sus raíces. “Me gustan mucho los volúmenes y crear siluetas arquitectónicas con superposiciones, y a la vez me inspiraba mucho ver lo elegante que se casó mi abuela con un vestido muy sencillo. Centrada en esos dos pilares, quise diseñar algo de base muy sencillo, añadiéndole una superposición con diferente textura que aportara un toque más distinto”, nos explica ella misma sobre su vestido. Y el resultado no pudo ser más acertado.
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Su ‘sí, quiero’ tuvo lugar el 24 de junio, un enlace en pleno verano cuya idea fue evolucionando a lo largo del tiempo. “Pasamos de la idea de organizar una boda íntima con los familiares y amigos más cercanos en nuestra propia casa a una boda grande con muchos invitados. También, de querer celebrar en invierno, ya que las bodas nos parecen más elegantes en esa estación, a celebrarla en verano”, reconoce. Pero esos cambios no alteraron la magia que siempre imaginaron para su gran día, cuya fecha escogieron a conciencia: “es un día muy especial para nosotros no solo por ser San Juan, si no porque es mi cumpleaños. Nos hacía gracia celebrar ese día por partida doble”.
Espacios con magia
La Ermita de la Virgen de la Adrada, en Otero de Herreros, en Segovia, acogió la ceremonia religiosa de Cristina y David. “Nos gustaba mucho el concepto de una ceremonia en una ermita pequeña y perdida en mitad del campo. Encontramos esta que no podía ser más encantadora y romántica. El paisaje que la rodea es súper especial. Nos preparamos para la ceremonia con nuestro párroco, el Padre Damián -de la Parroquia del Perpetuo Socorro de Chamberí-, aunque el oficiante ese día fue el párroco de la propia iglesia”, apunta. A este evento le siguió una celebración por todo lo alto en la maravillosa Finca Las Margas, un espacio espectacular para el que los novios solo tienen buenas palabras. "En cuanto fuimos a visitarla no tuve duda: tenía que ser ahí. Me enamoró su estilo toscano de una finca de campo pero sofisticado a la vez. La luz y el paisajismo de la finca son un espectáculo. Pocas cosas tuve tan claras en la organización de la boda como la finca en sí. Además, Blanca y Napoleón no pueden ser más fantásticos y encantadores, es un lujo poner ese día en manos de profesionales como ellos”, señala Cristina.
Del proceso de organización de su gran día, la pareja guarda unos recuerdos muy especiales y reconoce que lo disfrutaron mucho y que gozaban de tranquilidad gracias a los proveedores en los que confiaron. “Entendieron enseguida el concepto de boda que queríamos hacer y fuimos todos al unísono. Nuestra prioridad siempre fue trasladar la idea de boda en el campo a cualquier profesional que trabajara con nosotros”, indica. No obstante, conforme se acercaba la boda vieron más difícil la perfecta coordinación del enlace y por ello apostaron por contratar a VP wedding planner, Victoria y Pilar: “nos ayudaron con la organización en del día B, ¡no sabemos que habríamos hecho sin ellas!. Con tanto proveedor, no queríamos estar la mañana de la misma boda organizando temas logísticos y queríamos disfrutar de cada segundo de ese día. Contar con su ayuda fue la mejor decisión que pudimos tomar y se lo recomendamos a todos los futuros novios que estén dudando”.
Decoración silvestre
El campo era la mayor inspiración para los novios, que depositaron en Diana, de Loving Lavanda, la responsabilidad de la decoración floral. “Quisimos que los invitados cuando entraran a la ermita tuvieran sensaciones olfativas potenciando plantas aromáticas de la época. No queríamos nada muy trabajado, nos hacía gracia que pareciera que 'lo acabábamos de recoger del campo y lo habíamos llevado a la ermita'”, señala. Ya en la celebración, el seating plan, con nombres de diferentes variedades florales fue un conjunto de macetas de esas flores que correspondían a los nombres de cada mesa. “Para la cena, pusimos en el comedor, de cara a armonizar el espacio, 40 árboles en el salón. Todos los invitados, cuando los vieron, nos dijeron que parecía que entrabas en un bosque a cenar. El aroma que desprendían era maravilloso. Como centro de mesas elegimos únicamente juegos de verdes y velas. De nuevo con la filosofía de 'recogerlo del campo y ponerlo en la mesa'”, matiza. Poco más hizo falta para un espacio con personalidad propia.
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Además de unos rincones que nadie podrá olvidar, la pareja cuidó también su apuesta culinaria. “Somos unos apasionados de la gastronomía y nos hacía ilusión trasladar unos de nuestros más comunes ‘fines de semana en Madrid’ a nuestra boda a través de los córners. Ciboulette, el estupendo catering que contratamos, nos dio muchas facilidades y nos ayudó a hacerlo realidad”, desvelan. La pareja triunfó con un puesto de champán: “el personal fantástico de Ciboulette lo sirvió a la francesa, según llegaban a la finca los invitados”. Esto lo acompañaron con “las mejores conservas de Madrid, las que se venden en el restaurante de nuestro amigo Jesús del Doble”. Un detalle que les hizo especial ilusión que pudieran disfrutar sus invitados.
Una petición de mano de película
Quién iba a decir a Cristina y David que su encuentro repentino años antes iba a terminar en un enlace. Así nos cuenta ella su historia de amor: “David y yo nos conocimos trabajando en Wayra hace cinco años, una aceleradora de startups. Ambos estábamos montando nuestros respectivos negocios. David acababa de instalarse en Madrid (es de Barcelona) y yo acababa de terminar ingeniería de telecomunicaciones y quería aventurarme a emprender. Tras unos meses por ahí, aprovechando un paseo al ascensor, David me invitó a tomar un café cerca de la oficina. ¡Nunca me imaginé dónde nos llevaría ese café! Nos prometimos en Filipinas, el día de fin de año de 2019. David me había preparado un viaje sorpresa, lo único que sabía era que tenía que preparar la maleta con ropa de verano y de invierno (luego acabaríamos en París) ¡menuda maleta más complicada! Para ese día buscó una isla muy pequeña y nada turística en la que únicamente estaríamos él y yo, fue un sueño. David según se despertó ese día estaba muy nervioso, pero nunca imaginé lo que tenía entre manos. Tras algún que otro percance con el anillo (como meterlo en el bolsillo del bañador y perderlo en mitad del océano Pacífico), me dejó mensajes por toda la orilla de la playa, que fui descubriendo mientras sonaba de fondo Perfect de Ed Sheeran, hasta que le encontré arrodillado frente a un ‘Will you marry me?’. Cada vez que lo recuerdo me emociono, superó con creces mis expectativas… Por cierto, al final encontró el anillo”.
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Dos vestidos especiales
Además de un montón de detalles que dejaron a sus invitados sin palabras, uno de los elementos más destacados del enlace fueron los dos vestidos que lució la novia. El primero, para la ceremonia y el convite, era moderno y con un punto romántico. “Siempre me había imaginado como una novia clásica, hasta que visité varios prêt-à-porter y al verme con ellos, cambié de idea. Me decanté entonces por diseñar un vestido más contemporáneo, pero, sobre todo, muy sencillo y que envejeciera bien”, reconoce Cristina. El look, con movimiento, era asimétrico y multiposición. “Realizado en seda italiana, con un hombro drapeado del que caía una gasa de seda a modo capa, diseñado por mí junto con Juanjo Oliva. Dicha capa la usaría para la entrada a la iglesia cubriendo los hombros y según fuera entrando la celebración, me la iría cambiando de posición: a modo chal, dejándolo caer del hombro simulando una cola, enredado en la mano contraria…. Me pareció una manera muy divertida de expresar tu propio estilo a través de tu vestido”.
El segundo diseño rompía con lo conocido en novias, pues era de un tono rosado, con un estampado y de largo mini, perfecto para la fiesta y el baile, firmado por Zimmermann. “El trato y la atención de Pablo fueron inmejorables. Fue amor a primera vista y una locura de última hora: abrieron tienda en Madrid pocos días antes de la boda y al verlo, no lo dudé ni un momento, tenía que ser mi vestido. Fue un sueño, el movimiento y la caída de la tela hacen que te sientas una auténtica bailarina. Estoy encantada de haber salido de la ‘norma convencional’ y elegirlo en color rosa palo, ¡seguro le voy a dar mucho uso!”, nos dice.
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Accesorios espectaculares
Todo ello se completó con un sencillo ramo de flores de temporada con peonías gardenias, las favoritas de la novia. Tampoco faltaron unas joyas deslumbrantes: su anillo de pedida con zafiro de Suárez, el anillo Trinity de Cartier, la alianza de boda de Suarez y dos piezas más con mucho significado. “Un anillo vintage familiar de esmeraldas con diamantes que me regalaron los padres de David pocos días antes de la boda y no podía no llevarlo. Como pendientes llevé unos vintage familiares: tenía claro que tenían que ser de perlas para ir conjuntada con el zapato y estos que llevé eran fascinantes. Me daban mucha luz a la cara”, nos explica.
Los zapatos tuvieron, también, parte de protagonismo en el look. Eran los reconocidos modelos joya, con perlas, de Jimmy Choo. “Fue amor a primera vista. Al llevar un vestido tan sencillo quería romper y darle protagonismo con el zapato. Es un zapato que levanta cualquier look, con una horma muy especial”, apunta. Además, contaba con un segundo calzado para la fiesta, unas sandalias de piel en color champán de la misma firma. Y, ante tanto detalle actual, apostó por un sustituto del velo tradicional que triunfa en la red: una diadema con velo de rejilla de Mimoki. “En mi día a día siempre llevo algún sombrero en la cabeza y el día de mi boda no podía ser menos. Con el concepto de vestido más contemporáneo, no me veía con el típico velo, así que me decanté por esta opción”.
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Look de belleza desenfadado
Si Cristina no dejó nada al azar en lo respectivo a su estilismo, tampoco quiso hacerlo con su look de belleza. Se puso en manos de Goyo Acevedo y Xenia Tió: “fue una verdadera suerte contar con ellos y su calidad humana el día de mi boda”. Y fue a por lo seguro en su rostro, con un maquillaje natural, una fórmula a la que está acostumbrada, y unas ondas que primero fueron coleta y después melena al viento, en el momento de la barra libre.
Preguntamos a la novia qué momentos han marcado, de una forma significativa, su gran día. “Si tengo que elegir alguno, me quedo con el momento de salida de la Iglesia saludando a todos nuestros familiares y amigos. Me sentí muy acompañada y feliz, ya habiendo dado el 'sí, quiero' al amor de mi vida. También me quedo con el momento de entrega de ramo a mi abuela, que ha sido como una segunda madre para mí”, nos desvela.
“Como decía, ese día coincidía con que era, además, mi cumpleaños, y David había preparado varias sorpresas con motivo del mismo. Lo que nunca me imaginé fue que acabara su discurso con una tarta y un anillo a modo de regalo, mientras todo el salón cantaba Cumpleaños Feliz. Fue mi cumpleaños más especial”.
“También, según entramos a la fiesta, apareció Mickey Pavón. No tenía ni idea. Juan, de ‘Hey Mickey’ y David se las arreglaron los meses anteriores para que no me lo esperara, diciéndome que lamentablemente Mickey no podría estar ese día porque tenía otros compromisos. El combo de Mickey junto con Drums on Live no nos dejaron descansar durante la fiesta ni un segundo”.
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¿Y su momento más divertido? “Fue, sin duda, cuando al acabar la cena entró un grupo de batucada al salón, animando con ello a todo el mundo a salir a bailar. Esto fue totalmente sorpresa para todos, ¡David lo contrató la misma mañana de la boda! Además, nos lo pasamos muy bien durante el cóctel, que contamos con Paul and the Wolves, una banda en directo que acompañaron con clásicos desde soul y jazz hasta rock. David y yo nos preparamos unos pasos de rock para salir a bailar de manera espontánea y animar con ello al resto de invitados”.
El último mensaje de Cristina y David es un consejo para las parejas que celebran su ‘sí, quiero’ en los próximos meses. “Que disfruten al máximo cada segundo del que será el día más especial de sus vidas, ¡pasa volando! A nosotros personalmente nos servía pensar que ante cualquier contratiempo que pudiera darse, nos teníamos el uno al otro y eso era lo más importante”, concluye. Y eso es, sin duda, reflejo del gran paso que quisieron dar con su matrimonio.
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Cristina y David no se olvidan de los proveedores que hicieron su día posible, con un recuerdo especial para los encargados de retratar su gran día: los fotógrafos Días de vino y rosas, Nieves y Aída, y los videógrafos, De una sale otra, Jacobo y Nikita. "Tuvimos mucha suerte de contar con ellos, nos ha quedado un reportaje fantástico", señalan.
Finca: Las Margas.
Catering: Ciboulette.
Música en directo del cóctel: Paul and the Wolves.
Música en directo de la fiesta: Drums on Live.
DJ: Mickey Pavón.
Flores: Loving Lavanda.
Wedding Planner: VP wedding planner, Victoria y Pilar.
Maquillaje: Goyo Acevedo.
Peluquería: Xenia Tió.