Atemporalidad. En la búsqueda del vestido de novia más bonito y especial, los grandes diseñadores se ponen como objetivo que su propuesta no caduque, que siga resultando elegante años después. Ese era también el propósito de Sara cuando comenzó la aventura de dar con el look de su gran día. "Dentro de unos años cuando vea las fotos de la boda, me gustaría poder pensar que, pese al paso del tiempo, el vestido no ha pasado de moda", nos desvela ella misma. Y estamos seguras de que así será porque su diseño 'made in Spain' estaba compuesto de tres piezas que no han pasado desapercibidas: una base realizada en crepe, una cola de organza de seda y un jersey de lana mohair.
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Boda de invierno en Navarra
En su enlace, celebrado el pasado 3 de diciembre en Navarra, esta novia invernal confío en el trabajo de Borgia Novias, una firma que, captando el gusto de nuestra protagonista, ideó para ella el estilismo cómodo, sencillo, especial y desmontable que ella quería. “Tenía claro lo que no quería, y que quería ir cómoda en la medida de lo posible. Muchas amigas me decían que ir vestida de novia cómoda no era posible, pero yo creo que conseguí ir con el vestido como pez en el agua”, señala. Por eso Sara descartó desde el primer momento llevar escote en la espalda y tejidos muy ligeros, una sabia elección para una boda en uno de los meses más fríos del año.
Tras visitar tres firmas, en las que encontró buenas propuestas, la navarra escogió definitivamente la aguja de Borgia Novias. “Fui porque habían vestido a varias amigas y me recomendaron ir. Tras probarme varios modelos, tuve claro que iba a hacerlo con ellas porque son muy resolutivas y entendieron la esencia de lo que quería. Les comenté que me apetecía llevar un diseño liso y un jersey que me abrigara, al ser la boda en invierno y que además permitiera ir desvelando poco a poco el vestido. Les encantó la idea y me propusieron hacerlo de lana mohair, para jugar con las texturas”, explica.
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Ya para el frío de la noche, nos cuenta, le llegó el turno a la cuarta pieza: un poncho de Bimani que compró para la ocasión y ponía la guinda a un look muy estudiado. “Como dije una vez, asemejando el vestido auna obra de arquitectura, quería que fuera como Villa Mairea de Alvar Aalto, moderna, atemporal, elegante, y que tuviese algo cálido y tradicional, como es el jersey y un toque actual de estos años, como puede ser la cola de organza de seda que tanto se ve estas temporadas”, describe Sara.
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Accesorios en contraste
Una vez perfilado el diseño, solo faltaba definir los complementos que lo acompañarían. Ella apostó por unos zapatos bicolor de Carolina Herrera, que encontró por casualidad mientras buscaba otro calzado para su gran día. Tampoco faltó la magia de las joyas, unos pendientes de perlas y oro, de su mi abuela paterna, además de “una pulsera de oro ‘tipo esclava’, que se compró mi tía Jose 50 años atrás con sus primeros ingresos y que me regaló para la boda y un cinquillo de diamantes que me dejó esta misma tía y que usó mi madre en su enlace”.
En un ejercicio de confianza, Sara no supo cómo sería su ramo hasta la misma mañana de su ‘sí, quiero’. Era un regalo de sus amigas y a ellas les dio unas simples pautas: quería un diseño de estilo silvestre, a diferentes alturas y con notas de color sutiles. Aunque estaban preocupadas, ella no se agobió porque Davinia, la florista, capto su idea. “El ramo tenía olivo, eucalipto, eryngium blue, flor de cera blanca y astrantiabillion stars. A juego iba decorado el coche y una cesta que llevaban los niños de arras. Fue un regalo de mis mejores amigas, las cuales me dieron una medalla grabada con la palabra ‘amije’ y un lazo color beige”, recuerda.
Peinado tendencia
A todos estos ingredientes se sumó el look de belleza, ese elemento que regula el aspecto de la novia y ha estar en sintonía con todos los detalles. En un primer momento, Sara quería una melena con ondas, pero cambió de opinión porque fue consciente de que no se iba a apreciar bien el jersey que llevaría. “Pero no me quitaba de la cabeza el pelo suelto, por lo que le comenté a Alba, la hermana de una amiga, que trabaja en la peluquería de confianza donde suelo ir y que me iba a hacer el primer peinado, que estaba pensando en cambiar el peinado para el baile, y que sin compromiso, si ella podría estar interesada en hacer el trabajo y me dijo que encantada”, indica. Para el maquillaje, quisouna versión mejorada de su look diario, con las pestañas muy marcadas, eyeliner superior y labio rojo.
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Olivo como protagonista
Más alla de su estilismo, en el enlace de Sara el enclave y cada uno de sus rincones estaban decorados con precisión y gusto. Para lograr un resultado sobresaliente, sin sorpresas de última hora, la pareja contrató a la wedding planner y experta en bodas sostenibles Ángeles Silvestre tres meses antes de su ‘sí, quiero’. A ella le agradecen su papel en el enlace: “el resultado no pudo ser mejor y aunque la boda fue uno de los días más fríos del mes de diciembre y llovió, dentro de la Iglesia todo fue amor, alegría y agradecimiento y en el salón del restaurante Maher, para nosotros, ese día había magia”.
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Uno de los grandes logros de la pareja a la hora de organizar su boda fue conseguir celebrarla en Ermita del Villar, una pequeña iglesia que solo abre para cuestiones puntuales: “tras varias llamadas, muchas de ellas sin respuesta, y más de mes y medio de espera, nos permitieron, gracias a Dios, hacer allí la ceremonia”.Y no solo prepararon las intervenciones, también una preciosa decoración en la que el olivo fue el protagonista. “Pusieron dos composiciones a los lados en la entrada, una más alta que otra, con ramas de olivo del campo de mi padre que cortamos el martes y viernes de esa misma semana, junto con pino y eucalipto. Queríamos que fuera todo en tonos verdes porque la Ermita del Villar del siglo XVII está ubicada entre pinares y desde el interior se ve el paisaje y los campos de viñedos”, revela.
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La celebración del convite tuvo lugar en salón del Restaurante y Catering Maher, un lugar que decoraron en línea con su propia estética y, de nuevo, incorporando olivo, candelabros y velas. “La mesa presidencial se decoró con la guirnalda de olivo que había en el altar junto con tarritos pequeños de flores blancas, y colocamos las fotos de días de celebración de nuestros abuelos en la mesa, porque hay que honrar a la familia, así que cuando entraron nuestras familias para comer se emocionaron muchísimo”, nos dice. La guinda del pastel la pusieron Ángeles Silvestre y su equipo con el seating plan y la mesa de dulces: “consiguió que ambos espacios quedaran increíbles, cada uno relacionado con el rincón en el que servían. El primero muy natural y fresco; y el segundo muy cálido y navideño”, destaca.
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Todo ello propicio un clima de cercanía, alegría y sentimientos compartidos. Un cúmulo de emociones que las novias conocen muy bien y que lleva a Sara a recomendar a quienes se casen próximamente que sean fieles a sí mismos, que ese día sean conscientes de su suerte y que se paren a agradecer el compartir con tanta gente que importa una jornada inolvidable. “Esto me lo aconsejó una amiga a mí”, confiesa. Entonces, sin duda, vale por dos.