El pasado siete de octubre, el día que cumplía cuarenta y cuatro años, Lapo Elkann, el ‘soltero de oro’ predilecto de la jet set internacional, se casaba por sorpresa con la expiloto de rallies portuguesa Joana Lemos. La pareja se daba el ‘sí, quiero’ en una ceremonia romántica e íntima, con sus familiares y amigos más cercanos, en Portugal. Hasta el emplazamiento, una finca en Tavira, un pequeño pueblo de pescadores, en el Algarve portugués, se desplazaron algo menos de doscientos invitados, entre los que se encontraban Vicky Martín Berrocal y su pareja, João Viegas Soares, que es el mejor amigo de Joana.
La novia lució un sencillo vestido blanco, diseñado por Frida Giannini , ex directora creativa de Gucci, y confeccionado por artesanos que trabajaron para la abuela de Lapo, la legendaria Marella Agnelli. Fue el pequeño homenaje de ambos a la abuela del novio, que fue como una madre para él. Frida Giannini es una vieja amiga del heredero y ya diseñó el guardarropa de Lapo cuando era directora creativa de la firma italiana de productos de lujo. “Fue amor a primera vista”, explicaba Joana sobre Frida. Las dos se llevaron muy bien y rápidamente llegaron a un entendimiento sobre las cualidades que debía tener el vestido: elegancia, belleza, comodidad y fuerza.
El resultado fue un elegante diseño palabar de honor -uno de los escotes más elegidos por las novias- que podría haber pasado por un dos piezas. Y es que aunque se trata de un único diseño, podría parecer que la novia luce, por un lado, un sencillo bustier; y, por otro, una falda de silueta ‘A’ ligeramente modificada. En este tipo de corte, la falda se ajusta a la cadera y se abre poco a poco hasta el suelo. Es uno de los más clásicos y elegantes dentro de las múltiples opciones del mundo nupcial, e ideal para mujeres con curvas. Muy llamativa era la parte trasera, ya que de la falda, ligeramente abierta, salía la cola confeccionada en otro tejido más liviano.
Para completar su look nupcial, Joana optó por recoger su cabello en un sencillo moño bajo de inspiración bailarina . Sin embargo, al contrario que muchas novias que optan por este tipo de peinado, prefirió que la parte delantera no quedara muy pulida, dejando sueltos algunos mechones alrededor del rosto. Una elección mucho más favorecedora. El maquillaje, natural y sin excesos, buscaba resaltar la belleza natural de la novia.
Un escote de tendencia para su segundo look nupcial
Cada vez es más habitual que las novias opten por llevar un segunundo vestido en su gran día o, al menos, se decanten por una prenda que evolucione a lo largo de la ceremonia. Como no podía ser de otro modo, Joana se decantó por la primera opción y lució otro vestido blanco, diseñado también por Frida Giannini y elaborado por artesanos.
La ya mujer de Lapo optó por un favorecedor vestido que, aunque reunía las mismas cualidades que la primera prenda -elegancia, belleza, comodidad y fuerza- difería bastante tanto en el corte como en el planteamiento.
Para su segundo look, Joana prefirió recurrir a un tejido más liviano y apto para la segunda parte de la celebración. Con él la diseñadora dio forma a un vestido con manga, hombros marcados y un pronunciadísimo escote -se alargaba casi hasta la cintura- que podríamos englobar dentro de los deep plunge. Un término ingés que podría traducirse como “zambullida profunda”, una imagen muy simbólica para definir un escote. Como no podía ser de otro modo, este apelativo hace referencia a esas aberturas en forma de ‘V’ e infinitas que cada vez se asoman a más vestidos de novia. Un acabado que funcionaba a la perfección con la falda llena de vuelo del vestido. Pero quizá, lo más llamativo del diseño, eran los bordados simétricos, en tono plata, que salpicaban la cintura y el pecho de la prenda.
El cambio de vestido implicó, además, un cambio de peinado. Joana decidió dejar su melena, llena de movimiento, suelta y adornarla con un favorecedor sombrero de ala ancha del mismo tono que el vestido.