Todo look de novia esconde algunos secretos. Piezas familiares que pasan de generación en generación, bordados discretos repletos de significado, notas de color azul escondidas (para las más supersticiosas), complementos prestados o accesorios asequibles que no lo parecen. Precisamente por esto último apostó Paloma en su gran día. Esta novia viral albaceteña ha triunfado con un look victoriano de lo más original y unas sandalias para todos los bolsillos, que son pura tendencia. “Los zapatos fueron una adquisición totalmente low cost, pues me los compré en rebajas en Uterqüe, el verano de 2020. Ahí estuvieron guardados hasta un año y medio después, pero estuve feliz, pues no pude elegir unos zapatos que fueran mejor con mi vestido y resultaran tan cómodos. No me los quité en todo el día. Estuve 17 horas con ellos puestos”, nos desvela. Esta no es la única sorpresa de su bonita boda: charlamos con ella y nos desvela todos los detalles de su fabuloso estilismo de inspiración vintage.
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Un vestido especial
Desde el primer momento, Paloma tuvo claro que necesitaba un diseño nupcial con mangas largas y sin cola, porque con estos dos elementos, estaba segura, se sentiría más cómoda. “Soy una chica muy independiente y no suelo pedir opinión a nadie en casi nada, nunca lo he hecho y sabía que el día que tuviera que elegir mi vestido de novia sería igual. Lo que no me esperaba era tener que hacer casi todo el proceso totalmente sola”, nos confiesa. Su búsqueda comenzó en mayo de 2020, en el escenario más complicado de la pandemia y no podía llevar acompañantes.
“Hacía un par de años que había visto que Coosy había sacado su primera colección de novias que me fascinó y cuando supe que me casaba lo primero que hice fue ir a ver la nueva colección… ¡y bingo!”, revela. Nuestra protagonista quedó fascinada con las propuestas de la firma gallega y en la colección encontró una pieza especial que no consiguió olvidar. “Estuve unas semanas viendo otros vestidos por internet, pero no podía sacarme de la cabeza ese. Así que pedí cita, me lo probé y me enamoré aún más. Era mi vestido. Más yo que ningún otro vestido que haya llevado nunca. Y no miré más”, recuerda.
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Acertó de lleno con un look con el que sentía ella misma y en la diseñadora encontró la confianza que necesitaba: “Virginia, de Coosy, es un encanto, lo vio claro desde el principio y las modistas no pudieron hacerlo mejor, me dejaron el vestido como un guante en dos pruebas”. El diseño huía del blanco más tradicional y de los tejidos nupciales más populares, contaba con detalles en negro y recordaba a los looks victorianos que son tendencia en 2022.
La magia de los accesorios
El estilismo lo completó con las sandalias de plataforma nude que encontró en versión asequible y con unos pendientes de Apodemia, regalo de sus amigas. Tampoco faltó un ramo de novia a juego con la decoración del gran día, de aires invernales y festivos: “me lo hicieron los chicos de La Antigua Rosa y solo tuve que decirles el tipo de flores y colores que quería (todo muy navideño). Cuando me estaba vistiendo y me subieron el ramo, no pudo gustarme más”. El verde, el rojo y el algodón eran los elementos elegidos para ello. Junto a sus flores, un maquillaje fresco y sencillo obra de Sira Make Up y un recogido alto e informal realizado por Llanos hicieron el resto para un look sobresaliente.
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Amor por sorpresa
Paloma brilló en su gran día, que se celebró el pasado mes de diciembre y que triunfa ahora en las redes sociales. Una boda que llegó tras nueve años de amor y una historia de las inesperadas. “Gaspar y yo nos conocimos hace 9 años en el bar del que él era dueño. Yo acababa de volver de vivir en Alemania, y mis amigos iban a su bar de fiesta, por lo que yo me uní a esos planes”, cuenta. Surgió así una casualidad que se convirtió en relación longeva y fructífera: “desde entonces no nos hemos separado. Ambos somos bastante extrovertidos y nos apetecía una boda como excusa para juntar a todos nuestros amigos y familia en una fiesta por una vez en nuestra vida. La verdad es que no pudo salir mejor y, si esto fue un preludio de lo que nos espera el resto de nuestra vida, adelante, lo queremos todo”.
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Organizar y cambiar
Desde el primer momento, con la petición de matrimonio, la pareja se puso en marcha para organizar un enlace inolvidable en Liétor, un pueblo de la Sierra de Albacete y la posterior celebración en el Cortijo Trifillas, pero tuvieron que posponer su enlace. “Los preparativos de la boda se puede decir que se hicieron los dos meses anteriores al gran día. Cuando en 2020 decidimos que aplazábamos la boda, aún no teníamos casi nada cerrado, excepto mi vestido y la señal de la finca”, cuenta Paloma. Decidieron que no contratarían a una wedding planner, pero consiguieron hacer frente a todos los contratiempos: “tengo la sensación de que mi boda la tenía organizada desde que era adolescente. Tenía muy claro lo que quería y Gaspar confió en mí”.
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Decoración estacional
Los novios están agradecidos a todos los proveedores que les dieron facilidades y se adaptaron a sus necesidades. “Casarnos en diciembre no fue algo casual, y todo en la boda iba a girar alrededor a la Navidad. Contamos con gente súper profesional de Albacete. Por ejemplo, la decoración floral, tanto de la Ermita como del salón, la hizo La Antigua Rosa, unos profesionales que llevaban todo el peso de la decoración y que hicieron un trabajo impecable y supieron plasmar a la perfección lo que les pedí”, apunta. Para una decoración navideña confió en los manteles de tartán de Los telares de Carmen, que alquiló para la ocasión, y en detalles propios de la temporada más familiar del año.
“La base de la decoración era un gran árbol de Navidad de casi cuatro metros de altura, que nos hizo las veces de seating plan y separaba el espacio del banquete del cóctel y la fiesta. En la puerta de la Ermita quise hacer un guiño a mi querida Alemania, poniendo Glühwein (vino caliente) para que a los invitados se les hiciera la espera más llevadera. Además, sustituí el típico candy bar por un armario lleno de bollería Bimbo. No sobró absolutamente nada”, revela.
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Más allá de unos preparativos medidos al milímetro, la boda de Paloma y Gaspar fue, como todas, un lugar de reencuentro y un día para no olvidar. Los novios apostaron por un enlace con preboda, dando la posibilidad a los asistentes de dormir por la zona. “Una semana antes de la boda la variante Ómicron comenzó a acecharnos. Cuatro de los mejores amigos de Gaspar se contagiaron y no pudieron venir. Fue, sin duda, el toque agrio de ese día, pero no tenemos palabras de agradecimiento para todas las personas que estuvieron con nosotros ese fin de semana”, dice. De la fecha recuerda que todos disfrutaron sin límites y que, con responsabilidad, no hay nada que temer: "no salió de la boda ningún positivo en Covid, un auténtico hito”. Mucho que celebrar, porque sí, eso sí que es un auténtico final feliz.
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