Pilar es abogada, Raúl, Teniente de la Guardia Civil. Se conocieron en el tren, un domingo cualquiera, mientras ambos viajaban a Madrid. "Qué suerte que en Jaén no tengamos AVE, porque las cuatro horas de trayecto parecieron un segundo. Para nosotros fue como una primera cita sin parar de hablar. Fue amor a primera vista, y la semana siguiente quedamos cuatro veces. Raúl dice que supo que se casaría conmigo desde la primera semana". Y lo hicieron. Se casaron en Baeza –de donde es él, ella es de un pueblo muy cercano– el pasado mes de julio después de posponer, como muchas otras parejas, su enlace. La novia nos explica cómo fue organizar un enlace a distancia durante la alerta sanitaria, avanzar con el vestido de novia sin poder hacer pruebas y ver que, después de todo, triunfa el amor.
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Con toda la incertidumbre que ha habido alrededor de los enlaces, ¿por qué decidisteis casaros el 18 de julio? ¿Era vuestra fecha inicial?
El 18 de julio no era nuestra fecha inicial, la fecha original era el 16 de mayo. Yo soy una apasionada de las flores y, además, Andalucía está preciosa en primavera. Por eso elegimos esa fecha. Sin embargo, como ambos vivimos en Madrid y la movilidad entre provincias no se permitió hasta junio, no tuvimos la opción de celebrar una boda íntima en nuestra fecha original, ya que no podíamos trasladarnos hasta Baeza por aquel entonces. Cuando entendimos que iba a ser imposible casarnos en mayo, estuvimos barajando varias opciones (como posponer unos meses, o dividir la boda entre familia y amigos), porque no nos apetecía esperar a 2021, y mi intuición me decía que en julio iba a ser nuestro momento.
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¿Cómo ha sido preparar una boda en tiempos como los que estamos viviendo?
Por suerte, nosotros ya teníamos todo lo más importante organizado antes de marzo. La prueba de menú, por ejemplo, la hicimos en diciembre para dejar todo cerrado cuanto antes y relajarnos. No obstante, cuando pospones tienes que volver a organizarlo todo de nuevo aunque (afortunadamente) nosotros contamos con los mismos proveedores. Ha sido duro en muchos momentos ya que mucha gente tenía miedo, y nadie es impermeable a esas vibraciones. Por suerte nosotros teníamos claras nuestras prioridades. Las últimas semanas antes de la boda, no paraba de pensar en eso que decía el poeta antillano Aimé Césaire sobre “los que no inventaron ni descubrieron nada, pero supieron guardar la esencia de las cosas”. Para nosotros fue una inspiración.
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A muchos novios les preocupan ciertos temas como tener que llevar mascarillas, la reducción de aforos o la limitación en el baile. ¿Fueron factores determinantes para elegir el tipo de boda que celebrasteis?
En un primer momento nos asustaba ya que nos dimos cuenta de que nuestra boda podría no ser “normal”. Afortunadamente nos casamos en una Catedral muy grande y con mucha distancia entre novios e invitados, por lo que novios y padrinos pudimos no llevar mascarilla. Los invitados la llevaron encantados porque entendían que la responsabilidad no es incompatible con pasarlo bien.
En cuanto al aforo, nosotros solamente habíamos invitado a 250 personas, de las que asistieron 200. En Andalucía, el límite estaba en 350 asistentes, por lo que esto no supuso ningún problema para nosotros. En otras Comunidades las restricciones en este tema son mayores, pero afortunadamente a nosotros no nos afectó para nada. Algunas personas muy queridas como nuestros amigos extranjeros no pudieron acompañarnos por las restricciones de viaje. También hubo algunos familiares con problemas de salud que no se animaron a acompañarnos en estas circunstancias. Pero sin duda habrá momentos para celebrarlo con ellos también.
Con respecto al baile, teníamos claro que una noche puede ser divertidísima incluso sin bailar. Nosotros mismos hemos salido muchas veces sin hacerlo. Por eso quisimos enfocar la zona de copas como un espacio de reservados de una discoteca al aire libre. También duplicamos las barras para que no hubiera aglomeraciones. Todo el mundo disfrutó muchísimo de la noche porque los invitados estaban locos por arreglarse, divertirse, socializar y celebrar el amor.
¿Qué fue lo más especial de aquel día?
Nuestras miradas en la iglesia, era como si nos estuviéramos diciendo en silencio "lo hemos conseguido, por fin" durante toda la ceremonia.
¿Qué consejo le darías a todos esos novios que no saben si posponer su boda?
Lo que a nosotros nos funcionó y recomendamos es que se pongan en contacto con la Delegación del Gobierno en su provincia para realizar una consulta vinculante. Que les expongan su situación, sus planes y sus dudas, y este organismo les explicará lo que sí y lo que no se puede hacer. A nosotros, por ejemplo, nos aclararon que en nuestra provincia el cóctel y la cena se podían hacer con total normalidad. Esto nos dió mucha confianza. Es terrible ver que muchas parejas están cancelando sus bodas por pura desinformación. El alarmismo ha corrido como la pólvora y a muchas parejas realmente se les ha contado que no pueden celebrar su boda, y están convencidos de ello. En nuestro caso, a excepción del tema de las mascarillas, tuvimos una boda de lo más "normal".
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Un vestido atemporal para una novia romántica
Elegir a la diseñadora que haría el vestido de su gran día no fue complicado. "Cuando mi madre y yo fuimos a conocer a Marcela Mansergas nos fue haciendo un boceto del vestido mientras yo contaba lo que me inspiraba. Fue muy emocionante. Cuando salimos de su atelier, ambas sabíamos que era ella, y mi madre estaba tan entusiasmada que se ofreció a regalarme ella misma el vestido que Marcela dibujó". El proceso empezó con normalidad: reuniones, pruebas, tomas de decisiones… Pero el Gobierno declaró el Estado de Alarma. Pilar solo había tenido tres citas.
"El proceso quedó entonces en stand-by, y solamente mantuvimos contacto telefónico para poder seguir adelante "a ciegas". Cuando la desescalada lo permitió pudimos hacer algunas pruebas finales, aunque el vestido ya estaba prácticamente terminado. Como había tantas restricciones a la movilidad entre provincias, mi madre no pudo acompañarnos, pero estábamos tan inmersas en el proceso que en esas últimas pruebas no me acordaba ni de tomar fotografías para mi madre y amigas, por lo que el vestido fue una sorpresa para todo el mundo", relata la novia.
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El resultado fue una prenda favorecedora, sencilla, con escote de pico y falda de línea 'A' asimétrica decorada por un elegante bordado. Un vestido atemporal, de corte clásico y muy romántico. Un look minimalista que Pilar completó con un peinado igualmente sencillo: un semirrecogido, muy similar al que lleva cada día. "Además, lo completé con una pequeña tiara de azucenas y un velo muy sencillo, para no quitarle protagonismo al velo de encaje de Bruselas que utilizamos en la velación", apunta.
Pero si hubo un detalle de su look nupcial lleno de anécdotas ese es el ramo. "Soy una apasionada de las flores, y tenía pensado algo muy sencillo como un ramo de lilas, con su aroma característico. Al posponer la boda a verano, tuvimos que replantearlo y me decidí por algo divertido y un poco extravagante. El ramo definitivo lo preparé con mis mejores amigas en casa una vez que ya estaba vestida de novia. Me apetecía probar con una mezcla de flores encargadas previamente, como un híbrido de orquídea repleto de puntitos color berenjena, y unas rosas inglesas en tono melocotón. A esto le añadimos flores de nuestro jardín como buganvilla recién cortada. Quedó muy divertido y, sobre todo, muy suelto y desenfadado, que era lo que yo buscaba". Un ramo único y muy especial.