Cuando una novia acude al altar, todos las miradas se dirigen a ella, pero muchos fotógrafos se giran para ver al gran protagonista que, en esa espera, suele emocionarse con la llegada. El que es uno de los momentos más emocionantes de ese gran día también ha marcado el enlace de Beatriz, una novia con una bonita historia de amor. “Lo más especial de la boda fue entrar en la iglesia del brazo de mi padre y ver a Fernando, mi marido, en el altar esperándome, con esa sonrisa nerviosa y sus ojos brillantes de la emoción. Eso, junto con todos los invitados presentes hicieron de aquel momento algo que jamás olvidaré”, nos explica.
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Amor desde la juventud
Beatriz, que contesta a estas preguntas desde su luna de miel en Botswana (Africa), se casó el 3 de julio de 2021 en la región de Ampurdá, en una romántica celebración que tuvo dos enclaves destacados. Por un lado, la Iglesia de Sant Esteve de Peratallada de 1202, con arquitectura propia del románico tardío y por otro, Mas Isern, una espectacular y coqueta masía. “Para nosotros lo esencial en nuestra boda era tener un entorno idílico, el Empordá en la provincia de Girona nos tiene enamorados, y al ser Fernando gerundense, decidimos casarnos en tierras empurdanesas”, cuenta. Explica, además, que fueron los equipos de Tavola Decoración y Kamal Events quienes transformaron el espacio en un sueño, con la ayuda de hortensias blancas y paniculata.
Ella y su marido son odontólogos y se conocieron en la Universidad de Valencia, tal y como nos relata. “Fue en ese mismo lugar donde, sin grandes pretensiones, iniciamos a la vez nuestra pequeña aventura; para ahora, once años más tarde abrir otro capítulo en nuestra gran historia”, apunta. El gran día llegó después de una memorable pedida de mano el 21 de diciembre de 2019: “Nuestra pedida fue antes del inicio de la pandemia, en la ciudad de Oporto (Portugal). Decidimos la fecha de la boda antes de la pandemia y después de la llegada de la Covid-19, optamos por mantenerla y ver la evolución de la situación”.
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Un vestido de novia bohemio
La cuenta atrás comenzaba también para la búsqueda de su vestido, un diseño muy personal, de aire bohemios y estilo camisero, firmado por la siempre acertada Teresa Helbig, que gozaba de mucho movimiento. “¡Quería un estilo romántico, elegante y con un toque sexy! Son las tres palabras que le dije a Teresa cuando me preguntó que tipo de vestido quería”, confiesa. Con las ideas claras, porque ya conocía su trabajo, acudió al atelier de la diseñadora y confío en su buen gusto, especial y memorable. Beatriz recuerda la historia que la animó a acudir a ver a Teresa con mucho cariño.
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“La recomendación de elegir a Teresa Helbig vino de mi hermana pequeña. Ella la ya conocía por seguirla en redes, pero, además, porque en una ocasión, hace ya unos años, mi hermana acudió a su taller en busca de un vestido. Sin cita previa y con el taller a rebosar de trabajo, Teresa la recibió y trató como si fuera una familiar. Ella le dijo: ‘me recuerdas a mi nuera, sois iguales… El día que te cases, te vestiré de novia’”, explica. Su hermana no se ha casado pero ella, reconoce, no olvidó aquello y no pudo pensar en una firma mejor.
“Desde un primer momento tenía claro que quien quería que diseñara mi vestido era Teresa Helbig. No me veía con el clásico vestido de novia, me veía disfrazada, no encajaba para nada conmigo; así que la única y, por supuesto, mejor opción era ella. Su estilo, la forma de empoderar que tiene a las mujeres, su ‘rollazo’ me cautivó”, añade. Revela que se enamoró su vestido como si fuera una auténtica obra de arte y que la diseñadora la hizo sentir la novia más especial del mundo.
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Accesorios discretos
En su look no faltaron tampoco unos pendientes de botón, unas sencillas sandalias nude y los archiconocidos gemelos de racimo que llevan las novias de la bautizada como ‘Helbig gang’. El otro gran compañero del estilismo fue un ramo tendencia de inspiración silvestre: “El ramo era algo súper importante para mí, dado que me encantan las flores. Sofía, de Tavola Decoración, creó e hizo el ramo más bonito que nunca hubiese imaginado con rosas ramificadas, eucalipto, cinérea y parviflora”.
Con los mismos tintes relajados, su look de belleza huía de lo clásico y los excesos, en favor de una alternativa más natural y luminosa. “Juli y Esther captaron mi estilo a la primera y supieron plasmarlo a la perfección. El peinado fue un recogido tipo top knot con un estilo más ‘boho’ y el maquillaje muy natural, dando un poco más de intensidad a los ojos y de profundidad a la mirada”, comparte.
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Celebrar de principio a fin
Cada uno de estos elementos casaban con el espacio, al que los novios y sus familiares llegaron varios días antes de la boda, con la intención de disfrutar todos juntos. “Soy natural de un pequeño pueblo de la provincia de Castellón, sin embargo, actualmente vivo en Gerona. Y, a pesar de que mis padres y una de mis hermanas residen en Barcelona y por la cercanía nos vemos muy asiduamente, gran parte de mis seres queridos viven lejos, y es por eso que fue tan especial”.
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Para prepararlo todo con seguridad y tranquilidad, la pareja confió en la wedding planner Miriam Escrivá y en su equipo, que fueron un gran sostén y una gran ayuda cuando tuvieron que hacer cambios. Echando la vista atrás y después de este bonito viaje de emocional, Beatriz solo puede quedarse con lo bueno y hace un balance muy positivo de su relación. “A lo largo de los últimos años hemos compartido muchos momentos y experiencias; la mayoría buenas, pero otras no tan buenas. Siempre aprendiendo juntos de los éxitos y de los fracasos; siendo conscientes de la importancia de enfrentar con valentía y optimismo las adversidades que se nos han presentado, y también de agradecer nuestros logros, tanto personales como profesionales”. Una maravillosa reflexión y también una filosofía de vida con la que adentrarse en la gran aventura del matrimonio.
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