Es una de las grandes tendencias silenciosas de la temporada nupcial. Poco se ha hablado (pero ahora lo haremos más si cabe) del cuello cisne transparente, como recurso que convence a las prometidas más estilosas. Perfecto para las cuatro estaciones del año, esta propuesta, que dice no al escote, fue la elección de Blanca, una novia que optó por un look lencero con detalles especiales para su enlace en Tarifa. La madrileña y su pareja escogieron este municipio gaditano porque fue el enclave en el que se conocieron cinco años antes, un rincón que guarda un sitio destacado en su baúl de los recuerdos, y el lugar que visitan todos los veranos.
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Una boda junto al mar
Para su gran día, la estilosa pareja encontró la mejor de las ubicaciones, más allá de la Iglesia de San Mateo, en El Cañuelo, un espacio único que se localiza sobre un acantilado, con lago propio y vistas a los pinares y al Océano Atlántico. “La preparación ha sido parte de la magia de la boda. Con la gran ayuda de Mila (Mila’s Weddings), nuestra wedding planner, hemos realizado las visitas a El Cañuelo, a Jerez con el Catering Alfonso y a Tarifa. Organizar la boda han sido unas vacaciones constantes con mucha ilusión, viendo como algo tan bonito iba cogiendo forma poco a poco”, nos cuenta Blanca.
Para dar forma a su gran día, nuestra protagonista siguió las máximas de sencillez y elegancia, con el fin de conceder todo el protagonismo a la naturaleza que les rodeaba. “Hubo cuatro espacios en la celebración: la copa de bienvenida con las vistas al mar, África y la cala de El Cañuelo; la zona de cóctel, que era la entrada de la parte principal, donde luego establecimos la pista de baile y barra; la zona de la cena, bajo un paraguas de luces que se encendió a nuestra entrada y la zona de fiesta entre el lago y las rocas, en la vertiente del mar”, nos explica.
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Fue un fin de semana con preboda y postboda que salió redondo gracias a la ayuda de su familia, sus amigos y de su wedding planner, Mila’s Weddings, que planteó la distribución y decoración del enlace, incluso contando con proveedores especiales: “Álvaro diseño y estrenó varias cosas para el día de nuestra boda, como fueron la barra de bar de bambú, la zona chill out de hierro forjado y cojines blancos y el paraguas de luces a medida sobre las mesas de la cena”. Tampoco se equivocaron con la elección del menú, que ofreció Alfonso Catering. “Buscábamos la profesionalidad, un toque clásico y a la vez elegante, y Alfonso, de Jerez de la Frontera, nos lo garantizaba”, reconoce.
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Un slip dress renovado
En esa búsqueda de las mejores elecciones para triunfar con su enlace, la pareja continuó con sus propios looks: “Elegimos diseñadora, Claudia Llagostera y sastre, Borja Martin, que además de grandes artistas son amigos de los dos y sabíamos que así todo iba a ser más personal y nuestro”. Y así fue, porque el estilismo de Blanca, un slip dress renovado, fue tan original como tendencia.
Al citado cuello cisne que causa sensación en la red, la creadora quiso sumar otros detalles atemporales como su corte lencero y una espalda especial. Nuestra protagonista es una fiel seguidora de los vestidos holgados, los diseños que cubren y los escotes traseros y siguiendo sus pautas, la diseñadora dio en el clavo. “Lo cierto es que lo tenía bastante claro, pero Claudia Llagostera superó con creces todas mis expectativas”, señala. Porque Blanca buscaba una propuesta realizada en seda: “y lo mejor para combinar este tejido en detalles es la gasa plisada. El cuello cisne en este tejido, como el de la manga abullonada, rompía con la uniformidad de la seda”.
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‘Make up no make up’
Sencillez y comodidad eran dos cuestiones imprescindibles en el look de Blanca y ambos detalles se mantuvieron en su maquillaje y peinado, un recogido de bailarina clásico y un look de belleza fresco y natural. “Quería ir prácticamente sin maquillar. Nuestro maquillador, Pedro González, que nos recomendaron Victorio y Luchino (muy amigos de la familia) fue una apuesta segura. Quedó muy natural, tal y como yo quería, y nos hicieron pasar un rato de lo más agradable. ¡Se lo recomendaría a todas las novias!”, afirma.
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Accesorios de importancia
La guinda del pastel en su estilismo fue para los accesorios, comenzando por el ramo de novia, una de las cuestiones que tenía más claras. Se decantó por un bouquet de rosas blancas (“mis flores favoritas”, dice) combinadas con notas de paniculata. “Las rosas las trajeron de Colombia, ya que, al parecer, son las mejores y más bonitas del mercado floricultor. He de reconocer que eran preciosas y que el ramo quedó espectacular”, desvela.
Completó su look con unos zapatos a medio camino entre el azul y el gris, de Flor de Asoka: “que acompañaban a los pendientes y la corona y rompían un poco con la monocromía del blanco del vestido y el ramo”. Precisamente es este complemento el más llamativo: su tiara, una pieza elaborada con una pulsera, un broche y dos pendientes de diamantes y zafiros, con detalle de perla salvaje, montados en una estructura de plata. Todo ello iba a juego con unos pendientes de diamantes y pertenecía a su abuela.
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“Desafortunadamente y por poca antelación, ella no pudo acompañarnos en este gran día. Su mayor ilusión era vernos casarnos y conocer a su primer nieto (mi sobrino). Tenía una relación muy íntima con ella, la verdad que fue como una madre para mí y me encantaba estar a su lado. Por eso, quería que estuviese conmigo en un día tal especial, como siempre lo ha estado”, concluye. Y son estas palabras las que más resuenan a las novias, quienes convierten el día más esperado en una jornada en la que rendir homenaje a lo que son, a lo que fueron y a lo que desean ser. Blanca, sin duda, hizo de aquel fin de semana de mayo algo muy suyo, con sus seres queridos y la ilusión que compartía con su marido y por eso, nos confiesa: “fue una boda muy natural, en la que gente lo dio todo”.