En todo proceso de creación de un vestido de novia memorable hay algo de magia. Casualidades o buenas decisiones hacen que las prometidas se topen con detalles capaces de captar la atención, que posteriormente se convierten en el centro del look, el elemento más llamativo. Esto es lo que sucedió con una de las elecciones que hizo Gabriela, una recién casada muy viral que ha sabido encontrar el equilibrio entre sencillez y preciosismo en su boda en Madrid. “A la hora de diseñar mi vestido, empezamos la casa por el tejado como quien dice: primero elegí la tela de la cola, una cola de camelias estilo Chanel, que me recordaba a mi época de cuándo vivía en París”, nos cuenta ella misma.
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A medida y ‘made in Spain’
Para su enlace de otoño, celebrado el pasado 22 de octubre, nuestra protagonista apostó por un vestido con sello español, de corte recto, mangas abullonadas y semitransparentes, escote redondo y larga cola. “El primer atelier de novias que visité fue el de Fátima González, que me lo recomendó una de las íntimas amigas de mi madre que es amiga de Fátima. Se puede decir que lo de Fátima González fue un flechazo y cuando salí de su taller tenía claro que ella me haría el vestido de novia y no fui a ver a ningún otro diseñador, porque cuando lo sientes tienes así no hay más que decir”, reconoce.
En un primer momento, Gabriela tenía claro el resultado que esperaba buscaba con su look nupcial, pero la idea fue transformándose con el tiempo. “A medida que fui avanzando en el proceso de confección del vestido, íbamos añadiendo algunas cosas y quitando otras, por lo que el vestido lo fuimos creando poco a poco y cada parte de ese vestido tiene un significado. Ha sido, sin duda, el vestido de mis sueños”, revela. Fatima González le dio todo tipo de facilidades durante un proceso que nuestra protagonista recuerda con especial cariño y agradecimiento: “para mí ha sido súper emocionante y cada prueba la recuerdo con mucho cariño”.
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Accesorios especiales
Ese buen sabor de boca también estuvo presente a la hora de dar con otras piezas que compusieron su estilismo del gran día. Accesorios tan especiales como unas sandalias de terciopelo nude de Flor de Asoka, regalo de su mejor amiga y unas joyas con historia: “los pendientes que llevé fueron el regalo que me hicieron los padres de Borja en la pedida; los diseñé yo junto a su tío, que es joyero. Llevé el anillo de pedida que me había regalado Borja cuando me pidió matrimonio, que era un zafiro con dos diamantes a cada lado e iba a conjunto con los pendientes, y mi madre me dejó un solitario que le había regalado a ella su padrino cuando nació, y para mí tenía un gran valor sentimental”.
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La nota de color llegó con el ramo, que huyendo de lo tradicional, se presentaba como el detalle de tendencia más divertido, en naranja, con tonos otoñales y forma alargada. “Mi ramo lo diseñé con María, de Aquilea, cuando fui a elegir las flores para la boda. Empezamos a probar diferentes flores, jugando con los colores, hasta que dimos con el diseño que quería. Mi vestido era de un corte más clásico y el ramo rompía totalmente con su estilo, pues le daba un toque alegre y moderno a mi look de novia”, señala.
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Belleza fresca
En lo que innovó Gabriela fue en su look de belleza: pura frescura, maquillaje natural, sombras tonos tierras y dorados y un peinado cómodo y muy chic, realizado por María Serrano Parra. “Ella supo captar desde el primer momento lo que quería. Para ese día decidí llevar un peinado con coleta y mantenerme fiel a mi estilo, porque la llevo a diario, aunque para darle un toque más romántico y alegre la llevé con ondas y unas trenzas a cada lado. Durante la fiesta me quité la coleta para quedarme con el pelo suelto con ondas y me puse una diadema de plumas”, explica.
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Una boda en Madrid
Todos los ingredientes fueron un éxito como un elemento más de su boda otoñal, que los asistentes guardan en su recuerdo. “Tanto Borja como yo teníamos claro que queríamos contar con la ayuda de una wedding planner, ya que debido a nuestros trabajos (ambos somos abogados en dos despachos internacionales) no podíamos dedicarle el tiempo que nos gustaría y queríamos disfrutar al máximo de este proceso”, recuerda. Y la pareja confió en la labor de Ana Cano, que logró un resultado rompedor: “se ha convertido en una persona muy especial a la que tenemos mucho cariño y que ya consideramos una amiga”.
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Con su apoyo, los novios dieron forma a cada una de las mesas y rincones, que decoraron prestando una especial atención a las flores. “Queríamos que nuestros invitados se sintiesen como en un bosque, y gracias al equipo de Aquilea y Ana Cano se consiguió. Asimismo, como Borja es valenciano quisimos hacer un guiño a Valencia y pusimos mandarinas, que trajeron los padres de Borja desde allí, en toda la decoración. Todo quedó precioso y cuidado al detalle”, matiza.
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Espectacular fue el resultado con el que sorprendieron a sus invitados, quienes disfrutaron de una celebración con la personalidad de la pareja. Haciendo balance, Gabriela se fija en la importancia de exprimir cada minuto del proceso y disfrutarlo desde el corazón. Por eso aconseja a los prometidos de este año: “creo que es importante ponerse cuanto antes, no te das cuenta de todo lo que implica preparar una boda hasta que te pones con ello. La clave para nosotros ha sido que lo hemos hecho todo con bastante tiempo de antelación y hemos sido muy organizados desde el primer momento”. Y, si es con el apoyo de una wedding planner, recomienda, mucho mejor.