La complicidad entre una novia y la firma responsable de realizar su vestido es la llave para el éxito de un look nupcial. Es esa confianza entre ambas partes la que consigue que las protagonistas del gran día luzcan radiantes en una fecha tan señalada y que muchas de ellas triunfen en las redes sociales hasta hacerse virales. Algo similar le sucedió a Ana, que en marzo de este año dio el ‘sí, quiero’ en Córdoba a su ya marido. “Tenía claro que el diseño sería con Jorge Vázquez. Ya nos conocíamos pues hizo los vestidos de novia de mis hermanas, que fueron espectaculares”, nos explica. Su estilismo, con una imponente cola plisada, no dejó a nadie indiferente y sigue acaparando numerosos ‘me gustas’ a pesar de que tan solo ha pasado un mes desde entonces.
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Un vestido de novia adaptado
“Creo que lo más importante para elegir un vestido de novia es que favorezca a la novia, más allá de las modas. Tanto Jorge como su equipo hicieron un gran trabajo para confeccionar la cola de plisados de organza. La otra complicación era encajarlo con el resto del vestido, ya que la cola salía de debajo”, describe Ana. El diseño no era estático, sino que era desmontable y se adaptaba a las diferentes etapas de la boda, como marca la tendencia actual: “Para la fiesta me quité la cola y me quedé con un sencillo vestido con abertura por detrás”. La nota más original del look se encontraba en las mangas, pues decidieron añadirles detalles plisados, como un guiño a la cola.
Una prenda tan especial no podía estar exenta de significado. Ana y el atelier de Jorge Vázquez se pusieron de acuerdo para rendir tributo a la madre de la novia. “Nos inspiramos en el vestido de novia de mi madre. Hace unos 30 años, mi madre llevó una cola de plisados impresionante, me hacia mucha ilusión llevar algo así”, reconoce. Conocedor de su deseo, el diseñador planteó una serie de opciones: “Jorge Vázquez captó esta idea, le añadió su toque personal y nos presentó unos diseños sorprendentes”.
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Flores blancas como protagonistas
La espectacular pieza la combinó con unos zapatos tipo stiletto, en tonos nude, de Mariela Madrid y con un ramo, de inspiración clásica, que recordaba a los escogidos en los últimos años por las royals. “Llevé un ramo de rosas inglesas blancas de Andaluflor, con una medallita de la Virgen, que me regalaron mis amigas. Esto me dio una idea genial: regalar en la boda esta medallita a las amigas que se casan este año. Las compré en Doña Sol, fue un detalle muy bonito”, apunta la novia.
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El look de belleza que completó el estilismo era muy natural, fresco y atemporal, con el que el que la novia estaba muy favorecida. “Me peinó Dioni Barrena Peluqueros, y me maquilló Menchu Benítez. ¡Forman un equipo perfecto!”, reconoce la novia. Frente a un moño de carácter más tradicional, Ana encontró otra solución: "Decidí llevar coleta, ya que quería llevar el pelo recogido, es un peinado que llevo habitualmente y me gustó cómo quedaba con la tiara familiar que llevé”.
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Una boda a la cordobesa
Esa tiara familiar fue protagonista, junto a otros detalles, de la boda, que se celebró el 27 de marzo de 2021 en la ciudad de la mezquita. “Lo celebramos en La Hacienda de la Albaida, Córdoba. Por Covid decidimos hacerlo todo al aire libre. Fue todo un acierto, ya que, tiene unas vistas impresionantes de la sierra de Córdoba e hizo un día buenísimo. De la decoración se encargaron Andaluflor y el catering La Ermita de la Candelaria, que junto con el entorno, consiguieron un resultado espectacular”.
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La fecha fue elegida conociendo la situación en la que podrían estar novios e invitados: “Pusimos la fecha en el verano de 2020, en plena pandemia, pero teníamos claro que eso no podía condicionar nuestras vidas”. A pesar de las dificultades que pudieron encontrar, todos los preparativos fueron responsabilidad de la pareja, tal y como cuenta Ana. “No tuvimos wedding planner, lo organizamos todo nosotros. Fue muy complicado, debido a los cambios de fechas, la incertidumbre, las medidas…”.
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Aún así sabían a lo que se enfrentaban, a diferencia de otros novios que tuvieron que posponer su enlace, ellos lo plantearon desde cero con las circunstancias actuales y eso fue tan solo una parte más de celebración. “Pusimos la fecha de la boda con Covid, por lo tanto desde el primer momento sabíamos que tendríamos restricciones, pero para nosotros lo más importante era casarnos”, explica. Una concepción que comparten con otras parejas que se han dado el 'sí, quiero' en estos últimos meses.
Por suerte, contaron con la ayuda de proveedores y profesionales que les hicieron más sencillo y amable el proceso. “El catering La Ermita de la Candelaria nos ayudó mucho y salió todo perfecto. No cambiaría nuestra boda por nada”, concede Ana. Porque para ella todo fue muy especial aquel día, repleto de momentos inolvidables y escenas que les marcarán por siempre. “Me encantó que me acompañasen nuestros sobrinos en la iglesia, vestidos de Mima&me, estaban guapísimos”, cuenta.
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Además de la música que pinchó el dj Aarón Acevedo, de Sabor a Sur, la novia cuenta que una de las anécdotas más divertidas del día tuvo que ver, también, con el ritmo que acompaño a la boda: “Un primo de Julio tenía un grupo de música hace varios años, Alboroto. Les hizo mucha ilusión volverse a juntar para cantar en nuestra boda. ¡Fue divertidísimo!”, apunta. Entre sonrisa y sonrisa, Ana solo puede concluir dando las gracias a quienes se encargaron de retratar su gran celebración con tan buen gusto: “Las fotos son de Lucia Cherubina y Monica Ortega. Además de hacer fotos preciosas, me sentí comodísima con ellas desde el primer momento”. Y ahí reside la clave del éxito: encontrar los proveedores con los que los novios se sientan realmente seguros.