Llevaba meses preparando su vestido de novia. Como ya adelantó en ¡HOLA! el pasado mes de abril, Sonia Ferrer confió en Aire Atelier, la línea de alta costura de Aire Barcelona, para que le hicieran no uno, sino dos vestidos para su gran día. “Fui con algunas ideas y al ir probando, fui escuchando al equipazo de mujeres con las que los hicimos, vimos varias opciones y, al final, es algo completamente distinto a la idea inicial que tenía e infinitamente mejor, porque me han asesorado muy bien”, nos contaba. Lo que nunca imaginó fue que acabaría añadiendo a su look nupcial unas botas y un paraguas por la tormenta que cayó, pero ella y Sergio Fontecha fueron ejemplo de lo que significa poner al mal tiempo buena cara, porque al final, después de la tormenta siempre llega la calma y pudieron celebrar el enlace que querían.
Para el vestido de su “sí, quiero” apostó por un diseño con un sugerente y delicado corpiño de encaje de chantilly con aplicaciones de guipur colocadas a mano, escote pronunciado y fantasía en los brazos, y una falda para la que se emplearon setenta metros de tul; mientras que para el segundo, eligió uno con líneas muy similares pero más corto... de cara a la sorpresa que tenían preparada a sus invitados.
Este segundo vestido está inspirado en el primero, con cuerpo de chantilly y aplicaciones colocadas a mano, pero con mayor escote en la espalda, tirantes bordados y falda midi de tul. Era muy parecido al de su hija Laura, de doce años, que llevó uno de los diseños de la línea infantil de la firma. Mientras que Laura lo combinó con unas zapatillas Converse, Sonia llevó unos zapatos con tacón ancho para poder ir cómoda por la finca. Del beauty look de madre e hija se encargó el maquillador y peluquero Eduardo Arocha, quien trabajó con Sonia varios años en Telemadrid.
La presentadora hizo su estelar aparición con este vestido tras los postres, de la mano de su ya marido, Sergio Fontecha, quien también se cambió de ropa. Dejó su uniforme de Gran Gala de la Policía Nacional para ponerse pantalón y camisa negra y juntos invitaron a todos a pasar al salón, donde comenzaron a sonar los acordes de la banda sonora de la película Dirty Dancing... ¡y comenzó el espectáculo! Los recién casados llevaban meses ensayando la coreografía y dejaron a todos boquiabiertos.