Desde hace más de un año, numerosas parejas se han visto obligadas a hacer modificaciones no esperadas en sus planes de boda. Sin embargo, de esos malos tragos pueden surgir recuerdos maravillosos. Así lo cree Anaïs, una de las novias más aplaudidas del momento, que, tras cambiar la fecha de su enlace, encontró en la inicial una oportunidad para celebrar junto a su entonces futuro marido. “Nos habíamos preparado durante dos años desde la pedida para celebrar nuestra boda el 8 de mayo de 2020. Ese día llegó y quisimos darle el protagonismo que merecía, así que organizamos una cena romántica en el jardín: fue una preboda íntima solo para los dos. Decidimos mantener esa fecha grabada en nuestras alianzas personalizadas de Joyerías Únicas, porque forma de nuestra historia”, nos explica. Después de aquello, el gran día llegó el 25 de septiembre del pasado año, en una preciosa celebración que se ha hecho viral.
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Después de cambiar su fecha, la pareja estaba algo disgustada, puesto que veían muy lejana la cita, pero consiguieron ver el lado positivo a la situación y agradecieron la nueva oportunidad. “Tuvimos que aplazar el enlace y desde la Finca El Gasco y el Catering Cotorredondo nos dieron todas las facilidades para conseguir una fecha B. Tuvimos la suerte de que todos los demás proveedores estaban libres, y pudimos celebrar nuestra boda tal y como la habíamos soñado”, apunta la novia. Para recordar todos los días importantes, diseñaron un logotipo: “se podía leer de muchas maneras con las fechas más importantes para nosotros: el día en que nos conocimos, el día en que nos comprometimos, el de nuestra preboda, ¡y cuando nos casamos!”.
Versalles en un vestido
Sin duda uno de los elementos más destacados de la boda fue el look de la novia y también las prendas que lució en sus preparativos, que han triunfado en las redes sociales. El vestido, una creación a medida de corte princesa, elegante, llamativo, pero no estridente, estilizaba la silueta de la novia. Ella tenía muy claro lo que quería, pues ese diseño siempre lo tuvo en mente: “Empecé a imaginar ese vestido incluso antes de conocer a Álvaro y desde entonces lo he ido diseñando en mi cabeza. Mi inspiración siempre han sido otras épocas y el corpiño corsetero, corte princesa y sobrefalda drapeada era mi manera de que Versalles fuera un invitado más en nuestra boda”. Y continúa: “Esa es la esencia de mi vestido y el hilo conductor del look fueron unos medallones que se repetían en los pendientes, la peineta, la espalda, el bajo y mis tacones de carrete”.
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Para Anaïs, la experiencia no podía estar completa sin cumplir uno de sus grandes sueños. “Soy una enamorada de la corsetería, y no podía casarme sin pasar por el taller de mi ídolo Maya Hansen. Aceptó crear a medida para mí un underbust de estilo rococó que sería el protagonista de una sesión de lencería antes de vestirme y una joya para la luna de miel”, reconoce. Más allá de la ropa interior, el diseño fue un acierto de lo más versátil. Su delicada manga larga permitió que, a pesar del cambio de fecha, la novia estuviera cómoda. “No tuvimos que hacer modificaciones, más allá de reutilizar el velo como chal y ponerme una bufanda lazo, que tricotó mi madre, durante la cena. La suerte nos sonrió porque disponer de 20 semanas más fue esencial para terminar el vestido a tiempo”, explica.
Y después de un proceso tan fructífero y emocionante (que la ha animado a adentrarse en el universo de la moda), ella solo puede recomendar ser fiel al estilo propio: “Tu vestido de novia debe gritar tu nombre para que el día de mañana sigas reconociéndote en las fotos. La vida está llena de ocasiones para jugar a ser alguien diferente, pero el día de tu boda es importante que seas tú misma quien dé el ‘sí quiero’”.
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Maquillaje respetuoso con la piel
Esa misma fidelidad a una misma y naturalidad destacaron en el look de belleza, que adaptaron a su situación en términos dermatológicos. “Me enamoré del estilo natural y a la vez pulido de La Petite, y quisimos confiar en ellas para el día de la boda. Yo no me suelo maquillar normalmente por mi dermatitis, pero ellas acertaron a la primera con la elección de productos. Me decanté por un look muy fresco para mi piel seca, con una base translúcida y labios nude que restaban peso a unos ojos más sensuales para una noche otoñal”, confiesa.
A ello se sumó un peinado digno de la estética ‘versallesca’ con la que siempre soñó: un recogido femenino y uniforme, de estilo años 20. “Optamos por un moño bajo, perfecto para acomodar el velo que cosí durante la cuarentena con una peineta de plata y nácar de La Parisién. Unos ricitos nacían del flequillo cortina, y dejaban entrever los maravillosos pendientes antiguos a juego, de Vintage by López-Linares”, concede.
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Un ramo con importancia
El otro complemento relevante del gran día fue el ramo de la novia. En los primeros momentos, cuando la boda iba a tener lugar en primavera, Anaïs tenía claro que su ramo sería un bouquet de muguet, o lirio del valle, su flor favorita. Sin embargo, con el cambio de fecha aquello parecía prácticamente imposible. “Gracias a los invernaderos con los que trabaja la Floristería Las Camelias, el día de la boda hubo ramo y prendido de muguet con hojas teñidas en dorado”, explica. Además, esta combinación floral tuvo protagonismo en otros rincones del enlace: “Pudimos integrar esta flor en la decoración utilizando un huevo de imitación Fabergé con lirios del valle para portar las alianzas, y en la finca usamos flor de yuca para adornar el pasamanos de la escalera”.
Las flores también estuvieron presentes entre los invitados, pues los novios entregaron a las mujeres un adorno con forma de galleta springerle, realizado en porcelana fría, "protagonizando el muguet du bonheur”. Siguiendo toda una leyenda: “De esta manera estaríamos presentes en las celebraciones navideñas de nuestros invitados, recordando la tradición de cocinar estos dulces como símbolo de un matrimonio feliz”.
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Una boda con personalidad propia
Por otro lado y lejos de preocuparse por los cambios, invitados y novios se fueron adaptando a última hora a la situación y la pareja optó por confinarse 10 días antes de la celebración. “Hicimos unas divertidas tarjetas con todas las medidas de seguridad y confeccioné unas preciosas mascarillas a juego con el vestido. Así es como animamos a todos a participar en un concurso a la mascarilla mejor conjuntada y ahora tenemos la tranquilidad de saber que no hubo contagios en nuestra boda”, defiende.
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Meses después y tal y como reflejan las imágenes de Volvoreta, el día no pudo salir más redondo gracias al trabajo de los propios novios, que se conocieron en 2012, cuando estaban en primero de bachillerato. “Desde niña he imaginado cómo sería mi boda y siempre he querido ser yo misma quien la hiciera realidad. Cuando conocí a Álvaro supe que sería él quien me llevaría al altar. Empezamos a planificarla desde el mismo día que me pidió matrimonio en el lago del Palacio de Versalles, tras un año mágico estudiando juntos en París. Al nuestro regreso, él se preparó a fondo durante 18 meses para el examen MIR que se celebraría en enero de 2020, por lo que me tuve que encargar yo misma de los preparativos”, añade Anaïs.
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La ceremonia tuvo lugar en el Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial y la celebración en Finca El Gasco y en ambos espacios la decoración acompañó a los novios con muy buen gusto. “Lo mío con la arquitectura es un amor platónico y los escenarios que elegimos para el enlace hablan por sí solos. Lo único que vistió las imponentes simetrías del monasterio fueron unas clásicas copas tipo Médici de liliums y rosas blancas”, define. Llegó entonces el momento del banquete y los novios invirtieron en detalles para completar su 'deco' de inspiración provenzal: “Nuestro toque con una decoración que mezclaba el glam de los années folles en el aperitivo (para lo que contamos con el saxo de Nacha Pop en directo, un Hurtan Albaycín bicolor, minutas art decó diseñadas por nosotros, y cientos de lucecitas LED), con un romanticismo muy francés durante la cena (gracias a Un patio con flores)”.
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Aunque la novia recuerda el momento de acudir al altar del brazo de su padre como el más significativo de la boda, hubo otras anécdotas muy divertidas que ella y su marido nunca podrán olvidar. “El Ministerio de Sanidad decidió que la fecha de incorporación de los médicos residentes sería el mismo día de nuestra boda. Así, el día comenzó con el novio acudiendo a las ocho de la mañana al Hospital Puerta de Hierro para firmar su contrato como R1 en la especialidad de Anestesiología y Reanimación”. Mientras, en la finca se buscaba una solución al frío anunciado para la noche, con la instalación de unos cortavientos. Y, fue poco después, al llegar la ceremonia, cuando tuvo lugar otra escena inolvidable: “Quien llegó tarde a la iglesia fue... ¡el cura! Como una gran parte de los invitados, estaba atrapado en un atasco”. Pero, como ellos mismos reconocen ahora, todo es hoy un bonito recuerdo con el que se emocionan y sonríen. Después de todo, su sueño se hizo realidad.