Una de las primeras decisiones que los novios deben tomar al iniciar los preparativos de su boda es el elegir qué tipo de celebración quieren. Puede ser que les convenza un enlace con un gran número de personas, (que disfruten por todo lo alto) o puede que les cautive la magia y las ventajas de celebrar una ceremonia íntima. Este fue el formato que enamoró al futbolista Joan Jordán, jugador del Sevilla Fútbol Club y a la madre de sus hijos y ya esposa, Marta Durán, para su gran día. “El objetivo principal era el de celebrar el amor que nos tenemos y, sobre todo, compartirlo con la familia y los amigos… Así era como queríamos hacerlo desde un principio: lo más íntimo posible”, apunta Marta. Hablamos con ella para descubrir todos los secretos de un día que ambos guardan en su corazón.
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Boda de verano en el campo
Marta y Joan se dieron el ‘sí, quiero’ el pasado 18 de junio en Gerona, pues a pesar de vivir en Sevilla por cuestiones laborales, siempre imaginaron su boda en su Cataluña natal. “El día lo elegimos porque por la profesión de Joan solo podía ser a mediados de junio. De hecho, nos teníamos que casar en 2021, pero me quedé embarazada de nuestro segundo hijo y tuvimos que posponer la boda a este año”, explica Marta.
La preciosa Farinera de Sant Lluís fue el lugar escogido para festejar su amor, aunque no el que se plantearon inicialmente. “Visitamos un montón de lugares con nuestros wedding planners, Bodas de Cuento. En un principio descartamos casarnos en La Farinera de Sant Lluís, porque nos quedaba lejos de Banyoles y Palafrugell (de donde somos nosotros), pero Marina y Ricky nos insistieron mucho en que lo viéramos. Con solo poner un pie supimos que nos daríamos el ‘sí, quiero’ allí, nos pareció espectacular”, señala. Este lugar les gustó tanto que se animaron a hacer allí también una preboda informal, con crepes, barbacoas y hasta un Dj.
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Amor contra viento y marea
Todo ello llegó tras una pedida inolvidable, el 16 de noviembre de 2019 y varias sorpresas inesperadas por el camino. “Nuestra historia de amor empezó hace siete años. Nos conocimos una noche loca por Girona y ahí surgió una magia que nos ha llevado a formar una familia con dos hijos maravillosos y a casarnos. Hemos vivido en muchos lugares por el trabajo de Joan: Barcelona, Valladolid, San Sebastián, Sevilla… Van pasando los años y seguimos súper enamorados el uno del otro”, nos explica Marta.
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Para la petición de matrimonio, Joan contó con el apoyo del hermano de Marta y de su cuñada. “Lo único que sabía yo era que nos íbamos a pasar un fin de semana a Barcelona ‘de novios’ sin nuestra hija Júlia (por aquel entonces tenía cuatro meses). Joan me llevó a cenar primero al restaurante Feroz y luego al hotel Arts. En la habitación estaba todo preparado cuando llegamos”. Con su canción favorita, una decoración espectacular y un bonito vídeo, se prometieron compartir la vida el uno con el otro.
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Una celebración por todo lo alto
Desde aquel momento hasta el día de su boda, sucedieron sorpresas como la pandemia o el nacimiento de su segundo hijo y por eso tenían pensado celebrar a lo grande su enlace. A pesar de tratarse de una ceremonia íntima, los novios no escatimaron en entretenimiento. Contaron con un apoyo incondicional para ello, pues de toda la organización se encargó el equipo de Bodas de Cuento que, aseguran, hizo un trabajo impecable. La pareja les dio una idea de lo que tenían en mente y las wedding planners se pusieron manos a la obra y lo hicieron realidad con creces, dando en el clavo tanto con los proveedores como con la decoración.
“Bodas de Cuento nos preparó un proyecto de decoración espectacular. La verdad que verlo hecho realidad el día de la boda fue increíble”, confiesa Marta. Desde un arco floral en tonos pastel en la zona de la ceremonia (un embarcadero) hasta fuegos artificiales justo antes de la fiesta, pasando por un cóctel con varias zonas chili out, grandes lámparas palaciegas y los neones tendencia para la barra libre: nada falto en su esperada celebración.
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Dos looks mejor que uno
Tampoco defraudó el estilismo de la novia en su enlace. Más allá del traje de Tomás Laso-Argos que Joan Jordán escogió para este día, Marta cautivó no solo con un look, sino con dos muy románticos pensados para diferentes momentos de la jornada. “Tenía claro que quería ir de Rosa Clará, más que por mi primer vestido, ¡por el segundo! Lo había visto por internet y era exactamente lo que buscaba: algo distinto, alejado de un corte más de princesa. Cuando llegué a la tienda lo primero que pregunté fue si tenían ese vestido concreto”.
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La respuesta fue un sí rotundo y a pesar de hacerle algunos cambios en las mangas y la espalda, durante la fiesta cautivó con este diseño de encaje floral y escote pronunciado, que acompañó con una corona dorada de Supertocadas. Como quedó prendada del primer vestido, una vez elegido, fue a buscar el segundo en la misma firma. “Empezamos con cosas del estilo me gustaban: gasas, tules… Un estilo, digamos, más de princesa. Pero no me veía en ellos, no estaba cómoda, y no llegaba ese flechazo tan necesario”, comparte.
Pero, gracias al asesoramiento, fue precisamente el diseño que menos esperaba el que la hizo llorar de emoción. Una propuesta de silueta línea A, con escote de pico delantero y trasero, tirantes y bordados en la zona superior. A ello le añadió unos accesorios muy especiales: “un brazalete que me compré el día antes de la boda en la joyería Pere Quera, y un anillo de la joyería Durán. Los pendientes eran de Rosa Clará. Y los zapatos eran unos maravillosos Yves Saint Laurent en tono rosa maquillaje”. Tampoco faltó un ramo de rosas, peonias en tono rosa empolvado, rosas ramificadas en color melocotón, ruscus preservado y pampas; moderno y sofisticado.
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Lección de belleza
Antes de dejar su melena al aire para acompañar el segundo look, Marta escogió un peinado muy especial, que le permitió sujetar una tiara sobre la coronilla. "Siempre tuve muy claro que quería llevar una trenza, busqué muchísima inspiración en Internet y me decanté por una trenza, con tres horquillas de estrella en cada nudo de la trenza, y una diadema por detrás”, recuerda.
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Para este día tan especial confió en Laia Martín Makeup, quien la asesoró: "solo le dije que quería verme natural: el resto lo dejé en sus manos. Me dejó como una princesa”. Y es que en cada una de sus fotografías se intuye justamente eso: una delicadeza y una felicidad digna de una boda de cuento. “Todo fue súper especial y emotivo”, dice Marta. Porque la boda es una extensión de la propia pareja y con unos novios tan enamorados, todo, siempre, sale bien.