Los vestidos de novia a medida mantienen una especie de magia porque son capaces de trasladar la personalidad de la protagonista al diseño en su conjunto. A través de tejidos y detalles que pueden tener un significado especial para la prometida, la prenda se convierte en una pieza única, irrepetible. Esto le sucedió a Isa (@isitaparicci), una novia con una amplia comunidad en la Red, que confió en Inés Martín Alcalde para el look más importante que había vestido hasta entonces. “Entre lo que tenía claro que quería y lo que era acorde a mi personalidad y la forma de encajarlo, el arte y la manera de hacer de Inés, salió esta joya. Quería que fuera de corte clásico. Además, soy muy de reliquias familiares: quería que llevara un bordado antiguo de mi abuela Isabel, la cual falleció un año antes de que yo naciera y de la que heredé el nombre; el bordado lo cosió con 16 años. De esta forma me acompañó en el día más importante de mi vida. Decidí ponerlo en la zona del cuello, simulando un collar para darle la máxima importancia”, nos cuenta ella misma.
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Un look con personalidad
Para su boda en Sevilla, esta madrileña quería verse natural, pero en su mejor versión. El diseño de atelier se componía de un crepé de seda muy delicado, bautizado como piel de ángel, en color crudo. Para las mangas optó por bambula, para aportar alegría al vestido y otorgarle algo de movimiento. “La capa fue de bambula, también. Tenía claro que quería ese tipo de tela, ya que tiene mucho vuelo y aporta ese toque de libertad, naturalidad y sencillez acorde a mi personalidad”, explica.
En la diseñadora Inés Martín Alcalde encontró a la mejor opción: “Lo tenía bastante claro desde el principio, porque la seguía desde hace tiempo y me gustaba mucho su manera de encajar los bordados antiguos en los trajes. Aún así, creo que es importante citarte con varíos diseñadores y sentir el feeling y la seguridad de hacértelo con alguien que te entienda y capte tu idea y forma de ser. Así me sentí yo con ella”.
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Una vez concluida la pieza clave del estilismo, tocaba centrarse en otros accesorios indispensables. El ramo de inspiración silvestre era uno de los más importantes. Creado por Orangerie Plants, ponía una nota sofisticada y bohemia al mismo tiempo: “Juanma es un gran florista, admiro muchísimo su trabajo, tiene un arte tan especial. Hizo el ramo y las réplicas. Sabía que mi flor favorita eran las anémonas y le dio ese toque silvestre que quería”.
Maquillaje y peluquería
Isa estaba radiante en su gran día y no fue casualidad. Además de apostar por tratamientos para cuidar el rostro previos a su enlace, contó con grandes profesionales. Confiando en que captaría a la perfección su forma de ser, sin ocultarla entre capas y capas de maquillaje, nuestra protagonista apostó por las brochas de María Rodríguez de la Borbolla: “ha maquillado a muchas amigas mías y sabía que iba a acertar”.
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En cuanto al peinado, fue Víctor del Valle, su peluquero en la capital andaluza, quien se encargó de su moño clásico. “Es mi peluquero de confianza desde que llegué a Sevilla. Me puse en sus manos y tengo el pelo mejor que nunca. Nos peinó en el hotel a mi madre, a mi hermana y a mí”, desvela. Este recogido le permitió lucir una espectacular tiara familiar: “la dejó perfectamente colocada. El moño me lo hizo a partir de unas ondas, ya que después del baile, al quitarme la tiara, quería soltarme el pelo. Nunca llevo el pelo recogido y sobre todo quería ser muy yo”.
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Organizar desde Madrid
Además del reto de encontrar su estilo y vestido para el gran día, Isa se enfrentó, junto a Carlos, su ya marido, a la aventura de organizar un enlace a distancia. Aunque él es sevillano, ella residía en Madrid y en los preparativos contó con algo de ayuda. “Carlos me pidió matrimonio en agosto. Me puse realmente a organizar la boda en septiembre, por lo que la hemos organizado en siete meses. He de reconocer que tuve la ayuda de un wedding planer: Raimundo Anido Merino (director de Antonella Catering), que ha estado a mi disposición, echándome una mano en la organización ya que yo vivía en Madrid, y si ya es complicado organizar una boda de por sí, a distancia un poco más”, apunta.
Después de varios días confinada, el jueves antes de la boda Isa dio negativo en Covid: “esos doce días previos en los que estuve dando positivo, menos mal que le tuve a él y que, videollamada tras videollamada, fuimos cerrando lo poquito pendiente que quedaba”. Se decantó por proveedores a los que ya seguía la pista: Pelayo, de Plata.Forma para las fotografías, Hacienda la Soledad y Catering Antonella. “La Hacienda de La Soledad es uno de los primeros ejemplos de construcción rural del barroco y una joya agrícola, la cual ha sido restaurada durante cinco años por directores de Arte. Es increíble la restauración que han realizado haciendo aflorar toda la belleza del pasado en las pinturas al fresco, en los morteros de cal planchados y los esgrafiados que decoran las paredes del caserío”.
Con el catering tenía una relación especial: “es socio y propietario mi marido. Estaba la comida riquísima, sacaron de 18 tipos de aperitivo distintos, los cuales seleccionamos en la prueba de menú; una mesa de quesos, de los cuales soy fanática, que fue una propuesta con más de nueve tipos de quesos nacionales e internacionales; acompañado con variedad de panes, confituras caseras y frutos secos, y también una mesa de bufet asiático que contaba con una variedad extensa de niguiris”. El convite estuvo compuesto, nos cuenta, por un menú de solomillo al foie con salsa de Oloroso y, de postre, tarta árabe con chantilly de vainilla.
Decoración armónica
Para la pareja era muy importante no ocultar la propia belleza del espacio que habían escogido. “Decoramos las mesas con mantel de lino color arena y sillas de forja negras. En cuanto las flores, quería que fueran flores de temporada y espaciadas, no me gustan las mesas demasiado sobrecargadas. Para el seating plan utilicé un carro antiguo propiedad de la hacienda”, señala. De las mesas del cóctel se encargó el equipo del catering.
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Con tan buena experiencia, Isa solo puede recomendar a los futuros novios que se apunten al tópico: ‘exprime al máximo tu boda’. Porque, como ella misma hizo, empezar el gran día con buen pie es cuestión de actitud. Solo con proponérselo, es suficiente: “desde el momento en el que me desperté con mi madre en el hotel, hasta que terminó todo, me empapé de cada expresión, cada emoción y cada momento que llevaré siempre en mi corazón, porque son increíbles”. Nada mejor que la ilusión para que ese día empiece y termine como una jornada para el recuerdo.