En 2020 todas las novias han coincidido en un mismo mensaje: es fundamental sentirse una misma. Reflejo de esta premisa, la naturalidad y la sencillez han imperado en todos los aspectos de sus estilismos para el gran día, el look de belleza incluido. Así lo fue también para Valle, la sevillana que celebró su boda el pasado 18 de septiembre y que recurrió a un maquillaje sin artificios, muy favorecedor y se decantó por un recogido tradicional: "Soy maquilladora y tenía muy claro que quería algo muy sencillo. Elegí a la mejor, Eva Romero, que supo captarlo todo desde el primer momento. Y, con respecto al 'moñito' de bailarina, creo que no sorprendió a nadie, pues elegí algo con lo que yo me sentía cómoda y me lo hizo mi peluquero de confianza: Talín, de Carlos Rete Peluqueros", confiesa.
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Un vestido original que dio la vuelta a la red
A ese look beauty le acompañó un vestido con una larga historia detrás, obra del diseñador Manuel Obando, que ha triunfado en las redes sociales por su buen gusto. De manga farol, ligereza y sobriedad, su espectacular lazo en la parte trasera no ha pasado desapercibido para los expertos en moda nupcial. Pero, ¿qué historia esconde este diseño? "Tenía muy claro lo que me favorecía y lo que no y sobre eso trabajamos. Me inspiré en las hermanas Johansson que desde que las vi me encantaron", concede Valle. Con esas convicciones como base, idearon esta pieza que difiere de la original, pues la boda en un principio se iba a celebrar en diciembre, pero a consecuencia de las posibles restricciones, su marido y ella optaron por adelantarla. De aquel primitivo abrigo, se pasó a una versión más fresca, pero que mantenía la estética del prototipo inicial.
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"Sabía desde el primer momento que no quería escote y, si podía ser cuello alto, mejor. La idea de un lazo también la tenía muy clara. Quizá lo hubiese preferido un poco más deshecho y no tan grande, pero me encantó y Obando se portó espectacular. Lo tuvo que hacer en tiempo récord y fue muy profesional. Si me lo tuviera que volver hacer, sin duda, sería con él otra vez", reconoce. La confianza de Valle en el vestido que llevaba puesto se transmitió en cada una de sus fotografías, estaba muy cómoda. Como ella misma explica, prefirió "no arriesgar ese día".
En los accesorios también se decantó por la tendencia clasicista, eso sí, con un toque muy personal. Además de los zapatos, que Manuel Obando le hizo para la ocasión, destacaba especialmente su conjunto de joyas, compuesto por una tiara y unos pendientes: "La corona es una pieza familiar de los Alvear: la han llevado mi abuela y mi bisabuela. En un principio no pensaba ponérmela porque me había acostumbrado a verla, pero, al fallecer mi abuela unas semanas antes de la boda, me dio mucha pena y la llevé acordándome de ella. Me encantó habérmela puesto, aunque me la quité pronto por el valor sentimental y económico que tiene".
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En la misma línea iba su ramo de flores, una creación monocromática muy elegante. Así lo explica ella misma: "Quería algo monocolor. Mermoca supo captarlo perfectamente con unas rosas blancas inglesas, las preferidas de mi abuela. El ramo llevaba también una 'medallita' de la Virgen del Valle que me regalaron mis dos mejores amigas por la pedida. El día de la boda, otra íntima amiga me regaló otra medalla muy relacionada con Luis, el hermano de Ignacio, mi marido, que falleció".
Una auténtica celebración del amor
Como muchas otras parejas, Valle e Ignacio tuvieron que modificar la fecha de su enlace y vivieron con incertidumbre los meses previos a la boda, porque además semanas antes de su sí, quiero tuvieron que estar confinados, al dar positivo. “En principio nos casábamos el 5 de diciembre de 2020, pero pensamos que la situación iba a estar mejor en septiembre del mismo año y decidimos adelantarla, y creo que acertamos con la decisión en vista de lo ocurrido”, detalla Valle. Para los novios no fue tan difícil tomar la iniciativa de anticiparla, al fin y al cabo tenían ganas de estar juntos y llevaban un largo tiempo de relación: “Nos conocimos hace unos años. Yo era muy amiga de su hermano pequeño, Luis, que falleció hace unos seis años. A raíz de reunirnos los amigos con su familia y de hacer varios caminos de Santiago por él, nuestros amigos en común… empezamos a salir. Los dos sabemos que fue gracias a Luis y nos sentimos muy bendecidos”.
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Los retos que supone la organización de una boda
Al igual que durante otros meses del año, las medidas y restricciones de aforo se mantuvieron en verano en Andalucía, lo que afectó a los planes de Valle e Ignacio, que se vieron obligados a modificar el número de convidados y adaptarse a la normativa. “Fue lo más duro. Tuvimos que dejar fuera a mucha familia y amigos. Y, sobre todo, a las personas mayores, que por la situación no podían venir. A todos los que no pudieron asistir, les añadimos a su invitación un escrito en el que les decíamos que lamentablemente la situación nos obligaba a no poder contar con ellos. Lo hizo una amiga mía (Macsand) con un dibujo muy especial de la Catedral de Santiago, muy significativa para nosotros”. Aunque no todo fue negativo, aclara Valle: “Al ser una boda más pequeña e íntima pudimos celebrarlo en la casa de Ignacio, en la que ya se había casado anteriormente mi cuñada. Eso fue lo mas positivo de la situación”.
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Durante la celebración siempre hay momentos llenos de magia, inolvidables, que dan sentido a toda la boda. De ello fue consciente Valle en diferentes situaciones que se dieron y que hicieron el día verdaderamente especial: “Uno de esos momentos fue la sorpresa de mis primas y tías que cantaron en la comunión una canción muy especial y familiar, que le gustaba mucho a mis abuelos que no pudieron estar, especialmente mi abuelita, que falleció. Ellas se pusieron de acuerdo con Enrique, el responsable del Coro de Los Palacios y nos dieron la sorpresa. También tuve la suerte de poder contar con mis dos tíos sacerdotes, hermanos de mi padre para celebrarnos la misa”. Y hubo un recuerdo más que la novia no podrá olvidar: “El vals, por supuesto. Era una canción que mi padre le dedicaba a mi madre cuando se iba de viaje mucho tiempo, Por ti volaré”.
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Además de la emoción, también hubo espacio para la risa y la sorpresa. La anécdota más divertida nos la cuenta Ignacio, el novio, en palabras de Valle: “Cuando llegó a la iglesia estaba cerrada y ya habían llegado unos cuantos invitados. Era porque el coro estaba ensayando y no se enteraban de que quería pasar. Dice que lo pasó mal, después de todas las cosas que nos habían pasado…Además, no llovió en todo septiembre, solo el día de nuestra boda”. Para esto último, siempre hay un refrán muy apropiado que dice “novia mojada, novia afortunada”, como dirían los mayores. Y, a pesar de todos los contratiempos, la pareja siempre animaría a los novios más dudosos a dar el paso en estos momentos, porque para ellos: “al fin y al cabo lo importante es el sacramento, la fiesta puede esperar”.