Organizar una boda en una provincia que no es la tuya o hacerlo desde el extranjero puede convertirse en una aventura con más sombras que luces. Por suerte, son muchas las parejas que, ante este reto cuentan con un apoyo especial. “Nosotros vivimos en Italia y aprovechábamos algunos findes largos para ir a Madrid y hacer maratón de organización, pero todos los preparativos han salido en gran parte gracias a mi madre”. Lo cuenta Marta Díaz-Rio Bergareche, una novia que celebró un bonito enlace con Alberto Rota, en Madrid y que contó con Albano como invitado de excepción. El cantante puso voz a los momentos más emocionantes del gran día, de la iglesia al convite, dejando recuerdos inolvidables en los asistentes.
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Una voz mítica
El intérprete sorprendió a los invitados en este enlace internacional, que tuvo lugar el 12 de febrero en la capital. “La ceremonia fue en San Manuel y San Benito a las 13:00 horas y la celebración en Casa de Mónico. Elegimos febrero porque es nuestro mes y nos ha dado siempre suerte. Aunque nos conocimos a principios de enero nuestra primera cita fue en febrero y desde entonces hasta ahora hemos estado juntos. Me pidió matrimonio celebrando nuestro décimo aniversario en la nieve”, desvela Marta.
La relación del cantante con los novios esconde una anécdota con historia. “Es amigo de mi suegro. Mi marido es de Sanremo, ciudad conocida por el Festival de la canción italiana. Hace casi 20 años, Albano fue a actuar al Festival y tuvo una urgencia odontológica poco antes de salir a actuar. El hotel en el que se hospedaba llamó a mi suegro, médico-dentista. Albano cuenta que le salvó la actuación y le dejó una sonrisa impecable. Así nació una gran amistad y desde entonces se siguen viendo todos los años”, explica. En la iglesia, puso voz al Ave María de Bach y Gounod, mientras que en la posterior fiesta cantó Felicità y Sempre, Sempre. “Con su impresionante voz, a muchos hizo saltar lágrimas de emoción. Fue una suerte y un auténtico lujazo”, recuerda Marta.
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Clasicismo en un look transformable
Más allá de la nota musical de esta boda, el look de la novia tampoco pasó desapercibido, por ser una propuesta made in Spain muy sofisticada. A pesar de residir en Italia, Marta quería apostar por la moda española en su gran día -al igual que su marido, que llevó un chaqué de la marca Bon Vivant- y se recorrió Madrid para dar con la firma que más le convenciera. “Cuando organizas una boda hay que tener mucho en cuenta el feeling que te dan las personas. En este caso, y quizá por el hecho de vivir fuera y no querer perderme nada, visitamos también muchos ateliers, demasiados según algunas amigas mías. La clave es dejarte llevar por tu instinto y elegir al diseñador con el que mejor te entiendas”, confiesa. Fue así como conoció a María Gadea, la diseñadora que dio forma a su look.
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“Tenía muchas ideas y muchas inspiraciones distintas, pero había un par de cosas que tenía claras. Quería tener varios vestidos en uno, es decir, conseguir looks distintos con un único vestido y quería poder usar algunas piezas del vestido en el futuro. Al ser una boda de invierno es más fácil jugar con complementos y accesorios. El vestido se componía de tres piezas: chaqueta, vestido y lazo”, nos cuenta. Para la iglesia, nuestra protagonista buscaba una chaqueta péplum con cola: “soy bajita por lo que una capa desde los hombros no me favorecería mucho. Para la chaqueta me inspiré en una chaqueta de Bulgari que tenía guardada en Instagram desde hace unos años. El resto de la idea de la chaqueta fue creación de María Gadea y lo mejor de todo fue la tela tan maravillosa de rafia que me propuso”.
En su vestido, que se encontraba debajo de esta pieza superior, se mezclaban diferentes texturas y un escote fuera de lo común, realizado en organza de seda. “El último complemento del vestido (y tercer look) fue un lazo-cinturón que diseñó María. Yo le enseñé un vestido de Alexander McQueen que me encantaba y, como la chaqueta, tenía guardado desde hace tiempo”, indica. El reto para la María Gadea era mayúsculo, pues este diseño era difícil de elaborar, pero finalmente lo consiguió: "después de nuestra primera cita, cuando María me mandó los bocetos, me enamoré”.
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Accesorios especiales
Para completar el look, Marta se decantó por unos zapatos de Sergio Rossi y un ramo de anémonas, delicado y elegante, realizado por Botánica24. “Dicen que toda novia debe llevar algo nuevo, algo viejo, algo prestado y algo azul. Lo nuevo era mi vestido y los zapatos, lo viejo: mi anillo de pedida, que pertenece a la familia de mi marido desde hace algunas generaciones; el algo prestado era la medalla de la virgen de mi cole, que una amiga me dejó y que llevaba en la cinta del ramo. Para terminar con el azul, María Gadea me bordó un detallito en azul que fue toda una sorpresa y un detallazo”, apunta.
A todo ello se sumó un look de belleza fresco, pero arreglado, algo para lo que nuestra protagonista confió en Carminia Albornoz: “aconsejada por María Gadea. Elegimos un look de maquillaje con el que me sintiera cómoda. El peinado me parecía complicado porque tengo el pelo largo y mucha cantidad. Elegimos una coleta media con ondas y unos mechones que se entrecruzaban justo encima de la coleta. Resaltaba el pelo largo, sin resultar pesado y en sintonía con el vestido”.
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Organizar en la distancia
El look de Marta fue tan solo uno de los grandes aciertos de una boda espectacular. Una celebración en la que todo salió redondo porque las familias colaboraron y la pareja fue muy ingeniosa. “Una cosa que nos ayudó mucho fue crear una página web con la que conseguimos centrar y facilitar la comunicación con los invitados, tanto para alergias, confirmar asistencias, como para mirar hoteles con los que habíamos cerrado descuento para ellos”, aconseja.
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En esa búsqueda de los proveedores ideales, empezando por la iglesia y el espacio, los novios tenían sus propias líneas rojas: “una cosa que teníamos clara es que no queríamos que nuestros invitados pasaran más de 20 minutos en un autobús entre la Iglesia y la finca; a veces es verdaderamente agotador e incómodo para los invitados. Aun con este criterio en mente, vimos como unas 9 fincas distintas y 6 iglesias en 4 días y algunas la regla del trayecto corto no la cumplían”. Finalmente se decantaron por la Casa de Mónico, un espacio en el que encontraron la profesionalidad que estaban buscando y en el que pudieron reunir a un gran número de invitados que brindaron por un futuro brillante para los novios. En su recuerdo queda lo más especial de aquella jornada: “ver a todas las personas que más queremos celebrar con nosotros nuestro amor y disfrutar de cada detalle y cada instante como niños”.