En toda boda hay regalos, regalos para los invitados y regalos de estos últimos a los novios. Sin embargo, los detalles más significativos para la pareja son los que llegan antes del enlace, esos pensados para ser utilizados en el gran día, gracias a la colaboración de los seres queridos. Así sucedió con parte de los accesorios y preparativos de la boda de Carmen, que tienen un hueco en su corazón. “Los detalles, casi todos, fueron regalos de nuestros seres queridos, algo que nos gustó mucho. Los zapatos fueron mis sandalias favoritas de Jimmy Choo, que mis testigos me regalaron por sorpresa. Llevé los pendientes de pedida que me regalaron mis suegros, ideales, de Blasco Joyeros. La bata y el camisón fueron de Namur. Las alianzas nos las regaló la familia de Mara, una de mis mejores amigas. Los detalles para las invitadas fueron hechos a mano por otra de mis mejores amigas, Mati. Los gemelos del novio fueron un regalo de su abuela, eran de su abuelo. Y sus tirantes, un regalo de su hermana”, introduce.
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Organizar una bonita boda en una cabaña
Todos estos accesorios especiales se dejaron ver en su enlace, que se celebró el 17 de octubre de 2020 en Murcia, bajo la atenta mirada de un número de invitados algo más reducido de lo que Carmen y su marido tenían en mente en un principio. “Teníamos una primera fecha, el 6 de junio de 2020, pero evidentemente con la pandemia no pudimos celebrar la boda ese día, así que decidimos retrasarla al mes de octubre. Mis padres se casaron también en octubre y siempre me había gustado mucho ese mes para casarme, por eso fijamos el 17 de octubre de 2020 en la Parroquia de San Nicolás de Bari y la Finca Buenavista de Pablo González, que tiene una estrella Michelin”, nos explica.
El reto fue casi mayúsculo, confiesa, no solo por la organización de la boda, también por la de la luna de miel: “Tuvimos que modificar el número de invitados y el viaje, en principio íbamos a Japón y Maldivas y finalmente fuimos a Maldivas y Dubai”. No obstante, no todo fue malo. “El resto de cosas las mantuvimos igual, el menú, el vestido, los proveedores etc. Nuestra finca tiene una cabaña preciosa donde normalmente no se hacen las bodas, al no caber tanta gente (las bodas las hacen en el salón o jardín), y celebramos todo el evento en esa cabaña, quedó mejor incluso, espectacular de bonito”, concede.
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Por suerte, prácticamente todas las empresas y profesionales que participaron en su enlace fueron aquellos que imaginaron para la fecha inicial. “Nos prometimos el 22 se septiembre de 2019 en la playa de Tarifa, así que hasta marzo los preparativos de nuestra boda fueron como los de cualquier otra. Utilizamos todas las opciones que ya teníamos miradas para octubre, eso nos permitió elegir todos los proveedores y detalles de la boda en tiempo récord, ya que por la incertidumbre no podíamos cerrar detalles, invitados y viaje hasta un mes antes”, apunta Carmen, que reconoce haberse convertido en toda una experta, casi una auténtica wedding planner.
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Su historia de amor creció con el tiempo
Como sucedió con otras de nuestras novias virales, a pesar de las difíciles circunstancias para sacar adelante algunos detalles de los preparativos, Carmen desvela que el proceso les hizo fortalecer su amor. “Llegó un momento en el que en nuestra balanza pesaba más el casarnos que cómo hacerlo, fue muy bonito porque para ambos quedó claro que era lo realmente importante. La pandemia para nosotros ha sido un click que nos ha hecho darnos cuenta de qué es lo que realmente nos importa y, cuando fuimos conscientes de eso, fue precioso. En ese momento decidimos que la fecha sería octubre 2020 pasase lo que pasase”.
Ese amor y cambio de chip se percibió en su gran día, repleto de momentos emotivos. Cuenta Carmen que lo más especial de la jornada fue la ceremonia, pues el novio se emocionó mucho en el altar: “casi no podía hablar en ese momento”. Otra escena que recuerdan con cariño se produjo cuando vieron que todos sus amigos y familiares acudieron a la iglesia (ya que era bastante grande), a pesar de que muchos no podían asistir al convite, por los límites de aforo. La pareja tampoco puede olvidar otras grandes anécdotas del día: los emocionantes discursos del padre del novio y sus mejores amigos, la proyección que los testigos regalaron a la pareja en el momento de la comida y la canción con la que entraron los novios a la celebración (Sirius, de los Chicago Bulls), que ella regaló a su ya marido, gran seguidor del baloncesto.
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El vestido: con bordados y capa
Además del estilismo de la madrina (que llevaba una creación de Javier Mármol en tonos lilas), sin duda lo más comentado de su ‘sí, quiero’ fue su espectacular vestido de novia. Un look, obra de Helena Mareque, que demostró las dos ideas que Carmen tenía más claras: que lo más importante era confiar en el diseñador y que el patrón de la pieza fuera perfecto. Y en la firma con sede en Madrid encontró todo lo que estaba buscando para su gran día: “Fue un poco de casualidad, porque no encontraba ninguno que me convenciese y cuando fui a ver a Helena y me probó la primera toile, me encantó. Salí de su atelier sabiendo que ese iba a ser mi vestido”.
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Al principio, nos explica, estaba un poco perdida: no se imaginaba su diseño al completo. “Tenía claro el tipo de vestido, muy sencillo y de manga larga con escote pico, pero dentro de eso no tenía ni idea de qué quería”. Encontró una buena conexión con Helena Mareque, pues consiguió entender el clasicismo que la caracterizaba y añadir una nota diferente: “Supo ponerle el detalle perfecto: un toque con bordados en uno de los hombros y de mitad de vestido para abajo, en un tono un poco distinto del blanco. No llevé velo sino una capa sobre los hombros”. A pesar de los cambios de última hora por la situación sanitaria, el vestido era el mismo que plantearon en el inicio, no obstante los detalles llegaron poco antes de la boda: “decidí que era mejor dejar hecha la base y el patrón y cuando confirmásemos al 100% la fecha, terminarlo”.
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Belleza natural en todos los aspectos
Para completar su aplaudido diseño, la novia recurrió a la sencillez en los accesorios y en el look de belleza. Confió en clásicos que nunca fallan, como ella misma menciona: “Me peinó el peluquero de mi madre de toda la vida con un moño trenzado de bailarina. Y me maquilló María, de Bobbi Brown; confiaría en ella mil veces más, no solo por el resultado, sino porque es encantadora”.
¿Fue el ramo de novia otra oda al clasicismo? Sí. Un ramo de rosas en tonos rosados, muy elegante, atado con una cinta de terciopelo de la que colgaba una bonita medalla. Estas flores son las preferidas de la madre de Carmen, no exactamente de ella misma, pero encontró una solución. “Mis flores favoritas son las peonías y las hortensias, así que Carmen, de la floristería Fernando Hijo, me hizo un ramo de unas rosas especiales que eran muy parecidas a las peonías y aconsejados por ella, mis amigos y mis tíos llenaron mi casa de hortensias. ¡Elegir a Fernando Hijo fue todo un acierto, dejaron la iglesia y la finca espectacular!”, reconoce.
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Quizá consecuencia de tantos buenos recuerdos que Carmen conserva nítidos en su retina, se pueda explicar que se sienta orgullosa de haber decidido, en aquel momento de incertidumbre, seguir adelante con su boda. Y, aunque sabe que cada pareja tiene unas circunstancias, no puede más que recomendar a todos continuar con su enlace. Palabra de novia.