Pocas novias se resisten a contar que su boda fue mágica, que estuvo llena de momentos inolvidables y que hubo alguna sorpresa. Cristina es una de ellas porque lo cierto es que así fue: su anécdota más llamativa dice mucho de las fascinación y casi hechicería que rodea a un enlace. “Nuestra primera fecha de boda era el 22 de junio de 2019 y cuando Alejandro, mi futuro marido me pidió la mano, lo hizo con un anillo de Yanes muy bonito. Meses después, nos mudamos de casa y con todo el lío de cajas, el anillo no aparecía. Estaba muy disgustada y no paraba de buscarlo por toda la casa”, cuenta. Cuando pasó un año, Alejandro le regaló otro de Suarez, pero la mañana de su boda se llevó una sorpresa: “fui a coger algo que no recuerdo muy bien de la mesita de noche de Alejandro y apareció la caja con el anillo”.
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Cristina, aún asombrada, recuerda el momento: “Reconocí la caja nada más verla y tenía polvo por encima. Muy sorprendida, lo comenté con mi madre y mis hermanas, y entendimos que había sido un regalo de alguien que nos estaba mirando desde el cielo ese día tan especial. Por lo que mi madre me dijo que lo llevara puesto el día de la boda, que me traería suerte y así lo hice”. La sortija reconvertida en amuleto dio suerte a la pareja y al look de la novia, que casi un año después sigue cautivando a expertas y anónimas en las redes sociales.
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Un vestido de novia con movimiento
Ideado por Miriam Gálvez Costura, su diseño, de silueta línea A y mangas con volumen, realzaba su figura y daba luz a su rostro. “Lo único que tenía claro desde un principio es que quería un traje cómodo y algo vaporoso, para poder moverme ese día con total naturalidad”, explica. Apasionada de los escotes en la espalda, Cristina estaba segura de querer incorporarlo al vestido. “A eso y a la parte delantera del vestido me ayudó mucho Miriam Galvez (mi diseñadora), pues yo tuve muchas dudas”. En el último momento decidieron añadir las mangas abullonadas de organza y la cola, dado que el vestido fue sufriendo modificaciones con el tiempo: “mi primera fecha de boda era junio de 2019, así que tuve tiempo a cambiar de opinión en muchos detalles”.
Al igual que otras novias de 2020 y 2021, nuestra protagonista también valoró a las posibilidades que ofrecen los diseños convertibles: “La cola de organza en el momento del baile me la iba a quitar, por lo que decidí que el vestido llevara algo de cola, pero muy poca, porque quería estar cómoda para el baile. Además no quise recogerla como hacen otras novias”. Además de a esta tendencia, Cristina también se apuntó a otra repleta de significado: confiar en una de sus amigas para que ideara su ramo, en tonos rosados. “Mi ramo de novia fue regalo de una amiga nuestra, que además fue testigo de la boda. Ella conoce mi estilo y me estuvo ayudando también en el diseño del vestido, por lo que sabia perfectamente lo que quería y que colores quería llevar. Lo eligió a la perfección”, comparte.
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La coleta, el peinado de moda
Además de unos elegantes pendientes, el otro gran detalle de su estilismo fue una coleta, el peinado de moda que también escogieron Belén Corsini y María Pombo. “Quería recogerme el pelo, pues el escote de la espalda era bastante pronunciado y quería hacerlo con una coleta, es algo que yo suelo llevar habitualmente”, reconoce Cristina. Lo completó con un maquillaje natural, casi como el que lleva a diario. “Tanto en el peinado como en el maquillaje confié en Urvan. Soy cliente de ellos de hace un tiempo y la verdad es que son maravillosos”, indica.
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Celebración en Madrid
Su espectacular look encajaba a la perfección en el Palacio de Aldovea, el bonito escenario, que decoraron con bombillas, en el que se celebró la boda el 11 de julio del pasado año. “Madrid, fue la ciudad escogida aunque ninguno de los dos seamos de aquí. Lo decidimos así por practicidad y porque me hacía ilusión casarme aquí, en un sitio diferente y una ciudad diferente”, confiesa Cristina. El enlace tuvo lugar al aire libre y en verano, por expreso deseo de los novios y para cumplir con las medidas de seguridad.
“Nuestra boda debía haberse celebrado en el mes de junio del año anterior, pero a mi hermana le detectaron una enfermedad y decidimos retrasar la boda hasta el año siguiente, que entendíamos todo ya estaría bien y gracias a Dios así fue. Cuando llegó Marzo del 2021 y vino el Covid-19, teníamos claro que la boda se celebraría, pero no sabíamos de qué manera ni cómo sería”, declara.
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Organizar un enlace en estas circunstancias fue una lucha contra la incertidumbre, dado que se celebró días después de que se levantara el confinamiento más estricto. Los proveedores tuvieron que indagar en todas esas nuevas medidas que debían aplicar. "Contamos con la ayuda de una amiga, que se dedica al tema de wedding planning y nos ayudó muchísimo. Recomiendo este servicio a todas las novias”, indica Cristina. Con su apoyo, coordinaron las diversas modificaciones que hicieron: reducir el número de invitados por banco en la iglesia, estructura del cóctel o escaleta del evento.
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Número reducido de invitados
“En cuanto al número de invitados, no fue necesario recortar pues nos cancelaron más del 50% de los asistentes. Había mucha confusión en ese momento y mucha gente no se atrevió a venir”, reconoce. Sin embargo, el día no dejó de ser especial, precisamente por los que pudieron estar y acompañaron a los novios. “Una de las cosas que más me gustaron fue reunir en un mismo espacio a gente que no se conoce, pero que tienen en común ser amigos nuestros”, cuenta Cristina. Es esa la magia de las bodas que permanece, como en la boda de Cristina y Alejandro, celebración tras celebración, ceremonia tras ceremonia, para emocionar a los protagonistas y a sus invitados.