Confianza. Confianza es, sin duda, el valor que sostiene una buena relación entre una novia y la firma que diseña su vestido. Dar con ese diseñador que entienda lo que la protagonista espera y desea de su look nupcial y que esta apueste por su trabajo con los ojos cerrados es fruto de la magia de las bodas. Berta, madrileña con un romántico diseño, que se casó en Segovia, siguió su instinto y acertó desde el primer momento. “Hace años, antes incluso de estar con Javi (el novio), le dije a mi madre: ‘si algún día me caso, me haré el vestido en Romancera’. Nada más prometernos, enseguida fuimos a visitarlas. Nos dedicaron todo el tiempo del mundo, estuvimos toda una mañana hablando, imaginando, viendo telas, para que la diseñadora, Tamara, entendiese bien qué era lo que buscaba y lo que no”, nos cuenta ella misma. Y al salir de su estudio, aquel mismo día, supo que iba a ser: “una novia Romancera”.
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Vestido especial
En un principio, comenta Berta, no sabía lo que buscaba, pero sí lo que no quería. “Sí sabía quería un look especial, con telas especiales, pero atemporal, que lo viese en unos años y me siguiese encantando”, explica. Sin haber visto el boceto, se decantó por Romancera por su cercanía y predisposición, siempre dispuesta a acompañar a la novia en la selección de sus complementos. Fue así como terminó con un look romántico, con detalles poco comunes y sin las típicas mangas abullonadas, que cansan a nuestra protagonista. “El vestido tenía un escote especial, lejos del típico escote cuadrado que ya empieza a aburrir un poco, con un desflecado al final que le aportaba un equilibrio perfecto al resto del vestido. Llevaba un trabajo súper exquisito y minucioso, con diferentes telas y detalles en el cuerpo y la falda. Era un satén de seda espectacular, que por la parte inferior trasera se abría en dos quillas, dejando ver una tela espectacular”, apunta.
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Las perlas, que fascinan a Berta, estuvieron presentes en los botones de las mangas de su vestido. “La cola era de quita y pon, creada en seda rústica y organza y muy muy larga. Sabía que no quería la típica sobrefalda demasiado vista ya y cuando me presentaron esta idea reconozco que me costó un poco asimilarla, pero Tamara y mi madre confiaban tanto y estaban tan seguras de que me iba a enamorar, que no me lo pensé. ¡Y así fue, se puede decir que es una de mis partes favoritas de mi vestido!”, desvela ella misma.
En materia de accesorios, la madrileña optó por un velo cuya tela vio en el taller de Romancera, una pieza que la firma guardó todo el año para su gran día: “porque ya no se hacía igual”. Para el baile prescindió del mismo y en su lugar se colocó un tocado muy especial: “era el que se puso mi madre en su boda, aunque un poco ‘remasterizado’. Con la ayuda de Tamara, engañamos a mi madre para llevar su tocado al atelier y ver qué tal quedaba con el vestido, allí le di la sorpresa a mi madre. Es un tocado hecho a mano hace casi 30 años que aún sigue intacto, una maravilla. Lo que hicimos fue dividirlo en dos con la ayuda de Mimoki y ponerle dos peinetas. ¡De mis partes favoritas del look!”. Por su parte, para los zapatos confió en Ceibo, donde se los hicieron a medida, en color blanco, con parte de la seda rústica del look.
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Un ramo muy silvestre
Siguiendo las tendencias, la guinda de su estilismo nupcial la puso un ramo de corte silvestre, con unas flores poco habituales y muy delicadas: cosmos. “Recuerdo con especial cariño cuando María, de Be Water, me trajo el ramo. Habíamos hablado de cómo sería, sí o sí quería que tuviese esparraguera, me encanta el toque que da, algo muy fresco, con mucho movimiento y algo de caída, pero fue sorpresa hasta ese día. ¡El momento fue lo más, me emocioné muchísimo!”, recuerda Berta. Añadió, además, una cinta de de mi hermana, regalo de una de sus mejores amigas y como medalla: “el pin de nacimiento de Javier, grabado con su nombre y su fecha de nacimiento”.
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Notas de belleza
Para completar una propuesta a medio camino entre la tendencia y el romanticismo solo faltaba un look de belleza cuidado al milímetro. Meses antes, nuestra protagonista preparó su piel con Gracia de la Maza, para estar a punto en su gran día: “es encantadora y se involucra muchísimo en todos los aspectos”. Después, ya en la mañana de la boda, Amparo Sánchez hizo el resto con la peluquería y el maquillaje. “Tenía mi look bastante claro, maquillaje muy muy natural y moño bailarina. Todo el que me conoce sabe que soy muy tiquismiquis con mi pelo, si me hago moño siempre tiene que estar perfecto. Me costó muchísimo encontrar a alguien que de verdad me gustase, hasta que di con Amparo Sánchez. Es la mejor, maquilla que te mueres y peina mejor aún. La volvería a elegir con los ojos cerrados”.
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Inspiración rústica
El acertado y personal look de Berta, con todos sus matices, sigue acaparando éxito en las redes, al igual que lo hacen otros detalles de su boda, un enlace cuidado al milímetro y marcado por las anécdotas inolvidables. “Celebramos nuestra boda el pasado 3 de septiembre en Madrona, Segovia. Nosotros somos de Madrid, pero nos apetecía una boda fuera de la ciudad, pasar un fin de semana rodeados de los que queremos y nos apetecía un sitio con un toque rústico y campestre”, reconoce. Encontraron la horma de su zapato en la iglesia Románica de San Pedro de Madrona y en Finca Las Margas y escogieron a Mentidero de la Villa como catering para una jornada que dejó huella en sus invitados.
Era un enlace de verano y desde el primer momento la pareja quiso organizar toda la celebración al aire libre. Confiaron en la wedding planner Ana Cano, que organizó todo el día de la boda, les dio tranquilidad y consiguió que la boda fuera un verdadero éxito, apuntan los novios. “Teníamos pensada toda la decoración, iluminación, flores, organización de las mesas, seating y otros detalles para hacer la cena al aire libre, pero literalmente dos días antes de la boda Ana nos dijo que, al ser Segovia y boda de noche, lo más recomendable era trasladar la cena al salón interior. Después de darle millones y millones de vueltas decidimos que era la mejor opción, con todos los cambios que eso conllevaba, pero mereció la pena, la cena quedó espectacular”.
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Decoración a prueba de modas
Fue un éxito de todos los proveedores y también de los novios, que idearon junto a Be Water Flores la decoración de sus sueños. “Para mí era súper importante conseguir una decoración atemporal, que pasase el tiempo y siguiese encantándome. Soy muy detallista, me fijo mucho en la luz de los espacios, me gusta la homogeneidad de colores y que todo siga un mismo patrón e hilo conductor, por eso elegimos a María, de Be Water Flores, para la decoración floral. Solo fuimos a verla a ella y fue un flechazo total, tenemos gustos muy parecidos, y es una ARTISTA, en mayúsculas”, señala Berta.
¿El resultado? Una propuesta etérea y con movimiento para la iglesia, con árboles, flores naturales a diferentes alturas e incluso uvas: “todo el mundo alucinó”. La misma línea siguieron para la fuente del cóctel y las mesas del aperitivo, con macetas del mismo estilo. Macetas y plantas a todo color fueron también las protagonistas en el seating plan de la pareja: “toda la papelería es obra de mi prima Andrea, la artista detrás de andreamdesign”. Y fue otro gran acierto que no pasó desapercibido.
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Con tantos detalles de éxito, preguntamos a Berta si se atreve a aconsejar a los prometidos actuales: “Sobre todo, les recomiendo que disfruten del camino que les lleve a ese día, como les digo a mis amigas que se van a casar, es único e irrepetible, solo pasa una vez en la vida y merece la pena dedicarle tiempo. También, que se rodeen de proveedores que sepan entenderles, con los que compartan gustos y entiendan sus preocupaciones”. Porque solo así los novios podrán hacer lo verdaderamente importante: disfrutar.