El tiempo atmosférico es uno de esos factores que gozan de protagonismo en una boda y que, sin embargo, las novios no pueden controlar. ¿O sí? A pesar de que pueden emplearse carpas o espacios que se adapten a situaciones adversas, lo ideal para la pareja es que reluzca el sol y que el termómetro roce temperaturas suaves. Esto mismo esperaba Teresa, una novia que ahora es todo un referente de estilo en la Red y que recurrió a una tradición casi ancestral para ver cumplido su sueño. “La verdad que los huevos de Santa Clara fueron los grandes protagonistas los días previos a la boda, siguiendo la tradición muchos de nuestros amigos y familiares llevaron huevos a esta Santa clamando por buen tiempo y el milagro surtió efecto e hizo un sol radiante aun cuando la previsión inicial del tiempo era lluvia”, nos cuenta.
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Una boda en Galicia
Nuestra protagonista dio el ‘sí, quiero’ a su prometido Aarón el pasado 10 de septiembre, pero sus imágenes han triunfado meses después. “Realmente la boda estaba prevista para un año antes, el 11 de septiembre de 2020 pero, debido a la situación de la pandemia, como muchas otras parejas y a pesar de tener muchas dudas sobre esta decisión y pensando en una mayor tranquilidad para nuestras familias y amigos, finalmente decidimos aplazarla un año”, explica. La pareja, que se conoció en la Universidad de Vigo y años después comenzó una relación, reside en Madrid, pero no quería dejar pasar la oportunidad de celebrar una bonita boda civil en Galicia.
“Nada más prometernos, en noviembre de 2019, contactamos con varios espacios donde poder celebrar nuestra boda con el fin de visitarlos en el puente de diciembre de ese año, aprovechando que íbamos a pasar unos días en Galicia. Tuvimos un auténtico flechazo con el primero de ellos, el Pazo El Castriño, en Vilagarcía de Arousa, y aunque mantuvimos las visitas a los restantes, internamente teníamos el pálpito de que la decisión ya estaba tomada”, desvela. Este bonito enclave, que conserva la magia de la región, cumplía los requisitos de los novios: que se ubicara cerca del mar, que contara con zonas diferenciadas y con un salón abierto, que dispusiera de una opción para la lluvia y en el que se pudiera servir un menú de altura. El catering de Casa Solla, con una Estrella Michelin, puso la guinda al pastel: “destacaban especialmente las mesas de bivalvos (zamburiñas, navajas y almejas a la plancha en directo), la pulpeira, su exquisita mesa de quesos y las mesa de empanadas tradicionales gallegas”.
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Espalda descubierta y capa: la fórmula del éxito
La elección de los proveedores más relevantes no fue el único acierto de Teresa, también apostar por un look nupcial minimalista y sofisticado a partes iguales. Después de probarse varias propuestas en diferentes firmas, Teresa construyó en su cabeza un listado de ideas clave. “Quería que fuese un vestido atemporal, sencillo, elegante y femenino, que debía reunir como características: cuello redondo sin escote, espalda abierta y manga larga o francesa”, apunta. Así fue como se decantó por una propuesta realizada en crepé, de líneas sencillas, silueta recta y sin vuelo.
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“Al tratarse de un vestido sencillo, quería que el protagonismo lo tuviese la espalda, con una abertura en forma de lágrima y unos botones estilo Chanel, que diesen ese toque ligero de color, que adquirimos en la Nueva Parisien (conocida mercería de toda la vida de Madrid), salvo el botón de mayor tamaño que abrocha en el cuello, que es de una mercería del casco Viejo de Vigo. Por lo que las dos ciudades más importantes para mí también estaban en cierto modo presentes en mi vestido”, relata Teresa. La inspiración la encontró buceando en la Red, una vía que le permitió dar con Valenzuela Atelier, la firma detrás de este diseño tan especial. “En mi primera visita a su atelier, tras comentarle mis gustos y los vestidos que me inspiraban, y mis dudas acerca de llevar velo, me planteó la opción de llevar capa y realmente me encantó”, señala. Dicho y hecho. Apostó por este elemento de tendencia que luego se retiró para el convite.
La importancia de los detalles
Como muchas otras novias clásicas, Teresa apostó por seguir el tradicional refrán que recuerda la importancia de llevar algo azul en el gran día. Aunque para ella fuera toda una sorpresa: “lo que no me esperaba y que no supe hasta ver finalizado el vestido, es que en el interior del mismo el Atelier había bordado mi inicial y un lazo azul”. Pero este no fue el único detalle relevante, también uno accesorios cuidadosamente seleccionados y un ramo colorido y de tendencia, obra de Floristería Verdeagua.
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El mismo romanticismo del ramo estaba presente en su peinado, una trenza reconvertida en moño que elaboraron las estilistas de C&B Moreda. El recogido se acompañaba de un pasador hecho a medida para la ocasión: “elaborado para mí en el atelier de Valenzuela en la misma tela del vestido: un precioso lazo blanco”. Además del lazo en el pelo, las joyas estaban repletas de significado para ella. Desde una sortija regalo de sus grandes amigas, hasta dos piezas del joyero familiar. “Los pendientes y la sortija de diamantes son un recuerdo familiar que pertenecía a mi abuela. Para mí era muy importante que en cierto modo pudiese estar presente en ese día tan importante y, mi madre, siendo consciente de ello, me los regaló para que pudiese lucirlos ese día”, recuerda. Suarez fue la firma elegida para las alianzas de la pareja.
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Preparativos a distancia
El look pasa a un discreto segundo plano cuando se piensa en la odisea que supuso para Teresa y Aarón organizar un enlace a distancia. La pareja tuvo que enfrentarse a las diferentes modificaciones provocadas por las normativas sanitarias y logró que todo saliera redondo gracias a haber definido previamente el tipo de boda que deseaban celebrar. No contaron con wedding planner, sí con una agenda muy completa diseñada para la organización de la boda perfecta. “Creamos una página web que compartimos con nuestros invitados donde colgamos e íbamos actualizando información relevante del gran día: en ella podían confirmarnos su asistencia, consultar la ubicación del Pazo, la hora de la ceremonia, recomendaciones de hoteles en los que alojarse, etcétera”, manifiesta.
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Desde Pazo El Castriño, confiesa Teresa, le transmitieron una gran confianza y estuvieron apoyándoles en todo momento. Los novios se enamoraron de este espacio enseguida y coincidieron en que, por su belleza, no necesitaba una decoración excesiva. Apostaron por una alfombra en tonos beiges a modo de pasillo, un banco de madera forrado como asiento para los novios y unos jarrones de cristal con flores rosadas sobre el altar de la ceremonia civil. “A los lados del pasillo también pedimos que hubiese cestos con flores de temporada, en este caso fueron unas preciosas hortensias azules (mis flores preferidas)”, dice.
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En el cóctel, nuestra protagonista se decantó por manteles en cuadros Vichy en contraste de azul marino con blanco y por un jarrón de cristal con flores de buganvilla. “Había un rincón especial con cubos de hielo con cervezas Estrella Galicia que personalizamos con nuestras fotos y nombres (había tres modelos diferentes)”. También llamaba la atención una estructura sobre la que se encontraba el seating plan: “flanqueada por dos jarrones enormes verdes con vegetación que encargamos también al Pazo”. Un contraste con los centros de mesa del banquete, que alternaban diseños altos, de limoniun en rosa y velas encendidas, con los de diseño bajo de la misma paleta.
La magia de un día tan emocionante la pusieron los testigos, un grupo capitaneado por los grandes amigos de los novios y el hermano de él. “Les pedimos que se sentasen en un primer plano a los lados de la mesa del oficiante”, explica. Una decisión sabia y fruto de las grandes alegrías del convite, porque son ellos, los testigos, quienes confirmaron que su amor era verdadero. Seres queridos y, por tanto, invitados de confianza y mejores compañeros de vida en la nueva etapa que comenzaba la pareja, una maravillosa y llena de aventuras. ¡Seguro!.