Hace unos meses, cuando aún no se conocía demasiado sobre la situación sanitaria que estábamos viviendo, numerosas parejas se vieron en la obligación de posponer sus bodas, con el ánimo de poder celebrarlas pronto y la incertidumbre de no saber cómo podrían hacerlo. Contaban algunas novias que los cambios de fecha provocados por las circunstancias habían influido en sus vestidos, que tenían que contar con ligeras modificaciones para adaptarse a otras temperaturas del año. No fue este el caso de María, que se casó en Lorca con el amor de su vida, Luis, con quien empezó a salir a los 16 años hasta casarse, 13 años después, el 8 de agosto de 2020. “A pesar de que el calor en Murcia en agosto puede ser terrible, me negaba a cambiar el vestido de mis sueños. Ya en la prueba de la toile, donde es difícil imaginarte el resultado final, volví maravillada a casa”, explica ella misma a Hola.com.
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Un vestido de novia con chaleco
Fue en la firma madrileña Valenzuela, uno de los grandes nombres del sector nupcial con un marcado estilo atemporal, donde se encontró más arropada para dar vida al diseño que llevaría en su gran día. “Siempre he sabido que mi vestido sería de estilo minimalista, sencillo y con algún toque especial. Fue de crepé de seda, con cortes geométricos, espalda en V con detalles bordados (igual que los puños)”. Y un detalle muy especial: “un chaleco de muselina de seda bordada y troquelada con una cola de 3 metros”.
“Desde que puse un pie en el atelier supieron captar que es lo que buscaba, y además me sentí como en casa por el cariño con el que me trataron (incluso alguna lágrima hemos compartido)", introduce María sobre el proceso de creación de su look. “Para ese toque especial, encontramos la muselina con la que se hizo el chaleco, en cuanto la vimos, mi madre, mi hermana y yo intercambiamos miradas, supimos que era para mí. Tuve claro que quería un único vestido, pero también quería estar cómoda en la celebración, así que la idea del chaleco cumplía todos los requisitos: la cola para la ceremonia y al quitarlo quedaba un vestido apto para bailar sin preocupaciones”.
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No obstante, María también tuvo que renunciar a planes que tenía en mente: “El velo fue lo que dejamos para el final, y decidimos no ponerlo para no quitarle protagonismo al chaleco. El diseño del vestido es un proceso dinámico, y aunque quede decidido desde el principio, hay detalles e ideas que van surgiendo sobre la marcha”.
Accesorios con flores
Al igual que el elegante y romántico diseño de novia, los accesorios no se dejaron al azar, todo estaba muy meditado. En el look destacaban unos imponentes pendientes, que fueron el regalo de pedida de los padres del novio, diseñados por la madre de este, que apostó por el buen gusto de un rosetón de diamantes con dos caídas verticales desmontables. A ello se sumaron un precioso ramo y un detalle muy especial para acompañar su peinado. “Quería un ramo diferente y Carmen y Fernando, de Fernando Hijo, me propusieron hacerlo íntegramente de manzanilla. Cuando me lo enseñaron no tuve ninguna duda, es una flor con la que me siento identificada y quedaba muy bien con el vestido. Además, llevaba una lazada con la Virgen Milagrosa”, apunta María.
“El peinado fue una coleta ondulada con una lazada blanca bordada (tela que salió de una de las pruebas en Valenzuela), a manos de María, mi peluquera de siempre. Para el baile, opté por llevar el pelo suelto con una diadema de hortensias blancas preservadas (también de Fernando Hijo)”. El maquillaje escogido también destacaba por su naturalidad y corrió a cargo de Make Up Studio.
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Las tendencias de la temporada
Además, después de pasar meses en casa, confiesa María, como otras muchas novias, decidió recurrir a Internet y a diversas redes sociales para inspirarse y encontrar esos toques finales del look: “Instagram y Pinterest fueron fuente de inspiración, aunque yo creo que es importante tener algunas ideas claras de lo que quieres, ya que estas fuentes son ‘infinitas’ y puedes acabar aún más indecisa”. Aunque, defiende que lo más importante de todo para triunfar con un estilismo nupcial es sentirse una misma y conectar con el diseñador del mismo: “Debemos ser fieles a nuestro estilo y dejarnos asesorar por los profesionales, que saben sacar lo mejor de cada una. Para mí es fundamental encajar bien con el diseñador, crear un vínculo de confianza hace que vaya saliendo todo rodado”.
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Una boda de verano en Lorca
Sucede igual con el resto de proveedores del enlace, que en el caso de la boda de María y Luis fueron un apoyo hasta que se pudo celebrar el enlace, que recuerdan con mucha emoción. “Durante el confinamiento, con muchos nervios, incertidumbre y pena a la vez, tomamos la decisión de retrasar la boda del 20 de junio al 8 de agosto de 2020, sin saber cómo iba a desarrollarse la pandemia, pero teníamos claro que queríamos casarnos como fuera. ¡Y qué acierto! Sin duda nos quedamos una y mil veces con la boda que tuvimos, fue el mejor día de nuestras vidas”, comparte.
Su longeva historia de amor tuvo lugar en su ciudad natal, Lorca (Murcia): “Nos casamos en en la parroquia que nos vio crecer y con nuestro amigo el padre Alejandro Cases, que hizo una ceremonia muy especial y divertida (somos amigos desde que Luis y yo empezamos a salir y nos conoce bien). La celebración fue al aire libre, en el Castillo de Lorca, un entorno mágico y con mucha historia”, cuenta. Sin embargo, el proceso de organización del enlace no fue un camino de rosas. María se encontraba a 600 kilómetros del lugar de la boda, era médico residente y tenía que preparar, junto a Luis, todos los detalles al mismo tiempo que cumplía con sus guardias en urgencias. Además, tuvieron que realizar una mudanza y adaptarse a las novedades en las medidas tomadas por su Comunidad Autónoma.
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“Con muchas ganas, empeño, horas al teléfono, y la ayuda de nuestra familia, amigos y proveedores, todo salió genial, tuvimos mucha suerte. No tuvimos wedding planner, pero los dueños de Fernando Hijo, fueron los floristas encargados de la decoración y organización de la boda. Lo controlan absolutamente todo, cualquier contratiempo lo convierten en ventaja. Encima, tenemos la suerte de ser buenos amigos, hace años que planeaba con Carmen mi boda en las sobremesas de verano”, concede María.
Los novios tuvieron que hacer algunas modificaciones, también con sus proveedores. “El catering fue una de ellas, un mes antes de la boda nos dijo que no podía, y David, de Local de Ensayo, fue un valiente y nos salvó la vida. Y corroboramos el dicho de ‘No hay mal que por bien no venga’, ¡salimos ganando con creces!”, confiesan. En su enlace, celebrado por la tarde, junto a 200 invitados, su idea de cóctel tuvo que ser sustituida por una similar con sillas en mesas altas y bajas.
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Todo concluyó a las dos de la mañana con buena música: “mi consejo para otros novios es que contraten música en directo, aunque las copas tengan que ser en mesa (nosotros lo hicimos en otra zona diferente a la cena, para cambiar de ambiente). Contamos con los Hermanos Domínguez desde antes de la pandemia, y a pesar de las limitaciones, gracias a ellos tuvimos un ‘fiestón’, son unos auténticos cracks y animaron hasta el final”.
“También cambiamos el viaje de novios, inicialmente combinábamos un safari en África (Zimbabue, Botsuana y Sudáfrica) con Maldivas, y finalmente pudimos ir solo a Maldivas. Contratamos el viaje con Mundo Expedición y ellos se encargaron de readaptarlo a las circunstancias. Fue igualmente increíble, hay destinos que, a pesar de la situación global, son seguros y viajar a ellos está permitido con las medidas correspondientes”, puntualiza María.
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Recuerdos imborrables
Más allá de la bonita luna de miel, la pareja no podrá olvidar cómo fue ese momento en el que el sacerdote los proclamó marido y mujer. "Todos los invitados se fundieron en un gran aplauso promovido por el sacerdote, eso que tanto deseábamos y que habíamos luchado durante meses tan difíciles, se había materializado”, reconoce emocionada María. A ese momento se sumaron otros como “cuando recordamos a la abuela de Luis, que falleció durante el confinamiento; cuando vi a Luis esperándome en el altar o el primer baile con mi padre y Luis, son momentos mágicos”.
Sin duda lo más llamativo de la boda se concentró en un invitado de cuatro ruedas que fue el encargado de transportar a los novios a la celebración: un MG blanco descapotable, 1952 que les prestó un amigo del padre de la novia. Un momento muy divertido que se sumó a otras escenas inolvidables. Esos que ahora los protagonistas recuerdan con nostalgia y con la tranquilidad de saber que hicieron lo correcto.