Durante la organización de boda, la ilusión debe ser prioritaria frente a la disparidad de opiniones o los contratiempos que puedan surgir durante los meses previos al gran día. Hacer frente a esas sorpresas de última hora con resiliencia es la clave para que todo vaya bien y así lo hizo Leticia, una novia pamplonesa con mucho gusto, un look transformable espectacular y una boda fiel a su tierra, que se encontró con una situación inesperada que no pudo cambiar. “Todo fue bastante igual a cómo lo habíamos imaginado. No obstante, pocos meses antes de la boda hubo varios incendios en Navarra y la mayor parte de la finca se quemó, pero, gracias a Dios, los viñedos y la estructura donde lo celebrábamos aguantaron, por lo que dentro de lo que cabe tuvimos mucha suerte”, nos cuenta ella misma.
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Creer en el amor
El sol brilló para “Leti” (como la conoce su entorno) el pasado 17 de septiembre en la Basílica de las Agustinas Recoletas y en la finca Bodegas Señorío de Sarría, donde celebró su esperado enlace. Una espectacular boda (con influencers entre las invitadas y numerosas sorpresas) para una historia de amor que ha vencido al paso del tiempo y ha crecido con sus protagonistas: “nos conocimos en 2008 en Pamplona, cuando íbamos al colegio, y empezamos a salir en 2009. Después de 13 años, por fin llegó el momento”.
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Un look desmontable
Y tras de este largo periodo de noviazgo, como todas las novias, Leticia también quería impresionar con su vestido, pero estar realmente cómoda al mismo tiempo. “No tenía claro el diseño completo, pero sí sabía varias cosas: quería cola larga, pero que se pudiera quitar para la fiesta, quería ir velada, elegante y sencilla, pero con un toque diferente. Quería cuello halter, pero ir tapada para la iglesia… Y también me encantaba el juego de texturas y bordados”, señala. Encontró todo lo que buscaba en Inuñez, con quien confiesa haber disfrutado de un proceso fácil y muy recomendable: “cuando me enseñó el boceto fue amor a primera vista. A día de hoy, mientras más lo veo, más me gusta”.
La elección, tanto del estilo como del diseñador de su look llegó tras numerosos años de discreta inivestigación de tendencias en la red. “Durante tantos años siendo novios, he tenido mucho tiempo para ir viendo vestidos, y también para ir conociendo mi cuerpo y mi estilo y ver qué formas me favorecen más”, apunta. Su viaje concluyó al conocer a Inuñez, tras visitar tres ateliers diferentes con los que quedó encantada. “Inuñez fue la última en darme el boceto. Creía que ya tenía mi vestido decidido y cuando Isabel me enseñó el suyo cambié de idea sin dudarlo y tuve claro que ese iba a ser el elegido”, recuerda. Porque en el fondo, nos desvela Leticia, siempre había querido que fuese ella quien diera forma a su estilismo.
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Accesorios que suman
Para hacer el diseño aún más personal, nuestra protagonista introdujo complementos con nombre propio y gran valor sentimental. “Llevé unos pendientes de Moret Joyeros. Los encontré por Instagram a raíz de verlos en los Goya, les conté mi idea y juntos los diseñamos. Sabía que quería algo minimalista, geométrico y de oro blanco, sin meter color, como todo el look. Fue el regalo de pedida de mis suegros”, nos explica. Además, apostó por unos zapatos gris perla de Flordeasoka, regalo de dos íntimas amigas.
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A todo ello se sumó el accesorio más simbólico de todos, un detalle que siempre estará presente en la vida de la pareja. “Para las alianzas fundimos la alianza del abuelo de Javi (el novio), y de ahí creamos nuestras dos alianzas. Es una forma de llevarle siempre con nosotros y fue un proceso muy bonito. Nosotros mismos fundimos la alianza de su abuelo con Xabier Pelegrini, joyero de Pamplona”, revela.
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Ramo de una misma flor
El ramo era el único detalle que faltaba y uno de los grandes quebraderos de cabeza de Leticia, que finalmente confió en la tendencia de los diseños compuestos de una misma flor. “Con el ramo di muchas vueltas. Al principio, quise un ramo silvestre. Luego al ver más avanzando mi vestido y ver que iba a ser todo muy clásico, blanco y limpio, no quería meter color, así que me puse a buscar ramos de flores blancas”, indica.
Anémonas y tulipanes eran dos de las variedades que fascinaban a nuestra protagonista, pero ninguna de ellas encajaba con la temporada de la boda, por lo que finalmente fueron los claveles blancos los elegidos. “Un ramo alargado y bastante minimalista que, al final, me encantó. Además, llevaba una medalla con la cara de nuestro perrito que murió hace poco (me la regaló mi hermana), y no me pudo gustar más”.
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En clave ‘beauty’
La faceta más silenciosa del estilismo y, al mismo tiempo, responsable del efecto buena cara, también fue todo un éxito. Su look de belleza era muy natural, con el fin de evitar que la novia se sintiera disfrazada, dado que no suele maquillarse a diario. “Del maquillaje se encargó María Orbai, tenía claro de siempre que quería que fuera ella, me encanta cómo trabaja la piel y es mi mayor obsesión. Dio en el clavo y aguantó todo el día perfecto”, dice. En lo relativo a su larga melena, Leticia confió en el trabajo de Sheila Estilistas, a quienes define como increíbles, para elaborar una coleta efecto glam. “Una coleta no muy baja, con ondas anchas, y sin apenas laca, me gustaba que quedara natural. Además, necesitaba llevar recogido porque iba con velo. Para la fiesta me solté el pelo y las ondas habían aguantado perfectas”, señala.
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Boda con guiños a Navarra
Con este detalle, nuestra protagonista completaba una propuesta nupcial que no ha pasado desapercibida en la red, al igual que tampoco lo han hecho otros detalles de su gran día. Una jornada organizada por la propia pareja en lo que ha sido un proceso que han disfrutado y exprimido al máximo. “Me ha encantado preparar la boda, me gusta mucho la organización de eventos y nada como este tan especial. He disfrutado de principio a fin y ¡lo echo muchísimo de menos!”, admite Leticia mientras nos explica que, tantos años de amor le habían permitido pensar en todos y cada uno de los detalles.
En su enlace fueron varios los guiños a su tierra que sorprendieron, especialmente, a los invitados llegados de fuera. Desde un dulce típico como regalo para los convidados a unas pañoletas de San Fermín bordadas con el logo de los novios. En materia de decoración, sin embargo, apostaron por una opción fresca y de inspiración silvestre. “Como la finca ya tenía mucho verde con los viñedos y era muy bonita, no pusimos demasiada decoración. Simplemente los centros de mesa (brezo y eucalipto), y algo que para mí era un sí o sí: las sillas de bambú y manteles de lino beige para la comida y de vichy blanco y negro para el aperitivo”.
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No faltaron discursos sorpresa y momentos emocionantes, además de un detalle que dejó sin palabras a Leticia: “cuando me estaba preparando por la mañana, recibí una llamada que no me esperaba, era Rosana, la cantante de la canción que íbamos a bailar Javi y yo y que siempre ha sido nuestra favorita. Hablé con ella por FaceTime y fue increíble”. Un obsequio del novio y de uno de sus amigos que, sin duda, guardará en el corazón.
Pero esta escena se suma a una larga lista de recuerdos que para “Leti” han convertido la cuenta atrás hasta su gran día en lo que define como el mejor año de su vida. Por eso solo puede aconsejar a las parejas de prometidos que disfruten cada paso, porque después se echa mucho de menos: “hazlo todo tú, involúcrate en todo y piensa en todos los detalles que sabes que a determinadas personas les harán ilusión”. Porque hacerles feliz será una de las muchas satisfacciones de un día de lo más emocionante que, por desgracia, no se podrá repetir.