La estación elegida para celebrar la boda condiciona completamente el vestido de la novia. Por eso no sorprende que haya novias, como Fátima, que se decanten por el otoño. Meses en los que las temperaturas suaves permiten llevar capas o elementos que en verano se vuelven imposibles. A ella y a Rubén, como a tantas otras parejas, la crisis sanitaria les ha hecho celebrar una boda diferente, más íntima, con medidas de seguridad y restricciones. Pero eso no impidió que, como la novia explica, disfrutaran de "uno de los días más bonitos de nuestra vida". Y tampoco que ella llevara el vestido con el que siempre había soñado. Un diseño transformable creado por Isabel Núñez.
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Fátima asegura que tenía muchas dudas con eso de crear un vestido desde cero, pero "sabía que no iba a encontrar un vestido ya confeccionado que me llenase completamente y además me apetecía mucho disfrutar el proceso de creación". La gallega asegura que conocía el trabajo de Isabel, había visto muchos de sus diseños y decidió visitar el atelier que tiene en Vigo. "La verdad es que todo fue fluyendo. Tenía claro que quería un vestido sencillo pero elegante, sin grandes volúmenes y cómodo, que me permitiese disfrutar al máximo. Isabel me propuso la idea de un vestido convertible y me encantó. Al principio barajamos varias opciones, pero la que me enamoró fue la capa. Tenía una caída preciosa e Isabel hizo un diseño espectacular".
Sencillo fue también el peinado de la novia, una bubble ponytail que soltó al terminar la cena para presumir de una coleta ondulada. Y el ramo, un diseño sorpresa, obra de Xulian floristería, que Fátima vio solo 15 minutos antes de la boda. "Confié plenamente en ellas. Les di algunas ideas de cómo me gustaría que fuese (sencillo, un poquito silvestre y con mucho verde) y lo dejé en sus manos", asegura.
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Bodas llenas de incertidumbre
Hablar de la historia de Fátima y Rubén es hacerlo de kilómetros. Se conocieron en octubre de 2014 cuando ambos disfrutaban de un viaje por Praga, Viena y Budapest. Ella iba con su madre, él con un amigo. “Al ser un viaje organizado, pasamos muchas horas juntos y sin buscarlo ni tan siquiera darnos cuenta surgió el amor. Nos separaban cientos de kilómetros en nuestro día a día, pues Rubén es madrileño y yo de Santiago de Compostela, pero recuerdo la última noche de ese viaje, en Viena, nos hicimos la promesa de volver a vernos, de seguir conociéndonos, y así fue”. Durante cuatro años mantuvieron una relación a distancia hasta que en septiembre de 2019 decidieron comprometerse.
Celebrasteis vuestra boda el pasado 3 de octubre. Con toda la incertidumbre que ha habido alrededor de los enlaces, ¿por qué decidisteis casaros ese día?
Desde el primer momento decidimos octubre porque queríamos un ambiente otoñal y es el mes en el que nos conocimos, y el día 3 siempre ha sido mi número favorito. Siempre tuvimos claro que si se podía mantendríamos esa fecha, para nosotros lo más importante siempre ha sido el compromiso que nos hicimos e independientemente de la fiesta y la celebración, queríamos dar un paso más en nuestra relación.
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¿Cómo ha sido preparar una boda en tiempos como los que hemos vivido?
Bueno… no nos vamos a engañar, ha sido complicado y con mucha incertidumbre. Nos hicimos la promesa de no perder nunca la ilusión en unos meses que se antojaban complicados, y creo que eso nos ha ayudado mucho. Siempre fuimos muy conscientes de la situación y sabíamos que en cualquier momento nuestros planes podían torcerse, pero siempre mantuvimos las ganas, la ilusión y la esperanza. Las últimas semanas previas a la boda, fueron sin duda las más difíciles. Por una parte ves que el día está cada vez más cerca, pero por otra, con las restricciones que había, no sabíamos si podríamos hacerlo todo según lo planeado, así que solo cabía esperar y ver como evolucionaban las cosas.
¿Qué cosas tuvisteis que modificar respecto a vuestra idea de boda original?
El concepto en sí de la boda, que pasó a ser una celebración más íntima, pero también mucho más especial. La reducción de aforo fue lo más difícil, pero ahora, viéndolo a posteriori, no nos arrepentimos en absoluto y no lo cambiaríamos por nada. Hemos podido disfrutar al 100% de todo el mundo y eso nos ha hecho recapacitar y valorar realmente la verdadera esencia de estas celebraciones. Por lo demás, tuvimos siempre clarísimo que nuestra prioridad sería la seguridad de todos, y para ello se debían de cumplir todas las medidas que fijaban las autoridades, así que lo organizamos todo manteniendo esa premisa. Eso implicó, entre otras cosas, la creación de varias zonas chill out, para poder ofrecer a cada grupo de gente una zona para poder charlar tranquilamente o tomarse una copa. Mantener el mismo seating tanto para el aperitivo como para el propio banquete y prescindir de algunos detalles que podían suponer un riesgo (como por ejemplo el fotomatón y el atrezzo).
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A muchos novios les preocupan ciertos temas como tener que llevar mascarillas, la reducción de aforos o la limitación en el baile. ¿Vosotros os sentisteis preocupados también por esto? ¿Fueron factores determinantes para elegir el tipo de boda que celebrasteis?
Sí, por supuesto que nos preocupaba. Sobre todo porque eso llevaba consigo muchas modificaciones en nuestra idea de boda original. Pero recuerdo que unos 4 meses antes de la boda, nos sentamos en el sofá para analizar los pros y contras, y decidir si seguíamos adelante. La verdad es que los dos llegamos a la misma conclusión: que lo más importante y el verdadero motivo de nuestra boda era celebrar el amor que nos teníamos, lo demás era algo secundario, así que seguiríamos adelante si las circunstancias nos lo permitían, y así fue. Evidentemente tuvimos que suprimir algunas cosas, adaptar otras, pero nada absolutamente nada ha sido un impedimento para disfrutar de uno de los días más bonitos de nuestra vida, y la verdad es que hemos tenido muy buen feedback por parte de nuestros invitados.
¿Qué consejo le darías a todos esos novios que no saben si posponer su boda?
Creo que es una decisión muy personal, porque al final cada uno tiene sus prioridades. Pero desde luego, lo que sí nos gustaría decirles es que si están dudando en aplazar su boda principalmente por miedo a que no sea como la habían soñado, por las mascarillas y las limitaciones de aforo, a nosotros, que inicialmente nos asaltaron las mismas dudas, hoy podemos decir que no la cambiaríamos por nada del mundo. Ha sido mágica en todos los sentidos, súper emotiva, la hemos disfrutado muchísimo todos y nadie tuvo la sensación de que fuese una boda tan diferente a como las conocíamos hasta ahora. Hay que llevar mascarillas, por supuesto, y tenemos varias restricciones, pero la verdadera esencia es y siempre será la misma, simplemente es cuestión de aceptarlo y adaptarla a las circunstancias actuales.
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¿Qué fue lo más especial de aquel día?
Las emociones, sin duda. Fue una boda súper emotiva, probablemente también por la situación que estamos viviendo, y después de tanta incertidumbre vernos en el altar ese día fue una sensación maravillosa e inexplicable.