La boda de Minia y Hans fue un día de cuento donde cada detalle fue mimado y estudiado con mucho cariño: “Celebramos la ceremonia en Santa Eulalia de Lians, una iglesia pequeñita, pero que es una maravilla y que tiene una importancia sentimental para nosotros. Los abuelos paternos de Hans están ahí y eso lo hizo muy especial”. Uno de los momentos más especiales para Minia fue la entrada junto a su padre. “Tocaron Love Theme, de Cinema Paradiso, a mi hermano pequeño le fascina. Yo lo escuchaba desde fuera, rodeada de todo el mundo mirándome. En ese momento perdí el sentido de todo, fue un momentazo para siempre”.
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Los novios se conocieron justo cuando terminó el confinamiento y, tras ese día, vivieron, tal y como nos cuenta Minia, un verano “bastante inseparables e insoportables”. El flechazo fue tal que, seis meses después, Hans tenía preparada una pedida de mano donde Minia se llevó la sorpresa de su vida. Un gran ramo de flores, su vino favorito, globos y un anillo protagonizado por una gran esmeralda fueron los ingredientes para que el sí fuese rotundo. Después, comenzaría la aventura de una vida juntos y los preparativos de una boda que es pura inspiración.
Helena Mareque fue la encargada de realizar el vestido de Minia. Lo curioso fue que, un mes y medio antes de su compromiso, coincidió con la diseñadora en un restaurante en Madrid y, sin conocerse de nada, Minia llamó la atención de Helena por su estilo y le pidió que posara con algunos de sus diseños. Un mes y medio después, con anillo en mano, Minia tenía claro que ella era la diseñadora perfecta para el día de su boda
El look que la novia considera más ella: “Soy una enferma de los flecos, y ese traje fue con el que más me divertí. Los flecos finales pedí que fueran verdes, haciendo referencia a la esmeralda que me regaló Hans”. Además llevó un sombrero, de Balel
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