Basta repasar los looks de las novias más virales y elegantes para comprobar que la mayoría de las chicas que se casan prefieren zapatos de tacón para su boda. Diseños de tendencia que les permiten estilizar su silueta y suelen lucir hasta el momento de la fiesta, cuando los cambian por un calzado más adecuado para resistir el baile. Aunque los kitten heels, esos zapatos de tacón bajo y punta afilada, gustan cada vez más, y los tacones medios -mucho más cómodos- se imponen, son muy pocas las que se han atrevido (y siguen haciéndolo) a llevar zapatos planos. A la cabeza nos vienen nombres de actrices como Elizabeth Taylor o Keira Knightley, que desafiaron los cánones nupciales establecidos con sus looks. Pero ellas no fueron las primeras en renunciar al tacón para su gran día; la primera fue una reina.
El 10 de febrero de 1840 Victoria de Inglaterra y el príncipe Alberto de Sajonia-Coburgo-Gotha iban a contraer matrimonio en la Capilla Real del Palacio de St. James (Londres). La princesa Victoria había ascendido al trono de Inglaterra a los 18 años (en junio de 1837) y había conocido a su primo Alberto durante los años previos a su reinado. Aquello había sido amor a primera vista, pero ninguno de los dos imaginaba que su romance pasaría a la historia como uno de los más entrañables y sinceros de la realeza.
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La Princesa eligió para la ocasión un vestido de satén de color blanco, algo bastante inusual para la época (desde 1700 las mujeres solían decantarse por diseños en tonos pastel). Un tono que popularizó y cuyo uso ha trascendido hasta nuestros días. Decidió también que la prenda fuera confeccionada en Inglaterra, con tejidos del país, para apoyar así a la industria británica. “Llevé un vestido de satén blanco, con un profundo volante de encaje oniton, una imitación de un diseño antiguo. Mis joyas eran mi collar y mis aretes de diamantes turcos, y el hermoso broche de zafiro de mi querido Alberto”, explicaba en su diario la reina Victoria.
Igual de llamativo que su vestido fue el calzado que eligió para su boda. Bajo las voluminosas faldas, Victoria de Inglaterra ocultó unas zapatillas de ballet elaboradas en satén y adornadas con cintas. Un complemento con el que se sentía cómoda en todos los sentidos; hay que recordar que a la Reina le gustaba el ballet.
Novias con zapato plano
La reina Victoria no ha sido la única novia conocida que, a lo largo de los años, ha renunciado al tacón. En 1964, Elizabeth Taylor iba a celebrar su quinta boda. Se casaba por primera vez con Richard Burton -se divorciaron en 1974 y sorprendieron casándose de nuevo en 1975- y eligió para el gran día un vestido de chifón amarillo, de estilo baby doll, obra de la diseñadora Irene Sharaff. Además de decorar su melena, recogida en una trenza, con una guirnalda de flores, la actriz sorprendió al llevar unos sencillos zapatos planos tipo bailarina.
Mayo de 2013 fue la fecha elegida por Keira Knightley y James Righton para celebrar su enlace. Una sencilla boda celebrada en la Provenza francesa a la que acudieron familiares y amigos de la pareja. Pero lo más llamativo de su 'sí, quiero' fue la elección de la actriz que, en lugar de llevar un vestido nuevo creado para la ocasión, optó por un diseño que ya había lucido en 2008, en una fiesta celebrada antes de los premios Bafta –y que llevaría, meses después de su enlace, en la gala Serious Fun Children's Network celebrada en diciembre de 2013–. Se trataba de un vestido corto, por encima de la rodilla, de estética bailarina diseñado por Karl Lagerfeld. Una prenda que acompañó con una delicada corona de flores y con unas bailarinas de un tono muy similar al del vestido.
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