Cada vez es más habitual que las novias, cuando emprenden la búsqueda del vestido de su boda, tengan guardadas varias decenas de imágenes en su teléfono móvil. Son fotos que les han llamado la atención y que, en cierto modo, ayudan a definir la prenda ideal. A veces son unas mangas, un escote a la espalda, un encaje, un tejido… Laura llevaba años almacenando este tipo de instantáneas, pero cuando llegó el momento de revisarlas y elegir se dio cuenta de que había un diseño perfecto para ella. "No sabía la firma del vestido y pensé que seria imposible conseguirlo. Así que empecé mi búsqueda entre las firmas de Barcelona, pero no había nada que me convenciera", explica.
VER: El 'sí, quiero' de Laura y Jordi en Figueras
Laura se define como una persona tímida, a la que no le gusta llamar la atención. Por eso no sorprende que en su estilo el 'menos es más' se haya convertido en una máxima que trató de plasmar en su vestido de novia. "Con la idea que siempre había tenido me veía demasiado simple. Sentía que era yo vestida con un vestido blanco en verano y quería verme algo más especial sin dejar de ser yo. Finalmente encontré la firma del vestido que tanto me gustaba y me di cuenta de que me encantaban casi todas las propuestas de la diseñadora, era mi estilo totalmente. Al ver qué era una firma de París, perdí toda esperanza y opté por hacerlo a medida. Pero lo cierto es que me daba mucho miedo el hecho de no ver el vestido hasta el final, así que seguí buscando sobre Rime Arodaky y vi que en el showroom de The Muse Collective tenían prendas de la diseñadora en Barcelona".
El poder de un dos piezas de novia
Si algo caracteriza a los diseños nupciales de Rime Arodaky es la sencillez y la modernidad de sus piezas. Looks nupciales –a veces protagonizados por un pantalón– pensados para una novia actual, a la que no le gustan los excesos ni los diseños demasiado tradicionales. Chicas que buscan algo diferente, que ayude a definirlas. "Lo que me encanta de Rime Arodaky, y lo que me hizo decantarme por ella, son varias cosas: tiene diseños originales, distintos a lo que se suele ver; son súper actuales y diferentes, pero a la vez románticos, sencillos y con un toque sexy; y la mezcla de originalidad y delicadeza que tiene cada vestido los hacen únicos", explica la catalana.
Finalmente, la novia se decantó por un diseño de colección. Un dos piezas compuesto por una falda de corte sirena de talle alto y un cropped top con tirantes tipo espagueti, elaborado en crepe con tul bordado por encima. Laura nos explica que la única modificación que hizo a la prenda fue añadir más flores en el tul del top. Todo lo demás le encantaba aunque no se pareciera demasiado a su idea inicial. "En un principio quería que fuera algo muy sencillo, con caída, simple y con un gran escote en la espalda. Pero cuando me probaba diseños así me sentía delicada y demasiado sosa. Me dejé llevar por las sensaciones al probarme los vestidos y escogí con el que más cómoda, segura y fiel a mí misma me sentía".
Para completar el estilismo Laura se decantó por unos zapatos de color rosa. Un tono que eligió por dos motivos: es su preferido y "no me gustan los zapatos blancos, los veo demasiado clásicos, y dando el toque de color me sentía más cómoda y más yo. De hecho, toda la boda jugaba con el color rosa, mis damas de honor, la web, las decoraciones, las flores, las mesas…", añade. El mismo tono lo eligió también para su ramo, de estilo silvestre. Otra pista de que no es demasiado clásica la encontramos en el peinado. Aunque cada vez son más las novias que apuestan por dejar la melena suelta, no todas se atreven. Laura sí. La catalana optó por lucir su melena con ondas surferas y recoger los mechones que bordean el rostro para darle un toque más especial.
Una boda de verano en Cataluña
Si hay que elegir un escenario para la historia de amor de Laura y Jordi ese es Sitges. Allí se conocieron mientras veraneaban siendo niños, aunque no decidieron salir hasta los 18. Ocho años después de aquello y tras irse a vivir juntos, decidieron dar un paso más en su relación. "Nos casamos en Figueras, en la Farinera de Sant Lluís. Lo escogimos porqué es un lugar mágico. Yo lo conocí a través de una amiga hace ya 4 años y en cuanto vi una foto pensé: "yo me quiero casar ahí". Fue el primer sitio que visitamos, y solo al entrar por la puerta y avanzar unos metros entre los arboles Jordi dijo: "nos casamos aquí". Sin duda fue lo más fácil de la boda".
Lo de organizarla resultó un poco más complicado. Aunque la intención era montar todo ellos solos, finalmente contaron con la ayuda de Claudia, wedding planner de Entre tonos pastel. "Fue nuestro mejor acierto. Consiguieron darnos la tranquilidad que necesitábamos en los últimos meses que son los más estresantes. Y por supuesto, hicieron que nuestro día saliera tal y como esperábamos. El hecho de ese día olvidarte de todo y simplemente céntrate en disfrutar". Una elección que, a posteriori, todavía fue más acertada. Se casaban el 31 de agosto y Laura tuvo un accidente de moto justo un mes antes. "Por suerte, y para todo lo que podría haber sido, quedó en "nada". Pero a un mes de la boda no nos ayudó... Estuve 3 semanas sin poder casi moverme, me luxé el hombro y no pude moverlo durante dos semanas, tenia arañada la pierna, pero lo más importante se encontraba en el pie izquierdo. Nos planteamos mover la boda, ya que pasar un día tan especial sentada no era lo que yo tenia pensado…". Pero no fue necesario, y al final todo salió como estaba previsto.
Una de las preguntas que más les suele costar responder a los novios es qué fue lo más especial de aquel día. Y Laura no es una excepción. "No podría decidirme por una sola cosa. Cada momento era especial y único, nunca había sentido emociones tan fuertes como las de aquel día. Pero sin duda, lo que se respiraba en el ambiente, la ilusión, la felicidad y el cariño de toda la gente que nos quiere".