Son muchos los factores que influyen en el diseño de un vestido de novia, pero el clima que se presente para el día de la boda es uno de los más relevantes. De él depende el uso de un tipo de manga u otra, también el escote y especialmente el tejido (o tejidos) que lo compongan. En invierno triunfan opciones más gruesas, tejidos que aportan volumen y rigidez, pero que convierten incontables diseños en piezas majestuosas. En la temporada de primavera, sin embargo, esas telas empiezan a ser algo más ligeras y frescas, sin renunciar a esa sobriedad y naturalidad necesarias. “Conocer el clima y la temperatura es fundamental, no solo para no ‘congelarnos’ o a’chicharrarnos’, si no también para transmitir y tener una concordancia con la estación del año y con el resto de asistentes al evento”, introduce Raquel Ferreiro. Porque en palabras de los expertos, la primavera es la estación de los tejidos con movimiento.
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Tejidos ligeros y también clásicos
“La primavera pide aligerar las prendas y optar principalmente por tejidos naturales”. Con estas palabras la diseñadora explora el universo de propuestas que mejor pueden adaptarse a un enlace para los próximos meses. “En esta época son geniales los crepés, por ser tejidos con mucho movimiento, las muselinas, por su vaporosidad y los encajes, tanto chantillys, guipures, como encajes de Calais”, nos explica. Y continúa: “como tejidos, la seda y las mezclas de algodón para los encajes son lo ideal”.
Con esa misma idea de vestido de corte fluido en mente, Rafa Valverde, director creativo de la firma homónima, busca crear efectos a través de materiales clásicos y mezclas de estos con otros menos comunes, tal y como indica a ¡HOLA! Novias. “Aconsejamos a las novias más sobrias y sencillas tejidos lisos, fluidos, cómodos y con movimiento natural, jugando también con la texturas como el crepé o la microfalla”, explica en favor de la visión minimalista y sencilla, la más popular entre las novias de los últimos meses.
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Frente a diseños que mantienen y recuperan tradiciones, se encuentran las propuestas más modernas, adaptadas a los nuevos gustos y necesidades de las novias. “Para las más arriesgadas, proponemos tejidos de seda y gasas bordadas con formas geométricas y florales, ideales para looks minimal con un patrón trabajado. Del mismo modo, los tules bordados en algodón, en varias tonalidades, son perfectos para faldas en nesgas y voluminosas”, apunta el creador cordobés. No obstante, aún hay más opciones, porque la primavera tiene muchas caras y en cada rincón del país se presenta de forma diferente: “por otro lado están los tejidos más rígidos como el tafetán o el gazar para novias que desean grandes volúmenes. También proponemos los tules fantasía para aquellas que quieren un segundo vestido para el momento fiesta”, comenta Rafa con una recomendación hacia las prometidas más originales.
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¿Incorporar color?
Quienes busquen un look más contemporáneo, pueden incorporar color en el diseño, una tendencia a considerar y todo un reto, pero también una experiencia que merece la pena, por el espectacular resultado final que dejará a todos boquiabiertos: “La primavera también da pie a meter un toque de color en los vestidos de novia, jugando con bordados a mano. Por ejemplo, flores de organza teñida o cualquier otro tipo de detalle que encaje con el estilo de la novia”, valora Raquel Ferreiro. Para lograr hacerlo correctamente, basta con definir previamente cuánto color se va a incluir en el look y en qué puntos estratégicos con el fin de que estilice la silueta de la protagonista del gran día y buscando que el resultado sea lo más elegante posible.
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Reconocer el comportamiento de cada tejido
Sin embargo, con detalles de color o sin ellos, cuentan los que más saben de moda nupcial que lo más importante del vestido de novia es cómo le sienta a la prometida y ello pasa por saber interpretar no solo costura y patronaje, sino también la función y comportamiento de cada tejido. “A la hora de escoger tejidos siempre hay que pensar en varios factores. El primero, el corte de la prenda que queremos: por ejemplo, no es lo mismo hacer una falda de corte sirena o una evasé que definir si queremos movimiento o rigidez, que se pegue al cuerpo o se separe, etcétera. Por otro lado, debemos decidir el estilo de la prenda, pensando en nuestro propio estilo, pero también en el estilo de la boda. No es lo mismo casarse en la playa que en una catedral, por ejemplo”, aclara Raquel. Dejar definidos estos detalles no es una cuestión baladí, pues de ellos depende el resultado de la prenda y la felicidad de la novia. Así, en el mercado encontraremos tejidos más sobrios, románticos, naturales o de estilo fantasía, opciones para todos los gustos.
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Habiendo establecido un concepto previo firme y claro resulta mucho más sencillo ponerse en marcha con el proceso artesanal que supone plantear desde cero un vestido de novia y todas esas uniones de tejidos, que construyen el diseño. “Me gusta mezclar tejidos que aporten ligereza y a la vez jugar con el efecto de los velados y las transparencias. Los crepés nos permiten dar mucho movimiento a las faldas, y en especial el georgette de seda que es uno de mis tejidos favoritos”, confiesa Raquel. Y es que estos materiales son muy especiales: “Estos tejidos, además, permiten jugar con contrastes de encajes, bordados u otros crepés más densos, sin perder la frescura y el movimiento en la prenda”, concede. Podría decirse, entonces, que la primavera ofrece una oportunidad para las novias de vestir con piezas cómodas sin renunciar al buen gusto y las tendencias.