Esta temporada de verano marcó el retorno de las grandes cerebraciones de alta sociedad española, como ha sido el caso de los matrimonios de Carlos Fitz-James Stuart y Belén Corsini o de Carla Vega-Penichet y Carlos Cortina, por ejemplo. Las bodas de otoño, sin embargo, no decepcionarán en este ámbito sino lo contrario. Evidencia de ello ha sido el enlace que ha tenido lugar esta mañana entre Jaime de Borbón-Dos Sicilias, duque de Noto, y la escocesa lady Charlotte Diana Lindesay-Bethune. Hablamos de una unión tanto anticipada como cercana a la Familia Real, pues el novio es nieto del fallecido infante don Carlos, primo y confidente del rey Juan Carlos desde su infancia. Por tanto, el joven y su prometida han contraído matrimonio en la catedral de Monreale, situada en la provincia de Palermo (Sicilia), un escenario simbólico que rinde homenaje a los orígenes del Duque en el que Charlotte Lindesay ha deslumbrado con un vestido de princesa con delicados detalles bordados. Una fascinante elección como también lo fueron las de algunas de las invitadas a la celebración, como Sofía Palazuelo o su cuñada Belén Corsini.
Un vestido victoriano con bordados artesanales
El círculo íntimo de la recién nombrada duquesa de Noto la describe como una mujer clásica y discreta, dos cualidades presentes en su magnífico vestido de novia. Una creación de escote corazón que lejos está de ser un diseño sencillo, pues se ciñe como un corsé al torso para expandirse en una amplia falda de princesa con pliegues y larga cola que se extiende con cada paso. El toque artesanal y más recatado, en la línea de los looks nupciales de las mujeres Borbón-Dos Sicilias, lo ha puesto su detalle de delicada camiseta superpuesta de cuello alto y mangas largas confeccionada con bordados florales. Esta técnica, junto con el encaje, apunta a ser tendencia suprema en las nupcias de la temporada, pues Kitty Spencer, sobrina de Diana de Gales, optaba por un modelo del mismo estilo, aunque mucho más recargado, hace apenas un par de meses en su boda romana.
Es una espectacular creación de Phillipa Lepley, exclusiva diseñadora inglesa cuya especialidad son los detalles minuciosos, de ahí que el proceso de confección requiera más de siete pruebas de vestuario. El corpiño encorsetado, uno de los sellos distintivos de la marca, sienta las bases para el bordado a mano que se ciñe al cuerpo por encima. Cada motivo dentro del bordado Margaux, un patrón único del taller de Lepley, incluye prímulas orquídeas y helechos entrelazados sobre el cuello alto y las mangas, y se posicionó estratégicamente para adaptarse a las proporciones de la novia.
- Así es Charlotte Lindesay, futura duquesa de Noto
Joyas familiares y un guiño a la abuela del novio
A pesar del amplio joyero que ostenta la dinastía de los Borbón-Dos Sicilias, en el que se encuentra la corona de botones desmontables que lució en su boda su ahora suegra, Sofía Landaluce, así como tres de las tías del novio, o la diadema Fringe de la archiduquesa María Ana de Austria (actualmente en posesión de Inés de Borbón-Dos Sicilias y Borbón-Parma), se esperaba que la aristócrata escocesa optara por dar el 'sí quiero' con una tiara perteneciente a la familia de su padre James Lindesay-Bethune, conde de Lindsay. Se trata de una diadema Fringe de diamantes con remate de perlas a juego con sus pendientes de diamantes y perla a modo de gota. Si bien se pensó inicialmente que había pedido prestada la tiara a Catalina de Kent, aquella muestra un diseño algo más rígido y compacto que la que hoy ha lucido la novia, por lo que se cree que esta pertenece a las mujeres del Condado de Lindsay.
En contra de toda superstición
La tradición sugiere a las novias evitar esa piedra natural de la ostra en su día especial, pues estas simbolizan desde hace siglos las lágrimas que se derramarán durante el matrimonio. Con los años, no obstante, son muchas las mujeres que actualmente caminan al altar presumiendo con orgullo sus perlas. De hecho, la abuela del novio, doña Ana de Orleans, llevó en para su ceremonia religiosa en 1965 unos pendientes de diamantes y perlas muy similares que habían pertenecido a la reina María Carolina de Nápoles. Ejemplos recientes son la cantante británica Ellie Goulding y la influencer Lucía Bárcena, quienes -al igual que lady Charlotte- escogieron diseños recatados de estilo victoriano para acompañarlas.
Otra alternativa era que la novia honrase a la familia de su prometido llevando el mismo velo de encaje con forma triangular con el que doña Ana se cubrió en su unión con el infante don Carlos, mas no ha sido el caso. La ejecutiva de finanzas ha escogido un eterno velo de tul de seda blanco para no sobrecargar el vestido, ya adornado con bordados románticos en escote y mangas.