portada tejidos novias© @beatrizalvaronovias

En busca del tejido de novia perfecto: cuáles sí y cuáles no según los expertos

Los tejidos naturales se imponen a los sintéticos y no solo importa el material, también cómo esté trabajado


Actualizado 8 de mayo de 2021 - 12:12 CEST

Cada firma de novia, cada diseñador y especialmente cada atelier, está ligado a unos procesos que son marca de cada casa y componen la percepción e imagen entre quienes confían en ellos. Más allá de la espectacularidad de sus vestidos, detrás de sus resultados se esconde una forma de hacer las cosas, en la que importan, por encima de todo, el diseño, el patronaje y especialmente los tejidos. De ejemplo sirve el caso de Navascués, cuyo taller ha logrado reconocimiento dentro y fuera de nuestras fronteras y que describe en su web que sus creaciones están llenas de detalles que reflejan tanto su amplísima selección de tejidos, como sus mezclas de texturas, bordados y encajes artesanales. Pero, la pregunta es obligada para quienes buscan el resultado más favorecedor: ¿qué tejidos tener en cuenta y cuáles olvidar? Preguntamos a los expertos acerca de esos imprescindibles.

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Vestido de novia de Romancera© @romanceramadrid

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La importancia del diseño

“Es imprescindible que el tejido sea adecuado para el tipo de diseño que se va a realizar. No todos los tejidos sirven para un mismo patrón. Los tejidos reaccionan de forma diferente y el resultado no es el deseado en muchos casos, por eso la elección del tejido con respecto al diseño es fundamental”. Quien explica el punto de partida de su proceso de creación es Cristina Valenzuela, del prestigioso atelier Valenzuela, que en los últimos años ha hecho de sus novias clásicas y románticas todo un fenómeno en las redes sociales.

En la misma línea se encuentra la percepción de Beatriz Álvaro. La diseñadora madrileña defiende que el paso del tiempo ha ido modelando los vestidos de novia y las tendencias de cada época tienen mucho peso: “En los locos años 20 se llevaban tejidos muy fluidos como el satén y el crepé. Dejan de usarse los corsés y los tejidos se adaptan de manera natural al cuerpo. En los años 50 se usaban tejidos con más movimiento, como la organza y el tul, pues los vestidos eran más románticos, muy ajustados y con faldas con muchísimo vuelo. En los años 80 y 90 los vestidos se vuelven más rígidos, con las colas más largas y necesitaban unos tejidos más duros con más cuerpo, como el raso y el mikado. Por eso yo creo que los tejidos se adaptan a la moda y los diseñadores buscamos el tejido ideal para cada momento y para cada vestido”.

En Romancera, Tamara Vázquez, diseñadora y directora creativa de la firma, defiende no solo el material el empleado sino las mezclas que se hagan con él y el tratamiento que se le dé al mismo. “Una de nuestras señas de identidad es la mezcla de texturas, enriquece el diseño y hace que cada vestido sea un reto. Además, en la propia construcción del vestido en las diferentes capas, también conviven tejidos muy distintos. En nuestras mangas, por ejemplo, los interiores son tan importantes como el tejido exterior y se crea un efecto muy especial con las superposiciones”, reconoce.

© @beatrizalvaronovias. Foto: @alejandrasalido

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Tejidos que sí

Si bien las técnicas son muy relevantes para que el resultado final sea tal y como el equipo y sus novias imaginan, cuando se pregunta sobre escoger los mejores tejidos cuesta elegir. “Utilizamos todo tipo de tejidos, va a depender del adecuado para cada diseño. Mis favoritos son el crepé, los brocados, el georgette, el tweed, los tules bordados, el terciopelo, el gazar, la organza… siempre de seda 100%”, admite Cristina Valenzuela. Explica, además que hay algunos que emplea durante todo el año y otros que son estacionales, pues para ella es vital: “que sean tejidos de fibras naturales de muy alta calidad, como la seda 100%, el algodón, el lino o los encajes antiguos”.

Para bodas de invierno Valenzuela propone los crepés, los terciopelos, el atemporal tweed, el tejido brochado, la cachemira o el aclamado mohair, tendencia especialmente en estos dos últimos años. En verano, sin embargo, como la estación requiere, las opciones son más ligeras gracias a tejidos más vaporosos y con caída. En este grupo entran, para ella, el georgette, los textiles flocados, las organzas o los gazares. “Todos ellos trabajados con o sin incrustaciones para crear tejidos a partir de otros que imprimen carácter al diseño, por su exclusividad al ser piezas únicas”, apunta.

© Valenzuela

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Materiales muy especiales 

La diseñadora Beatriz Álvaro considera relevantes muchos de los tejidos citados y prefiere hablar, además, de los que están de moda en este momento: “Los tejidos punteros son el crepé, el satén y la muselina, para los vestidos fluidos y cómodos. La tendencia actual son vestidos que pesen poco, que se adapten al cuerpo de manera natural. A nosotras nos encantan los encajes sutiles para adornar el vestido o las muselinas bordadas para faldas muy fluidas y con mucho movimiento”, explica. Y apunta: “nos gusta trabajar las organzas, aunque estas son difíciles”.

Lo orgánico y lo natural conforman la corriente más potente en este momento en la industria de la moda y el sector nupcial se suma a ello también teniendo presente conceptos como el de Romancera. “Solamente trabajamos tejidos de alta gama 100% sedas o sedas con lino, con algodón o con lanas. Tejidos como las organzas están muy presentes en nuestro trabajo, tanto finas más clásicas como rústicas y stropicciatos, incluso tenemos organzas pintadas. Las muselinas aportan una atmósfera más vaporosa sin perder sofisticación y pueden crear un efecto velado muy evocador. También son perfectas para nuestros drapeados y plisados soleil”.

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Tejidos que no

Sin embargo, la perspectiva cambia cuando hablamos de esos tejidos imposibles, difíciles de emplear en un vestido de novia. Para Beatriz Álvaro no hay dificultades: “No creo que haya tejido no adecuado, todos los tejidos podrían ser buenos para confeccionar un vestido de novia, siempre que tenga una gran calidad y sea un tejido importante”.

No obstante, en Romancera y Valenzuela discrepan, porque sus diseños cuentan con unas características muy concretas. “Los menos adecuados son los que tienen tendencia a una arruga que no sea natural y que quede marcada, como puede ser el mikado de seda que tiene una tendencia a arrugar y el vestido no tiene la presencia de estar impecable”, explica Cristina. Para Tamara también hay opciones poco apropiadas y todas entran dentro del grupo de los tejidos sintéticos. No le convencen los tejidos sintéticos, como los poliésteres, triacetatos, acetatos ni las viscosas, pues aunque son habituales en el sector: "no encajan con nuestra filosofía Romancera”.

© Valenzuela

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Novedades y alternativas exóticas 

Más allá de esos imprescindibles y de los imposibles, hay otros tejidos, exóticos o hechos a medida, que cada firma emplea. En la larga experiencia de Valenzuela, en los últimos años se han tenido en cuenta tejidos ya mencionados de fibras naturales (la rafia, el mohair, la cachemira): “Que no eran tan habituales en los vestidos de novia y se van incorporando a la lista de tejidos esenciales porque aportan calidez y modernidad al diseño”. En la misma sintonía está Beatriz Álvaro que habla de los tejidos ecológicos como sus novedades más recientes.

© @romanceramadrid. Foto: @pipi_hormaechea

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Romancera, apuesta por creaciones propias en bambula de seda que permiten ofrecer una propuesta única para cada clienta: “la solemos trabajar tanto lisa como bordada. La bordamos con diseños que creamos para cada novia, los resultados son únicos. Incluso, últimamente hemos insertado perlas en una bambula y estamos deseando probarla como velo”. La creatividad es uno de los puntos fuertes de esta casa y por ello recuerdan con ilusión grandes momentos en los que una tela fue la gran protagonista. “Nuestro primer gazar de seda que utilizamos para nuestro primer vestido de mangas abullonadas en 2018 con puños con botonadura de perlas (ya un icono de la firma) era un tejido muy clásico que sin embargo tuvo un impacto increíble y novedoso por cómo estaba trabajado”, indica Tamara. Pero también les gusta arriesgar con el efecto arrugado, las mezclas de rafia de algodón y mohair o el rescate de tejidos del pasado: “En el shooting que realizamos en el desierto de UTAH en EEUU uno de los vestidos está creado con una tafeta de seda de los años 80, una joya”. Recientemente han rescatado uno que perteneció al emblemático diseñador Manuel Piña, por lo que no hay duda de que por un buen tejido, nunca pasan los años.

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