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El pasado 5 de noviembre Alex Rivière se casó con Christian Sieber en una fabulosa boda en Venecia. Un enlace cuidado con mimo y detalle por los novios, al que asistieron 150 invitados llegados de varios lugares de mundo, que pudieron disfrutar de la dolce vita en escenarios propios de la era dorada de Hollywood. Desde España a Austria, pasando por Francia, Turquía, Estados Unidos, México, Colombia, Alemania, Hong Kong y la propia Italia. Fueron dos días de celebraciones en los que la directora creativa, empresaria y modelo llevó tres vestidos que no podían reflejar mejor los atributos que más la definen. Buen gusto, elegancia y sofisticación.
El viernes 4, la pareja organizó una cena de bienvenida para los familiares y amigos más cercanos, unas setenta personas. Una reunión en el mítico Harry’s Bar, donde no faltaron los no menos legendarios carpaccio y cócteles Bellini (a base de melocotones y prosecco), inventados por Giuseppe Cipriani. Para la ocasión Alex llevó un vestido midi entallado en tono marfil, realizado en cloqué esculpido, con escote cuadrado, uno de sus preferidos. El diseño estaba firmado por Emilia Wickstead, una de las creadoras favoritas de la princesa de Gales, Kate Middleton, Meghan Markle, Melania e Ivanka Trump entre otros rostros muy conocidos. Completó su estilismo prenunpcial con unos zapatos Romy 100 de Jimmy Choo y pendientes en flor de Montse Esteve de oro blanco y diamantes.
© Jesús Isnard
© Jesús IsnardAl día siguiente, el palazzo Padapopoli, del siglo XVI, uno de los más impresionantes de Venecia, fue el escenario donde la novia se convirtió en una principessa de cuento con su vestido de Dior. “Dior me ha acompañado durante muchos años en mi carrera. Fue la primera maison que apostó por mí muy al principio, y además de ser una gran fan del trabajo que está realizando Maria Grazia Chiuri, guardo un especial cariño al equipo. Siempre ha estado presente en momentos importantes, y en una ocasión como esta no podían faltar. Han creado este vestido de cero para mi, en pocas palabras han sabido exactamente qué estaba buscando y qué buscaba reflejar el día de mi boda, y como siempre ¡lo han bordado!”, nos cuenta Alex que viajó varias veces al atelier de la firma en París acompañada de su madre, Mer Creus. Junto a ella y a su abuela, Mercedes Montal, se preparó en la suite Tiepolo en su gran día.
© Jesús IsnardDavid López, de Dior, con quien la novia ya había trabajado en anteriores ocasiones, se ocupó de su beauty look, fresco y natural y con un sencillo moño de bailarina. El traje estaba realizado en gasa de seda plissé, con cinturón trenzado; desde el hombro asimétrico caía la tela formando la cola, y tenía una capa transparente de gasa anudada al cuello. Llevó los pendientes dúo Éternel -su “algo” regalado-, y la gargantilla Joséphine Aigrette en oro blanco y diamantes de Chaumet; sus zapatos de Aquazurra fueron su “algo” azul, ya que customizados por Edgardo Osorio -gran amigo de la pareja-, tenían las suelas de ese color. Su ramo, realizado por Floreale, que también se ocupó de la decoración del palacio era minimalista y elegante, un sencillo bouquet de rosas blancas de tallo largo sin hojas.
La pareja abrió el baile al son de We have all the time in the world, la versión que el compositor John Barry hizo en 1969 para la película de James Bond 007: al servicio secreto de Su Majestad, una de sus canciones favoritas. Y al dar comienzo la fiesta, Alex volvió captar todos los focos con su tercer estilismo de impacto en un fin de semana inolvidable. Llevó entonces un vestido lencero de seda con capa en pluma natural, confeccionado especialmente para ella por la diseñadora de origen polaco, Magda Butrym, una de las favoritas de modelos y actrices como Irina Shayk y Natalie. Como complemento lucía unos ‘mules’ en raso a tono del vestido, encargo especial de Alex a Jimmy Choo, y los mismos pendientes de la cena de bienvenida.
© Jesús IsnardLos cuatro anillos
Alex fue además una novia con cuatro anillos el día de su boda. Llevaba la joya con la que Christian le pidió matrimonio el 10 de julio de 2021 en el lago de Como, un solitario en platino con un diamante en talla diamante; en el mismo dedo, la “catalana” que recibió por su compromiso en oro blanco y diamantes -ella le regalo a él un reloj Patek Philippe-; y la alianza, también de Cartier (como los dos anteriores) que intercambió con su ya marido durante la ceremonia, clásica y de oro amarillo. El cuarto anillo, y el más especial por su valor sentimental, era su “algo antiguo”, como nos explica ella misma: “Un sello que siempre llevo conmigo en el dedo meñique. Lo diseñamos mi padre y yo en el último cumpleaños que celebramos juntos”.
© Jesús Isnard
© Jesús Isnard
