Con catorce años, Alejandra Domínguez Gila comenzó a dar sus primeros pasos en la moda, un mundo al que llegó por casualidad, después de ser descubierta por un cazatalentos mientras estaba de compras en unos grandes almacenes. Los rasgos y la mirada de esta sevillana dejan huella y así dio comienzo su carrera, donde siempre ha destacado por su personal estilo, fiel reflejo de su personalidad. Muestra de ello fue la lección de elegancia que dio en la boda de los duques de Huéscar, donde de la mano de su novio, el aristócrata Enrique Solís (hijo de Miguel Ángel de Solís, marqués de la Motilla, y de Carmen Tello), fue una de las invitadas más elegantes.
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Pero en estos años, su mirada no solo ha estado puesta en el objetivo de las cámaras, su atención también se centraba en lo que había entre bambalinas, en especial en el arte de los maquilladores. Así que comenzó a formarse y aprovechó cada una de sus sesiones de fotos para aprender de los profesionales. Una faceta que desconocíamos hasta el momento y a la que ha dado rienda suelta maquillando a muchas novias, una afición que compagina con su trabajo como experta en marketing digital y comunicación. Hablamos con Alejandra, que nos descubre cómo es su trabajo como maquilladora y sus claves para un maquillaje perfecto y muy natural.
-Alejandra, ¿cuándo empezaste a maquillar novias?
-Empecé a maquillar a novias hace diez años, sin embargo, a maquillar para fiestas y eventos unos cuantos años antes.
-¿Te ha gustado siempre el mundo del maquillaje?
-Desde que tengo uso de razón me ha apasionado la cosmética: el maquillaje, los perfumes y el tratamiento. Recuerdo que desde muy pequeña me iba al tocador de mi madre, incluso al de mi tía cuando estaba en su casa, y me pintaba con todo lo que hubiera por delante, haciendo siempre especial hincapié en los labios, que no sé porqué, pero me los pintaba por fuera adrede. Terminaba disfrazándome con pulseras, collares y pañuelos de seda que encontrase. Y, por supuesto, me ponía todos los perfumes que hubiera también.
-¿Has hecho cursos de formación?
-Cuando empecé como modelo con catorce años en la agencia de Doble Erre, mi agencia madre, impartían cursos de formación en maquillaje. Pero además he realizado cursos con maquilladores con una larga trayectoria profesional a lo largo de estos años.
-Por tu trabajo de modelo, te sabrás también muchos trucos, ¿verdad?
-Efectivamente, donde más he aprendido ha sido precisamente en el trabajo como modelo. Soy una persona con mucha sensibilidad para los detalles, la observación y el perfeccionismo. Cada vez que estaba en una sesión de fotos, además de observar detenidamente la manera de trabajar de cada uno de los maquilladores, mientras identificaba su estilo y técnica, apreciaba nuevos trucos productos o marcas, etc. Por si no fuera poco, no paraba de preguntarles los porqués de utilizar una cosa en vez de otra, una técnica que ya conociese en vez de otra, o que me hablasen de cómo conseguir efectos que se me antojaran apetecibles aunque no fueran con los que estuviera maquillada.
No hay maquillador con el que haya trabajado al que no le haya dado la lata, y de todos ellos, en mayor o menor medida, he aprendido muchísimo. Recuerdo hace muchos años, en una sesión de fotos en Barcelona, donde el maquillador era Jorge de la Garza, un señor exquisito en trato, modales y educación al que yo conocía de años atrás por su fama y su marca cosmética. Como el trabajo duró varios días y cada uno de ellos eran sesiones de hasta 14 horas, pude impregnarme muchísimo de sus conocimientos y técnicas.
“Desde que tengo uso de razón me ha apasionado la cosmética. Recuerdo que desde muy pequeña iba al tocador de mi madre, incluso al de mi tía, y me pintaba con todo lo que hubiera”
-¿Cuáles son para ti los productos imprescindibles para un maquillaje perfecto?
-Para mí, la clave de la belleza en un maquillaje parte de una piel perfecta, de hecho cuando maquillo la trabajo mucho, dejando el efecto más natural posible. Para ello recurro a bases de maquillaje muy buenas que se convierten en imprescindibles. En la actualidad, mis marcas de cabecera en este aspecto son Guerlain y La Prairie. Concretamente de Guerlain utilizo dos: Parure Gold porque deja un efecto piel jugosa y luminosa que me encanta, sin cubrir en exceso, a la vez que tiene tratamiento y protección solar; y su último lanzamiento, L’Essentiel Alta Perfección 24h, porque disimula muy bien posibles imperfecciones, a la vez que deja la piel luminosa y mate, mientras la trata con ingredientes naturales. De La Prairie utilizo las dos que tienen, en función del acabado que desee conseguir: si quiero cubrir un poquito más porque la piel tenga muchas imperfecciones recurro a Skin Caviar Concealer Foundation porque además de tener buena cobertura dejando un aspecto natural, en el propio bote viene un corrector que se puede utilizar tanto para las ojeras como para disimular otros defectos, dando mucho juego. La otra base de la marca que me encanta y deja una sensación más ligera por su menor cobertura es Skin Caviar Essence-in-Foundation, da como ‘efecto bueno cara’ sin parecer que se haya maquillado. Y en cualquiera de los casos me gusta sellar el maquillaje y fijarlo con los polvos Météorites de Guerlain.
-¿Cómo es para ti el maquillaje ideal para una novia?
-Cuanto más naturales, mejor. No me gusta recargarlas, me gusta ese efecto fresco en la piel, radiante y luminoso. Me encanta darles luz a la cara para que estén resplandecientes, con iluminadores tanto irisados como mates y jugando con tonos de bases y correctores. En la boca, a no ser que sea una petición explícita, nunca utilizo tonos oscuros o fuertes en los labios, me decanto por los nude, rosas, melocotones... En cambio, en los ojos, partiendo de la base que la naturalidad, que es esencial en todos los casos, dependiendo de si la boda es de día o de noche puedo marcarlos más, siempre consensuado con la novia. Pero en cualquier caso, tampoco recurriré a tonos muy oscuros o negros, prefiero decantarme por colores tierra, topo, marrones, bronces, nude, rosas empolvados no muy evidentes…
“Cada vez que maquillo a una novia se me quitan completamente las ganas que pudiera tener de casarme (dice riendo). Las prisas, el estrés y los nervios me hacen verlo hasta como un mal rato en algunos casos”
-¿Y para invitada a una boda?
-Para ello también dependerá si la boda es de día o de noche. Sin embargo, es verdad que suelo darle más caña al maquillaje, especialmente a los ojos, que es lo que más me gusta potenciar. Y aquí sí que recurro al negro y a tonos más oscuros o acordes con la ropa que se vayan a poner.
-A las novias que has maquillado, ¿les aconsejas tú el tipo de look o te dicen lo que les gusta?
-Depende de cada caso, cada novia es un mundo. Normalmente no quieren parecer muy maquilladas, lo cual coincide con mi filosofía. Quieren un aspecto natural con el que se vean favorecidas. Pero es cierto que, generalmente, se dejan asesorar y discutimos varias opciones hasta llegar a la idea definitiva. Todo esto ocurre durante la prueba y el día de la boda vamos directas a la idea. En cualquier caso, la novia es la que manda y siempre me adaptaré a sus exigencias porque es su día y por mucho que yo pueda tener una opinión diferente a la suya, la que tiene que verse bien es ella y estar contenta.
-¿Has pensado alguna vez dedicarte a esto a tiempo completo?
-No lo descarto, pero no es algo que me haya planteado seriamente. Los maquilladores que se centran en las bodas generalmente van al revés que la mayoría de la gente, pues trabajan los fines de semana y descansan entre semana cuando los demás trabajan, algo que me parece complicado de compatibilizar. A día de hoy, lo veo más como un hobby que como una posible obligación.
-Al maquillar a tantas novias, ¿no te dan ganas de casarte a ti?
-Para nada (dice riendo). De hecho cada vez que maquillo a una novia se me quitan completamente las ganas que pudiera tener. Las prisas, el estrés y los nervios me hacen verlo hasta como un mal rato en algunos casos. Siempre transmito tranquilidad y positividad, pero es cierto que me contagian ese nerviosismo que jamás manifiesto. Y con lo nerviosa que yo soy, no me quiero imaginar lo mal que lo pasaría si fuera yo la novia.