Si hubiera que hacer un resumen de lo que ha sido una boda, los vídeos en formato tráiler que condensan los grandes momentos del día, serían la mejor opción. Repleto de emotividad, el de la boda de Ana y Octavio (de Lighthouse Photocinema) refleja la emoción del enlace y deja al espectador con ganas de más. Quizá por ello, cuando se le pregunta a la novia acerca del recuerdo más inolvidable de su gran día, reconoce que se le hace difícil elegir. “La verdad es que todo fue sumamente especial, pero, de las cosas que mas disfruté, fue bailar el vals con mi padre y después con mis tres hermanos”. En su gran día, que se celebró en México, faltaron familiares indispensables como sus abuelos: “también fue muy especial cuando, vestida de novia, me vieron por Facetime desde España”. Meses después de la cita, el espectacular look de novia de Ana ha traspasado fronteras.
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Un vestido con sello español
La historia del diseño de corte sirena, silueta ceñida y aires románticos de Ana es un relato de la búsqueda del vestido de novia perfecto contra viento y marea. “Fue un proceso muy divertido, tenia claro que lo primero que iba a comprar sería mi vestido. En el momento de mi compromiso, estábamos en época de pandemia y como vivo en México empecé a buscar vestidos aquí, pero no encontré nada que me gustara y que fuera mi esencia”, introduce. Recurrió entonces a la búsqueda por Internet y fue así como dio con la pieza ideal: “No me gustaba ninguno hasta que me metí en la pagina de Victoria. Le dije a una tía que vive en Madrid que fuese a ver los vestidos para ver si realmente eran como se veían en la página web”.
Con el veredicto de su tía, Ana voló a Madrid para probarse el diseño y acabó cautivada por el mismo que había visto en la web. “Pero había un problema: normalmente tardan en hacer un vestido seis meses, pero yo solo iba a estar en España dos semanas”, explica Ana. Finalmente su madre, que se quedaba un mes completo, pudo recoger el diseño y llevarlo a su casa a tiempo. “Nunca me lo probé hasta que mi madre me lo trajo a México”, revela.
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Flores blancas de novia
A su brillante estilismo se sumaron algunos complementos que gozaron de gran protagonismo: un velo con detalles que recordaba a una mantilla, obra de Pronovias, unos pendientes que su abuela le regaló al fallecer y su anillo de compromiso, que su ya marido escogió con ayuda de su hermana. “Lo último que elegí fue mi ramo. Primero quería armar todo mi look y después elegir el ramo. Cuando lo escogí, me decanté por un ramo un poco salvaje, ya que todo mi look era bastante clásico y quería romper con eso. Tenía mini rosas y lisianthus todo en tonos verdes y blancos”. Ana buscaba un diseño floral clásico en colores, pero salvaje en su forma.
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El maquillaje puso la nota fresca al conjunto. Ideado por Cinthia Bañuelos, quien lleva varios años maquillando a la novia, captó al vuelo las indicaciones que esta le dio. “Conoce perfectamente mis gustos y mi cara. Tuve una prueba de maquillaje y a la primera captó mi idea, fue muy fácil. El peinado también fue muy sencillo porque siempre voy peinada con una coleta para atrás, entonces, en mi boda, me peine hacia atrás con un moño. Siempre supe que quería casarme con el pelo recogido porque se ve muy elegante”, puntualiza.
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Amor duradero
Pero, para entender la importancia que un look como este tenía para la novia, hay que conocer la historia de la pareja: “Yo soy española, ya llevo mucho tiempo viviendo en México y él es mexicano. Lo conocí hace ocho años en una discoteca, pero nos hicimos novios tres años después. Estuvimos seis años de novios y después de ese tiempo decidimos comprometernos”. Sellaron su amor el 20 de febrero de este año. “Inicialmente nos íbamos a casar el 30 de enero 2021, pero justo dos semanas antes de casarnos, las autoridades cerraron todo debido al coronavirus”, comparte. Se plantearon entonces si hacer una boda pequeña o celebrar una con sus invitados.
Finalmente esperaron a poder celebrar una más grande. “El 12 de febrero volvieron a abrir todo y decidimos casarnos una semana después, el día 20 febrero. Organizamos la boda en unos días, fue una locura pero no queríamos esperar ni un minuto mas. Todo salió fantástico. Solo me hubiese gustado que pudieran haber venido mis familiares de España a México”, indica Ana.
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Organización en tiempo récord
Con tantos cambios, organizar la boda se convirtió en un reto que se realizó en tiempo récord y en un proyecto compartido con su wedding planner: “Desde el primer momento contamos con Natalia González: ella nos estuvo ayudando en todo el proceso y en todos los cambios. Con la ayuda de nuestra wedding planner, organizamos la boda en una semana y tuvimos que hacer otro proyecto totalmente diferente al original, porque teníamos que adecuarnos a las nuevas reglas que habían puesto como el numero de invitados, normativas en cuanto a lugares cerrados, horas de fiesta etcétera”.
De un enlace de tarde con 500 invitados, en un antiguo convento y con velas repartidas por el techo, los novios pasaron a celebrar una boda pequeña en un jardín familiar, en el que utilizaron flores (de Doble Emme) y un tejido amarillo para el techo. “Fue una boda totalmente distinta a lo que yo me había imaginado, pero no dejo de ser igual de especial y bonita”, apunta la novia.
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A pesar de ser una celebración más reducida, la decoración no dejó de ser importante para los novios, que tuvieron que decidirse en un único día, pues disponían solo de una semana para prepararlo todo. “Pusimos un toldo y para que fuera un poco distinto y colgamos una tela amarilla para darle mas vida y alegría a la boda. Los centros de mesa fueron mini rosas blancas con eucaliptos y limones amarillos, para que combinara con el techo. Pusimos una mesa de postres y una mesa de fiambres y quesos. También una barra de ginebras”, nos explica. Así se explica, meses después, cómo lograron crear un oasis lejos del mundanal ruido, en el que celebrar, junto a los suyos, el día más bonito de sus vidas.
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