El diseño que acompaña a una novia al altar es una prenda repleta de simbolismo, una creación que debe definirla, proyectar su personalidad y reunir aquello con lo que ella se siente favorecida. Su proceso de creación puede ser tan emocionante como inolvidable y si a ello se le añade el componente familiar, el resultado es una experiencia única, como la que nos relata Icha, una sevillana con un look nupcial muy romántico y una historia fascinante. “Mi madre me hizo el traje de novia. Ella, Camisones Icha, se dedica a diseñar y confeccionar batas y camisones y cuenta con un taller con dos costureras (que no pueden ser más cracks) y que la acompañan desde hace muchos años, por lo que, no había nadie mejor que ellas para hacerme el vestido”, nos desvela.
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Romanticismo hecho vestido
Fue en la Semana Santa del pasado año cuando Icha y su madre comenzaron a plantear el que iba a ser el look más memorable de su vida. “Mi madre tenía unas telas antiguas guardadas, así como un traje de mi abuela Pilar. Decidimos que me probara todo lo que tenía; la verdad que con un poco de miedo e incertidumbre de lo que podía pasar, porque decirle a mi madre que algo no me gustaba, me costaba... Pero, nada más probarme el traje de mi abuela, pensé: ¡esto es lo que estaba buscando!”, confiesa. Entonces, se decantaron por dejar la base y transformar por completo el diseño. Frente a una silueta con vuelo, optaron por una recta y dejaron a una lado las mangas cortas, en favor de unas abullonadas: “es algo que me encanta y que me define muy bien”.
El resto de ingredientes fueron ‘cosecha’ de la madre de la novia, que dio en el clavo con una larga cola (perfecta para las escaleras del altar de la iglesia) y una espalda diferente: “la eligió sin tela doble y quedó espectacular”. Un resultado que nuestra protagonista ya pudo ir viendo a principios de verano, cuando estaba casi terminado. “Hicimos varias pruebas, de las que salieron varias modificaciones y en septiembre lo dimos por terminado. A pesar de ir bastante bien de tiempo, no me lo probé con todo completamente terminado hasta dos días antes de la boda. Como todo queda en familia, mi madre cortó el velo el mismo día de la boda”, reconoce.
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Look con significado
Meses después de su enlace, Icha tiene claro qué fue lo que hizo que acertaran con su look, qué es lo que debe tener en cuenta esa novia que busca al diseñador de su vestido. “Lo más importante es que el vestido sea muy tuyo, que a la novia le vaya con su estilo y forma de vestir. Sentirse cómoda con él y siguiendo el estilo propio de cada una, nunca falla. Aunque después de algunas pruebas la idea puede cambiar, la esencia está”, apunta. Además de ello, en un estilismo perdurable, debe haber accesorios con significado para la protagonista del día. En el caso de Icha fueron unos tacones de esparto de Castañer y unas joyas que forman parte del legado familiar: “llevé unos pendientes de mi madre, que le había regalado mi padre, junto con la diadema de la familia de mi abuela materna y el anillo de pedida de Romu Joyeros, que no me puede gustar más”.
Un ramo a todo color
El otro complemento destacado fue su ramo de novia, un diseño floral al que Icha le dio bastantes vueltas. Lo que partió como un diseño bouquet de claveles en tonos buganvilla y morado, terminó siendo un composición algo más silvestre, que ideó pensando en Juan, su ya marido. “Sabía que le iba a encantar. Llevaba ramas de olivo, nardos (como llevaron nuestras dos madres en sus respectivas bodas y que, además, son su flor preferida) y unas semillas rojas que le daban un toque de color. No pudo quedar mejor tras el gran esfuerzo y buen hacer de Carmen, de la Galería de Jesús Fuertes”. Para completar este accesorio, nuestra protagonista añadió una cinta azul con una medalla de la Virgen del Perpetuo Socorro, de su abuela paterna, Soco; una bonita forma de tenerla presente en este día tan importante. No obstante, el giro en su ramo nupcial no implicó que renunciara a la idea inicial: “di un ramo a cada una de mis amigas del ‘cole’ con estos claveles. Otro momento muy especial”.
Moño tendencia
Al estilismo tan solo le faltaba un maquillaje y un peinado a la altura del diseño y ambos fueron sobresalientes en el caso de Icha, porque eran los que mejor la definían. El peinado fue un trabajo de Carmela Domínguez, con quien la novia tiene una relación muy especial. “La quiero como una más de mi familia y me peina desde que soy pequeña. Tenía claro que quería un recogido, tipo moño bailarina, lo más pequeño posible, pero al tener el pelo largo y llevar la diadema de la familia de mi abuela materna, no podía ser tan pequeño. Me aconsejó que fuese con estilo entrelazado, y finalmente, así lo hicimos”.
En lo relativo al maquillaje, Julia Hidalgo, a quien la novia dedica palabras de admiración, supo entender lo que buscaba nuestra protagonista: un rostro natural que marcara los ojos con labios algo subidos, algo que no era la primera vez que la maquilladora hacía para ella. Y es que a ambas les une una fantástica relación y el destino quiso que pudieran estar juntas el mismo día. “En cuanto comunicamos la noticia y teníamos la fecha de la boda en mente, llamé inmediatamente a Julia para preguntarle por ese día, a lo que me respondió que la tenía cogida desde hace bastante tiempo y que le iba a ser imposible. Aún esperándome esa respuesta, tanto por la demanda que tiene, como por organizar la boda con poco más de siete meses de antelación, me dejó súper chafada”, recuerda Icha. Fue entonces cuando pasó a buscar alternativas, pero a la semana siguiente una nueva llamada lo cambió todo. “Mientras trabajaba, me llamó Julia para contarme que la otra novia que tenía agendada para el 14 de octubre, era finalmente por la mañana y que al ser la mía por la tarde, podía venir a maquillarme. De la sorpresa y la emoción que me supuso, me puse a saltar y a llorar de alegría, ya que era lo único que tenía claro desde el principio; fue una ilusión inmensa”, cuenta.
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Boda en Sevilla
Todo brilló en el gran día de esta novia sevillana, que tuvo lugar el 14 de octubre de 2022 en el corazón de Sevilla. Después de mucho buscar y haciendo frente a las incontables bodas que había durante la temporada, este día, viernes, estaban libre tanto la Real Parroquia de Santa María Magdalena como la Hacienda de Orán. “Nos prometimos el 2 de marzo de este pasado año, justo el día en el que celebrábamos diez años de novios. A pesar de que mi preferencia era casarnos en los meses de verano, tuve que renunciar a esa idea, pues por los tiempos en los que se fueron desencadenando los acontecimientos, iba a ser todo muy justo. Por ello, comenzamos a buscar posibilidades y alternativas a partir del mes de septiembre”, nos explica.
La inolvidable cita llegó tras 10 años de amor, un vínculo que nació cuando los novios estaban en bachillerato. “Como todo lo bueno en la vida, ocurrió de casualidad, en una capea que organicé y a la que Juan no estaba invitado. Se coló gracias a su primo y tocayo, Juan (nuestro testigo de dichos), quien era amigo mío y me pidió que viniera ya que dormía en su casa y por no dejarlo sólo, tenía que venir... Todo mentira, ya que viven en el mismo edificio, pero bueno, gracias a ella nos conocimos. Al poco tiempo empezamos y quien nos diría que para siempre”, cuenta Icha.
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Organizar un enlace en el sur
Después de tanto tiempo de relación, nos detalla Icha, todo su entorno estaba muy nervioso y emocionado. “Éramos los primeros en casarnos de nuestras respectivas pandillas”, apunta. La pareja se centró en lo que ellos llaman lo verdaderamente importante: casarse por la Iglesia, recibir el sacramento del matrimonio. “Que fuera en el año en curso, así como que la iglesia y sacerdote fueran los que nos hacían especial ilusión, era la única prioridad que nos marcamos, siendo la celebración, proveedores y demás, algo complementario y secundario (algo que hoy en día veíamos que no es tan habitual)”, señala. Sin embargo, en materia de organización de bodas, desde que se prometieran en marzo, el proceso fue una cuenta atrás para dar con los mejores proveedores, desde la distancia, pues los novios residen en Madrid. Contaron con el gran apoyo de la madrina y la madre de la novia para los preparativos: “especialmente, mi suegra, Reyes, que nos ayudó a gestionar y coordinar toda la organización de la boda, ya que su gran implicación, así como su experiencia previa organizando otra boda, hizo que todo saliese como finalmente salió”.
“Respecto al sitio del convite, debido al alto número de invitados, no era nada fácil, pues siendo el mes de octubre en Sevilla, meteorológicamente hablando, todo era posible. Por tanto, teníamos que buscar un sitio, que en caso de que nos lloviese o hiciese frío, tuviera capacidad para albergar a la totalidad de invitados que teníamos. Afortunadamente, dimos con la Hacienda de Orán, donde hicimos el aperitivo pasado al aire libre, la cena sentada en el salón principal, baile fuera de nuevo al aire libre y, finalmente la fiesta, en otro salón. Cumplió todas nuestras expectativas”.
Decoración a medida
Fiel a los clásicos, Icha nos desvela que confiaron en el trabajo de Brunia Floral para decorar los diferentes espacios de su ceremonia. En la iglesia, añadieron centros con flores en blanco y verde en la zona de las escaleras y el altar. “Nuestro proveedor de iluminación, Ludisound, quienes nos lo hicieron todo bastante fácil, pusieron varias guirnaldas de luces, así como luces indirectas durante el aperitivo, que al ser al aire libre, era donde mayor empeño debíamos poner con respecto a la iluminación”, puntualiza.
Ya en la celebración, en Hacienda de Orán, Jesús, de la Galería de Jesús Fuertes y amigo de la pareja, se encargó de iluminar el recorrido que unía la zona del aperitivo con el salón de la cena. “Allí, nuestra idea era que visualmente fuera bastante acogedor, por lo que queríamos que al llegar, sólo estuviese iluminado con muchas velas. Con respecto a las flores, queríamos que también fuesen muy visuales, por lo que Jesús nos ayudó a crear un ‘bosque’, combinando centros altos y bajos, en tonos fucsia y rojos, con las lámparas centrales que colgaban del techo también decoradas con flores que se unían a los ‘árboles’ de la mesa presidencial y centros verdes en los laterales. Jesús supo plasmar nuestra idea a la perfección, asesorándonos con un cariño y profesionalidad inmejorable”.
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Otro detalle importante en la organización de la boda era la papelería nupcial, que seguía la inspiración que buscaban los novios con toda la estética y decoración del enlace: “era, por tradición familiar y afición personal nuestra, con motivos taurinos”. Las 50 mesas del enlace dieron forma a un inmenso seating plan que estaba rodeado de elementos campestres. “Con alpacas de paja, decorado con romero y flores fucsias, un traje de luces (color sangre y oro), capotes, muletas y espadas, así como varios hierros de la ganadería familiar. Los meseros los decoramos con acuarelas de las principales plazas de toros de España, Francia y Latinoamérica, que nos regaló mi prima, pintando cada una a mano, un detallazo”.
Momentos para el recuerdo
Preguntamos a Icha acerca de las escenas más inolvidables de su ‘sí, quiero’ y aunque le cuesta elegir, sí que recuerda algunos momentos con especial cariño. “Primero, ponerme el traje de novia, ya que demás, éste había sido sacado de uno antiguo de mi abuela Pilar, y diseñado y hecho por mi madre, Icha. Verme con él, fue un sueño”, comienza. Y continúa: “otro muy especial fue el ‘paseíllo’ (como mi padre le llamaba) hacia el altar. Entrar con él, acompañada de mis 10 niños de arras, con el coro de mi colegio (Coro Entreángeles) cantando de fondo Caresse Sur L’Ocean, fue algo muy emocionante. A pesar de que la iglesia estaba llena, no podía dejar de mirar a Juan, cómo me esperaba sonriente con su madre en el altar”, rememora.
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A esa lista de momentos se suman otros dos más. “Durante la celebración de la eucaristía, tuvimos un momento muy íntimo y emotivo, ya que el sacerdote, mi tío, nos casó y después del rito del matrimonio, nos pidió a Juan y a mí que nos arrodilláramos. Con la Iglesia en silencio, mientras sonaba de fondo Mil gracias derramando, de Prada, comenzó, en un tono muy bajo que sólo podíamos escuchar nosotros dos, a dar gracias por todo aquello que teníamos, por nuestras familias, amigos, familiares que ya no estaban con nosotros, así como todo lo que habíamos vivido juntos. Fue un momento de recogimiento, especialmente emotivo y único para nosotros”, matiza. “Por último, tuvimos un enorme y especial regalo de los amigos de Juan, que desde la infancia tienen un grupo de flamenquito llamado Mahareta y nos cantaron la canción Esa Mujer, la cual Juan siempre me ha dedicado desde que nos conocimos”.
En resumen, para Icha y Juan su boda, con cambios de planes y mucha ilusión, no pudo ser más bonita, por eso nuestra protagonista recomienda a las parejas que se encuentren en su cuenta atrás que confíen en profesionales como proveedores y que den lo mejor durante la organización del día: “que intenten parar el tiempo, por supuesto, durante los preparativos, pero sobre todo durante la boda. Que disfruten de cada preparativo y que se hable todo entre los dos, que aquello sobre lo que no hay mismos puntos de vista, no sea motivo de pelea o enfado”. Y siempre ser conscientes del paso que se está dando. “No perder nunca el foco de lo realmente importante, que es pasar el resto de sus vidas juntos, algo lleno de felicidad, ilusión y alegría, tres factores esenciales que deben acompañarles antes, durante y después de la boda”.
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"Gran parte de nuestros proveedores ya eran amigos, y quienes no lo eran, después de todo lo que ha conllevado nuestra boda, ahora lo son. Samu, Nacho, Rosa, Jesús, Paco, Miguel Ángel, José Luis, Carmela... Todos dieron el máximo por cuadrar sus difíciles agendas y hacer nuestra boda 'soñada'. Cada llamada con ellos no tenía desperdicio alguno, era hacer encaje de bolillos. Nosotros hemos tenido mucha suerte también con Rosa Fernández y Emotion Film. Para nosotros, los mejores". Estos son los proveedores a los que Icha González de la Lastra y Juan Jiménez-Filpo Núñez les dan las gracias.
Bata y traje de la novia: Camisones Icha.
Maquillaje: Julia Hidalgo.
Peluquería: Carmela Domínguez.
Anillo de pedida: Romu Joyeros.
Chaqué del novio: Sastrería Francisco O ́Kean.
Iglesia: Real
Parroquia de Santa María Magdalena.
Flores Iglesia: Brunia.
Niñas de arras: Camisones Icha.
Niños de arras: Mimma & Me.
Sacerdote: D. Ignacio Jiménez Sánchez-Dalp.
Música de la iglesia: Coro Entreángeles - Coro de voces blancas.
Lugar de celebración: Hacienda de Orán.
Ramo de la novia, flores y decoración de la Hacienda: La Galería de Jesús Fuertes.
Iluminación: Ludisound.
Fotos: Rosa Fernández Leal.
Vídeo: Emotion Film.
Catering: Catering Miguel Ángel.
Anillo de pedida: Romu Joyeros.
Música del aperitivo: Son de Cuba.
Grupo de música: La Tomasa.
DJ: Icon experiences.