Oaxaca fue el lugar elegido por Ana Laura y Beltrán para sellar su historia de amor. Se conocieron mientras estudiaban en Londres y, tras cinco años de relación, decidieron dar el gran paso hacia una nueva vida. La celebración duró tres días y comenzaron con una white party : “Citamos a nuestros invitados en la plaza de Santo Domingo y los sorprendimos con una calenda, que es un baile y música tradicional de Oaxaca, en la que todos los invitados iban recorriendo las calles mientras bailaban y se les ofrecía mezcal”, nos cuenta la novia. Al día siguiente, llegaría el gran momento de dar el “sí, quiero”. Ana Laura eligió un diseño de Inés Martín Alcalde que completó con una tiara perteneciente a la familia de Beltrán. Sin embargo, llegar hasta aquí no ha sido fácil: “Durante la dura pandemia estuvimos algunos meses sin vernos, en especial porque las fronteras estaban cerradas. En cuanto Beltrán pudo viajar, se embarcó en el primer vuelo a México contando la anécdota de que solo viajaban diez personas en ese vuelo. Me pidió matrimonio en mi casa de la infancia, no me lo esperaba para nada y nadie lo sabía, excepto su madre. El anillo lo eligió él junto con su madre y lleva 5 diamantes, uno por cada año de relación que llevábamos. Una vez que las fronteras se abrieron y pude viajar a España, me sorprendió con un viaje al hotel Marqués de Riscal, en La Rioja, en donde me volvió a pedir que me casase con él acompañado de un detalle por su parte. La verdad que fue un sueño para mí”, nos explica Ana Laura. “El tercer día los invitados pudieron disfrutar de la fiesta Farewell en la destilería de mezcal Los Amantes. Recibimos a los invitados con un camino entre campos de agaves decorado con flores tropicales. Como homenaje a mi cultura de Jalisco, trajimos a un grupo de mariachis que animaron la fiesta”. En definitiva, un fin de semana de ensueño en el que invitados de todas partes del mundo se reunieron para vivir el amor de Ana Laura y Beltrán.