La inspiración para lograr el vestido de novia soñado está en todas partes. En la naturaleza, en las redes sociales, en los libros y, para muchas novias, también en las películas. El cine ha sido una potente herramienta para crear moda, con la que las actrices míticas y sus responsables de vestuario han creado verdaderos looks icónicos. Fue precisamente con uno de esos diseños de antaño como Mónica, una novia con gran éxito en las redes, se imaginó antes de casarse. “Para el vestido de mi boda me inspiré en Grace Kelly y el look icónico blanco de Edith Head en la película Atrapa un Ladrón. Quería una cola imponente, pero sin que fuese recargado, no visualizaba materiales pesados ni demasiado rígidos, no me sentía nada identificada con ellos”, nos cuenta. Para lograrlo buscó a la firma con la que sintiera esa conexión y fueron Beatriz y Fernando Claro, de Claro Couture, con quienes mejor encajó. “Quería algo que me hiciese sentirme yo en todo momento, por eso siempre me sentí representada en ideas que aunasen carácter, feminidad, elegancia, versatilidad y un toque de sofisticación. Ellos consiguieron diseñar una creación atemporal con carácter, que aunaba varios requisitos para mí imprescindibles”, apunta.
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Elegante, ligero y con cuerpo
Tras esa mágica chispa entre diseñador y novia, que para ella tuvo un significado especial como profesional de los recursos humanos, decidió que necesitaba un vestido con el que sentirse cómoda. “Una esencia que en Claro Couture no solo consiguieron, sino que lograron superar mis expectativas con creces”. El diseño, explica, contaba con un cuerpo realizado en muselina drapeada, una silueta que crecía a la altura de la cintura y unas mangas ablusadas hasta la zona del puño a las que Mónica no quiso renunciar, aunque fuera verano, porque las considera realmente elegantes. “La cola de cuatro metros de gazar de seda con doble capa, era la clara imagen del movimiento, la frescura, la ligereza y a la vez la fuerza. El volante de abajo permitía que este material fabuloso se abriese al caminar y tuviese más cuerpo”, revela.
Su look que ha triunfado entre los expertos, sufrió algunos cambios. La pareja fijó como fecha de boda el 25 de julio de 2020, pero las circunstancias les obligaron a cambiar el día al 31 de julio de 2021. La pandemia trastocó los planes de Mónica, que modificó su idea estilística inicial al completo y acertó: “Nada me hace más feliz ahora que mirar atrás y sentir que de verdad me atreví a soñar con mi elección definitiva. Recuerdo que yo soñaba cosas que parecían imposibles, quería un material con presencia porque me casaba en una catedral y un palacete, pero también quería fluidez, frescura, movimiento y naturalidad. Sin duda parecía que eran cosas contrapuestas, hasta que el equipo de Claro Couture se atrevió a soñar conmigo”.
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Un look repleto de detalles
Al primer estilismo, le siguió una segunda propuesta, también de la misma firma, que apostaba por el minimalismo moderno y a la que nuestra protagonista recurrió tras la cena: “un vestido que me permitió bailar sin parar, de corte a cintura, escote Bardot con mangas de organza y confeccionado todo en muselina de seda”. Sencillo, ligero, pero muy especial, como también lo eran otras piezas importantes de su look. Por un lado, lucía su anillo de compromiso de Suarez y las alianzas de Joyería Pérez (de Madrid), por otro, unos bonitos pendientes de lágrima de Joyería Marcos (de Málaga), de aires vintage y regalo de sus padres. El calzado de la novia fue cambiando durante la boda, de Jimmy Choo a Just Ene, pasando por Castañer. Y, sin duda, la joya más relevante de su look fue una espectacular tiara: “Conté con la gran ayuda de Conchita de Bambary, quien creó una pieza única compuesta por filigranas antiguas de un anticuario de París de 1820, con diferentes geometrías y de estilo Art Decó. Su capacidad creativa y escucha activa, sin duda fueron clave para crear esta maravilla que conservaré toda mi vida.”.
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La guinda del pastel la puso el ramo, una creación de tonos melocotón, realizada con rosas de jardín Austin y en formato bouquet. “Un ramo armado, ordenado, pero no perfecto, huía de la bola perfecta y también de un ramo muy desestructurado, ya que le traje tenía mucho volumen y drapeado, buscaba algo intermedio”, revela Mónica. El maquillaje y la peluquería seguían también esa idea de ‘algo intermedio’: un look favorecedor pero muy natural, como explica ella misma. Confió en los pinceles de Noelia Fuentes para una ocasión tan especial. Al clásico look natural, le añadió algo de glamour: “el punto fuerte era el punto de luz al principio del ojo con un pigmento de mucha iridiscencia sumado al eyeliner roto, el resto de sombreados en tonos rosa palo y tierra”. Decidió llevar la melena suelta y con ondas, como siempre había querido y el equipo de Santos Peluqueros lo consiguió.
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Una larga historia de amor
Hasta llegar a celebrar su boda el pasado verano, Mónica y Diego han vivido una bonita y sólida historia de amor. Se conocieron en Valencia, gracias a una amiga en común. “Por aquel verano de 2016 iba a enfrentarme a mi segunda operación de tobillo de una lesión bastante complicada y Diego, fisioterapeuta, estaba decidido en conseguir que volviera a caminar. Mi peculiar rehabilitación fue dando frutos desde Valencia, Madrid, Málaga, Toledo, Capri, o Londres donde ambos aunamnos nuestra pasión por viajar y nuestras ansias por descubrir mundo. La vida nos puso a los dos grandes retos profesionales, él con un Doctorado en Microbiota como profesor de la Universidad Europea de Madrid y yo como Directora de RRHH de Farlabo. Aposté por la relación y por este proyecto tan bonito mudándome a Madrid con Diego”, relata.
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Diego encontró en el mirador del Gianicolo, en Roma, la mejor localización para pedirle matrimonio. “Diego me pidió que nos casáramos en marzo de 2019, antes de que iniciara la pandemia. En este momento, no sabía dónde nos íbamos a casar, fuimos por toda España conociendo rincones preciosos que realmente nos creasen alguna emoción, visitamos algunos en Valencia (donde nos conocimos) y en diferentes puntos de España, casi desde el principio tuvimos claro que nos decantábamos por una destination wedding – algo muy común en Reino Unido, donde yo viví bastantes años”, comparte Mónica.
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La boda más esperada
La pareja volvió a Málaga en abril de 2019 por Semana Santa, siguiendo una tradición familiar y allí encontraron el espacio de sus sueños. "Nos enamoramos de un palacete que poco se parecía a un típico cortijo andaluz, más bien nos recordaba al Lago di Como – nuestra idea de destination wedding inicial. Como enamorados de Italia, tenemos debilidad por la estética italiana y esto es lo que conseguimos aunar en Hacienda Nadales”. La suerte estuvo de su mano cuando consiguieron fecha en la Iglesia de la Victoria, donde se encuentra la patrona de la ciudad. La situación sanitaria de 2020 les obligó a cambiar de fecha, pero no de emplazamientos. “Se nos ocurrió hacer la pedida en la fecha que teníamos prevista para nuestra boda en 2020 y mantuvimos los mismos sitios y proveedores para el año siguiente”. Celebraron su amor en esa pequeña ceremonia íntima previa, en la que leyeron sus votos.
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Por suerte, durante todo el proceso contaron con la ayuda de la wedding planner Sira Antequera: “fue nuestra gran hada madrina, su apoyo incondicional en todos los contratiempos que vivimos y el seguimiento en un proceso de madurez, le hace única. Sin duda toda esta experiencia que culminó con un día mágico solo pudo ser posible por su creatividad, positividad, resiliencia, adaptación y pasión”. La decoración no fue baladí y el equipo de Floreale dispuso todo como si de un enlace palaciego se tratara. "Estaba inspirada en los jardines barrocos y en la decadencia al más estilo italiano, que tanto nos gustan. Esa geometría armónica que somete la naturaleza. Sira creó un jardín afrancesado y lo integraron en la fachada del palacete que fue un flechazo desde el primer momento”, indica. Lámparas de araña, bustos, candelabros, velas, flores y frutas en las mesas convivían con un espacio chill out, para el cóctel, repleto de flores, junto al invernadero y el estanque.
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Un total de 220 invitados acudieron a la cita en aquel lugar “donde nuestras dos familias han construido siempre recuerdos bonitos”. Por eso Mónica y Diego solo pueden tener palabras de agradecimiento a todos los que les acompañaron. “Recordamos perfectamente la sensación de gratitud, de ver a las personas más importantes de nuestra vida reunidas en nuestra Málaga bonita para celebrar nuestro amor, sin condiciones, desprendiendo todos, una generosidad indescriptible. Algo que sin duda no podremos olvidar y que siempre nos recordará que el amor triunfa por encima de todo”. Y es que, como dice Mónica, aquel fin de semana había una energía especial que: “solo se consigue cuando reúnes a personas maravillosas”.
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