Dar el ‘sí, quiero’ es una decisión personal, marcada por esa idea que tiene la pareja de la boda soñada y el comienzo de una nueva etapa. Si bien en el paso a paso de la organización intervienen muchos factores, la historia de amor de los novios en ocasiones es un punto de partida importante a la hora de decidir dónde celebrar el enlace. Para Cristina, elegir la localización fue muy sencillo. “Nos casamos el 17 de septiembre de 2021. A pesar de que yo soy de Badajoz y Borja de Aranjuez, teníamos claro que queríamos casarnos en Madrid, la ciudad en la que nos conocimos y donde pasamos nuestros diez felices años de noviazgo”, nos cuenta ella misma.
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Una década de amor
En 2019, Cristina y Borja se recorrieron la capital para dar con el enclave, el templo, que más les convenciera: “con Google Maps en mano, visitamos muchas Iglesias y, sin duda, la que más nos gustó fue Santa Bárbara; no sólo por la riqueza interior de la Iglesia, sino también por el recorrido hasta el interior de la misma, atravesando sus bonitos jardines y subiendo la gran escalinata”. Un rincón en el que finalmente tuvo lugar su gran día, tras una larga relación de 10 años de amor. “Borja y yo nos conocimos en segundo de carrera, él tenía 20 años y yo 19. Los dos estudiamos Farmacia en la Universidad CEU San Pablo de Madrid, pero no coincidíamos en ninguna clase. Pero el azar hizo que un día me aventurase a cambiar el turno y empezamos a salir un verano de 2011”, recuerda.
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Flores y un vestido midi
Después de una década juntos, Cristina estaba allí, subiendo la escalinata y acercándose al altar, con una sonrisa, la emoción a flor de piel y un look de novia que poco después se haría muy viral. El diseño, firmado por Navascués, destacaba por estar repleto de flores-joya y por contar con el largo tendencia: el midi al tobillo. “Me habían hablado muy bien de la calidad profesional y humana de Cristina y todo su equipo y no puedo más que corroborarlo”, confirma.
En sus primeros momentos en el atelier, nuestra protagonista apostaba por un diseño nupcial muy clásico, no se atrevía a arriesgar, pero poco después el destino quiso que cambiara de opinión. “El azar hizo que mi hermana y mi madre paseasen por delante del escaparate de la tienda de telas José María Ruiz, y les encantase la tela de un maniquí que se encontraba expuesto. Cuando me la enseñaron, es cierto que tuve miedo a salirme del ‘canon’ de vestido de novia tradicional, ya que la tela era algo recargada, pero a día de hoy, puedo decir que no hay nada mejor que salirse de lo tradicional y apostar por algo diferente”, señala.
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De toda la experiencia que es diseñar una propuesta a medida, recuerda con especial emoción los momentos de las pruebas. Precisamente de ellos surgió la incorporación de una sencilla capa con una delicada y escasa lluvia de flores y la elección de accesorios como sus pendientes de Suarez, regalo de su abuela y su tía, o sus sandalias de Jimmy Choo. “En cuanto al velo, Emilio me propuso hacer un velo corto para darle más movimiento y un aire más fresco y me pareció una idea estupenda”, apunta. Estos complementos se mantuvieron durante toda la jornada, no así el diseño, que Cristina lo cambió para bailar más cómoda: "la tela era tan rica como pesada así que opté por un cambio de vestido para la fiesta: espalda descubierta, lentejuelas y ¡a bailar!”.
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La tendencia silvestre
El accesorio más especial, el ramo de novia, necesitaba ser sencillo para conseguir un estilismo armonioso. Nuestra protagonista lo tenía claro: “descarté flores grandes, y opté por flores silvestres (siemprevivas, espigas, eucalipto…) con la finalidad de generar una paleta cromática neutra. Además, paradójicamente, encajaba a la perfección con el paisaje de la Finca Las Tenadas”. El detalle más emotivo de este diseño iba más allá de las variedades florales, era la medalla de la Virgen de la Milagrosa de su abuela, que por su avanzada edad no pudo asistir al enlace.
Un peinado transformable
El otro detalle que completó su aclamado look fue un peinado transformable, con el que pudo dar un aire nuevo a su rostro fácilmente. “Para el maquillaje y el peinado tuve la grandísima suerte de dar con María Serrano Parra. Busqué mucho y encontré a la mejor. Para el peinado vi varias referencias por internet que me gustaban. Finalmente me decanté por unas trenzas laterales que confluían en un moño, y que, posteriormente para la fiesta, podía soltarme, para convertirlo en una coleta”, nos explica.
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Proveedores de éxito
Además de los especialistas en los que confió para su estilismo, Cristina recuerda con cariño todos los preparativos de su enlace, para los que no contó con wedding planner, porque preferían disfrutar por sí mismos de todos los pasos. “La celebración fue en la Finca las Tenadas. Si mal no recuerdo, creo que visitamos unas 15 fincas en Madrid y sin duda alguna, Las Tenadas fue la que más nos gustó. El paisaje es precioso, la decoración de la finca está hecha con mucho gusto y el catering que tienen (La Blonda Catering) es espectacular. El trato por parte de Cristina y Ana, las responsables de nuestra boda, fue excepcional, gracias a ellas pudimos disfrutar de nuestro día sin ninguna preocupación”, agradece.
Para la decoración floral de este espacio, la pareja confió en Elena Suárez & Co. “En la entrada situaron un precioso bodegón de flores en tonos burdeos y verdes que se mimetizaba a la perfección con los colores de septiembre. Para los centros de mesa, queríamos crear un ambiente desenfadado pero a la vez cuidado, por ello optamos por alternar en las distintas mesas centros de flores altos y bajos. Además, estos centros contaban con candelabros, de tal modo que, gracias a la luz de las velas y a la iluminación tan cuidada del salón, se conseguía crear un espacio íntimo y muy acogedor”, describe Cristina.
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Un día sobresaliente
Además, nuestra protagonista tenía una petición especial para el espacio que se resolvió sin condicionantes: “estuve viendo muchas fotos de las Tenadas y vi que años atrás tenían unas sillas de forja que me encantaron, pedí si por favor podían poner esas ya que en las fotos más recientes aparecían otras sillas que no tenían nada que ver. Son tan encantadores que no me pusieron ninguna pega”. A estos detalles ‘deco’ se sumaron otros en materia de papelería nupcial, haciendo un guiño a la profesión de los novios: unos meseros con temática de plantas medicinales que encargaron a Rocío de El Tintero Caligrafía.
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Aunque los meses previos, se toparon con contratiempos como consecuencia de la situación sanitaria, su ‘sí, quiero’ fue tan bonito como siempre habían soñado. Por eso Cristina aconseja a los prometidos en este 2022 que cuiden el detalle y lo organicen todo con cariño. Y especialmente: “que el día de la boda se centren en disfrutar ellos porque ya han hecho lo que estaba en sus manos para que todo saliera perfecto”. Y entonces merecerán saborear cada instante, porque el tiempo (y la boda) vuela.