Diseñar un vestido de novia desde cero es un reto en el que influyen diversos factores, pero quizá el estilo de la protagonista sea el más importante de todos. La creación de uno de estos diseños no es sencilla, especialmente cuando se trata de los looks de este último año, que han sufrido modificaciones motivadas por los cambios de fecha. El punto de partida es una primera conversación de cada atelier con la posible clienta, que puede tener muy claro aquello que busca o, por el contrario, no saber qué necesita. En este segundo escenario se encontraba Marina, una novia madrileña muy viral que visitó a nueve diseñadores antes de dar con la firma definitiva: “llegó un momento en que me volví loca. Me aterraba la pregunta de "¿qué es lo que quieres?" o "enséñame tus fotos de inspiración" porque nunca sabía qué contestar. En mi caso necesitaba probarme algo desde la primera cita, porque no tiene nada que ver el diseño en papel con cómo te queda sobre el cuerpo”, explica a ¡HOLA! Novias.
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Un look muy viral
Este proceso de búsqueda duró un mes y medio para ella, hasta que encontró a Navascués, la firma que dio forma a su espectacular look con un bordado floral de ensueño. “Sin duda ha sido la mejor decisión que he podido tomar. Conecté con Cristina y Emilio desde el primer momento. Me han acompañado durante casi un año y medio y tuvieron una paciencia infinita conmigo. No he sido una novia nada fácil por lo poco claro que lo tenía, pero sin duda consiguieron que disfrutase de cada cita”, reconoce.
El diseño destacaba por su cuidada selección de tejidos, especialmente por la preciosista organza bordada, traída desde Italia. “Era un cuerpo ajustado, pero con una importante caída de godets entretelados que armaron el vestido y le aportó un movimiento extraordinario”, cuenta Marina. Su escote trasero, que cubría la espalda con una fina capa transparente y flores, aguantó todo el día, a pesar de su delicadeza pues estaba bordado a mano. “¡No se me saltó ni un botón, y estuve comodísima!”, recuerda.
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La firma acertó con nuestra protagonista, que no tenía nada claro lo que buscaba. “Quería un traje fiel a mi estilo. Quería algo que fuese ‘yo’ y con lo que siempre me apeteció arriesgar era con la tela”, matiza. Por eso su familia volverá a pasar por el atelier de la casa madrileña: “el año que viene se casa mi hermano y hemos vuelto a confiar en Navascués. Mi madre se vuelve a hacer el traje con ellos y les estoy acompañando a todas las pruebas”.
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Complementos tendencia
Para Marina fue más sencillo dar con los accesorios que con el propio vestido. Se enamoró de unos earcuff de Suarez, de oro blanco y brillantes: “quería algo que rompiese con mi look y fueron mi regalo de pedida". No faltaron, tampoco, joyas con un gran valor sentimental para la familia. “Una medalla de platino y brillantes de mi bisabuela, que fue la que llevó mi madre el día de su boda y una sortija de brillantes que me regalaron mis padres”, señala nuestra protagonista. Como buscaba un tacón cómodo, optó por hacérselo a medida en Just-Ene: “no me acordé de que llevaba tacones”. El último de los complementos y quizá el más especial fue un ramo diseñado por Aquilea, realizado con rosas blancas de pitiminí y muguet.
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Maquillaje natural y recogido sencillo
Todo look de novia no está completo sin una elección de belleza a la altura. Para acompañar esos momentos de maquillaje, Marina apostó por una bata de Namur, cómoda y muy elegante. Confió en Sonia Marina porque había podido ver su trabajo en otras bodas y acertó. “A Jaime no le gusta nada que me maquille y no quería sorprenderle. El maquillaje me aguantó todo el día, no me tuve que retocar ni una sola vez. Sonia es una auténtica profesional, me cogió el punto desde el principio y consiguió el resultado que buscaba”, recuerda con una sonrisa. Apostó por un maquillaje natural y un moño sencillo, porque era con lo que se sentía más confiada: “considero que el día de tu boda no es un día donde tengas que arriesgar. Si nunca te has pintado la raya del ojo, creo que no es el día de hacerlo”.
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Con 'wedding planner'
A esas cosas que Marina y Jaime tenían claras, se sumaba el hecho de contar con un equipo de profesionales que pudieran ayudar a organizar un día tan especial y evitar contratiempos. Para su enlace, que tuvo lugar el 26 de junio en Madrid (un año después de la fecha original) en la Iglesia de El Espíritu Santo y en la Finca los Cuadros, confiaron en A-Típica. “Las conozco desde hace varios años. Nos apoyaron en todo momento y no pudieron estar más pendientes. Son un equipo maravilloso tanto en lo personal como en lo profesional”, apunta Marina. La situación les obligó a cambiar sus planes iniciales: de una boda de tarde a una mañana, tres cambios de fecha y una reducción de aforo a la mitad de lo previsto. Pero la celebración mereció la pena.
Los espacios, elegantes y muy sofisticados, los decoraron entre A-Típica y Aquilea y el resultado fue memorable. “Tienen un gusto impecable y nos entendimos desde el primer momento. Además, mi madre es una apasionada de la decoración y las flores”, indica. Marina recuerda, con especial ilusión, las mesas y sus centros de nos centros de peonías y rosas intercalados con unos árboles impresionantes, que dejaron a novios e invitados sin palabras.
Este viaje al pasado le trae bonitas escenas a su memoria, momentos que se quedarán en su corazón y no podrá olvidar. “Lo más increíble de aquel día fue, sinceramente, casarme con el amor de mi vida, ver la cara de Jaime cuando entré en la iglesia y estar rodeada de toda mi familia y amigos”, relata. A pesar de que su proceso hasta el altar fue muy largo (paso un año y medio desde la pedida hasta el ‘sí, quiero’), Marina volvería a hacerlo para intentar disfrutar, más si cabe, de esos preparativos, porque aquel día quedará marcado para siempre en su calendario. Desde que Jaime Marín y Marina Urdiales se conocieran hace siete años en Baqueira han pasado muchas cosas, pero su amor permanece: “puedo decir que estoy mucho más enamorada hoy que cuando empezamos”. Y eso, sin duda, es lo verdaderamente importante.